Páginas

jueves, 22 de diciembre de 2022

LA EXPERIENCIA DEL VISITANTE



Por Michael A. Persinger


En el caso de que los procesos lóbulo-temporales estén relacionados con la experiencia del “visitante”, entonces los patrones fenomenológicos tendrían que ser similares en todas las experiencias; reflejar eficazmente la función de las estructuras lóbulo-temporales. Este concepto se fundamenta sobre los hallazgos de la ciencia neurológica moderna. Se ha demostrado que el perfil de comportamiento de un ser humano en desarrollo, está en función de la región del cerebro que demuestra el mayor índice metabólico relativo. Del mismo modo, la experiencia fenomenológica de un ser humano estará dominada por la porción del cerebro que tenga una actividad eléctrica mayor.

Hay tres relatos sobre la experiencia del visitante que constituyen un aporte significativo para el factor del lóbulo temporal. Son las experiencias de Whitley Strieber en Communion, un informe clásico sobre los raptos por OVNIs; Agartha, de Meredith Young, la biografía de un sintonizado que habla sobre una presencia de otra dimensión, y el Kundalini de Gopi Krishna, una descripción de la urgencia de una energía mística. En todos estos estos relatos, las experiencias estaban asociadas con la metáfora predominante de una fuerte sensación de una presencia, junto con sensaciones de estar flotando, alteraciones en la percepción (ver auras y rebordes brillantes en los objetos), fenómenos psi clarísimos, y una profunda sensación de estar adquiriendo significación. Después de la primera experiencia desencadenante, los sujetos cayeron en una profunda depresión, seguida de una reestructuración cognoscitiva sustancial. Ciertos sucesos casuales ocurridos durante la vida de la persona se integraron y pasaron a tener importancia, los acontecimientos marginales adquirieron una profunda significación personal, el sujeto tuvo la convicción de ser un elegido, y surgió en él un deseo de trasmitir este mensaje cósmico a la humanidad. Invariablemente se consideró dicha experiencia como algo “real”.

A cada relato le corresponden señales lóbulo-temporales específicas, que reflejan la localización real de la labilidad eléctrica dentro de las estructuras lóbulo-temporales. Por ejemplo, la descripción de Strieber se centra fundamentalmente en sensaciones de aversión (asociadas con olores intensos, una vigilancia exagerada, e imágenes del esfínter anal), y por ello debería reflejar actividades anormales en el giro parahipocámpico anterior, con especial compromiso de complejo nuclear amigdalino y el uncus adyacente.

Una de las características más comunes de la experiencia con OVNIs es el encuentro con pequeños humanoides que a menudo tienen cabezas grandes y por lo tanto se asemejan a fetos. Hay ciertas evidencias que apoyarían la teoría de que se trata de modificaciones adultas de los recuerdos perinatales.

Las experiencias de visitantes han sido un fenómeno permanente a lo largo de la historia del hombre. A menudo se han asociado con una extraordinaria creatividad y un conocimiento intuitivo acerca de la conducta humana. Las formas de los “visitantes” han variado de acuerdo con la naturaleza cambiante de la cultura del hombre. Se presentaron como arpías nocturnas, súcubos e íncubos que atormentaban y enloquecían a sus indefensas víctimas, o bien como ángeles de la guarda que prometían la sabiduría prohibida. Sus temas han reflejado la construcción del sistema límbico humano. Sus operaciones han sido funciones de los procesos cognoscitivos inconscientes que guían al pensamiento humano. Cuando el sexo y el pecado eran deseos reprimidos, los “visitantes” se observaban bajo esa perspectiva. En este momento, cuando los deseos de inmortalidad se esfuman con los últimos residuos de ilusiones religiosas, las experiencias de los “visitantes” se han trasmutado de nuevo.