Por Martha Jacqueline Iglesias Herrera
Hoy, en Código Betelgeuse,
tengo el placer de invitar al ufólogo, periodista e investigador paranormal
argentino: Gustavo Fernández.
Director de la Agrupación
Difusora de Sabiduría Ancestral “Casa del Cóndor” con sede en Paraná, Entre
Ríos). Periodista, cuenta con una Diplomatura en Psicología Junguiana. Socio
Fundador de la Asociación Internacional Ecuménica de Exorcistas (Bogotá, Colombia)
y Miembro Permanente del Consejo de Profesionales de la Escuela Latinoamericana
de Exorcistas. Coordinador del “Movimiento Chamánico” (que nuclea a doscientos
especialistas de veinte países) y “Tekutli” (“Jefe”, en idioma “nahuatl”) del
“kalpulli” (“hermandad”) “Mixkuauhtli Kalli”. Como tal, ha sido y es el
mayor impulsor en la práctica de la ceremonia de “Temazcal” no solamente en su
país, sino allí donde ha sido requerido, pudiéndose destacar, entre muchas
otras presentaciones, haber sido invitado especial en dos ocasiones a los
Congresos Internacionales de Culturas Ancestrales realizados en México –donde
ha sido requerido para presentar conferencias, precisamente, sobre esta
especialidad en el propio país originario de los temascales- y en la Facultad
de Letras de la Universidad de Murcia, España.
Ha dictado conferencias,
talleres y seminarios en toda Argentina, México, Perú, Chile, Uruguay, Brasil,
Bolivia, Paraguay, Colombia, España y Francia. Director desde su fundación
(mayo del 2000) de la revista digital “Al Filo de la Realidad”, así como de los
“podcasts” (programas radiales en internet) homónimos.
Como parte de su actividad
profesional, además del dictado de cursos y conferencias, se encuentra la
atención personalizada (presencial o a distancia) sobre problemáticas
individuales, así como el asesoramiento comercial y/o empresarial. Medios
gráficos y electrónicos han publicado más de trescientos artículos de su firma.
Le damos la Bienvenida en
nuestro espacio y espero que esta entrevista resulte de gran interés para
nuestros lectores.
JK: Para comenzar esta entrevista quiero citar sus propias palabras: “Si el
hombre tiene necesidad de lo trascendente, es porque en algún lugar hay algo
que lo satisface”. En base a lo planteado le pregunto: ¿Cómo comienza esta
necesidad de lo trascendente en Gustavo Fernández? Con el paso de los años, ¿ha
sido ya satisfecha esta necesidad?
Mi aproximación al
mundo del misterio no tiene nada anecdóticamente impactante; si bien a través
de los años el deambular estos caminos me ha hecho cruzarme con eventos
significativos (sean parapsicológicos u ufológicos), todo comenzó como una
extensión natural de dos características infantiles: una insaciable curiosidad
por casi todo, y el buen hábito de la lectura que me conculcaron mis padres. En
cuanto si ha sido ya satisfecha, aún no y espero que jamás lo sea. Es la clase
de energía que me impulsa a seguir adelante.
JK: El parasicólogo, ufólogo e historiador Fabio Zerpa apunta al origen
extraterrestre de los OVNIS, porque los mismos no responden ni en forma, ni en
maniobras, ni en pautas de comportamiento a ninguna característica propia de
este planeta. Sin embargo, hace un paréntesis para aclarar que la palabra
extraterrestre, quiere significar más allá de, fuera de lo terrestre y no sólo
significa habitante del espacio o Universo. Esto implicaría, según su opinión,
varias posibilidades donde los mismos pudieran ser: 1) Viajeros del Espacio (lo
que más comúnmente piensa la gente) 2) Viajeros del tiempo (dominantes de lo
que conocemos como 4º Dimensión) 3) Viajeros de Mundos Paralelos (de otras
dimensiones que forman el Mundo Invisible) además de considerar una posibilidad
más: su procedencia de Mundo Subterráneo, de los míticos Agartha, Shamballa,
etc. ¿Qué tuviera que decir al respecto?
Creo que Fabio
“ajustó” la expresión con el tiempo a las nuevas teorías explicativas que iban
ganando espacio. Quienes le conocemos –personalmente y desde hace décadas-
recordamos que “extraterrestre” siempre había sido para él sinónimo de “alienígena”.
Bienvenido ese cambio, aunque sea tardío. En lo personal, creo que el número
más significativo aplica a la hipótesis interdimensional o de “mundos
paralelos”, seguida, ahora sí, pero en cifras reducidas, de la extraterrestre.
En cuanto a la de “crononautas” es atractiva, pero no veo en la casuística
episodios que necesiten de la misma de manera excluyente.
JK: La Hipótesis
de la Tierra
especial, en los campos de astronomía y astrobiología, plantea que el
surgimiento de vida pluricelular en la Tierra requirió de la coincidencia de una gran
cantidad de eventos y circunstancias astronómicas y geológicas, por lo que la
vida compleja extraterrestre es un fenómeno improbable y extremadamente raro.
Sin embargo, desde fines del siglo XX se han hecho nuevos descubrimientos como
la existencia de moléculas orgánicas en el espacio, la presunta existencia de
un océano de agua líquida en Europa (sexto satélite natural de Júpiter) o el
hecho de que los planetas extrasolares son relativamente comunes. Partiendo de
lo anteriormente dicho, ¿cree que la humanidad camina en un sentido de búsqueda
-de vida extraterrestre- correcto o considera que necesitaría cambiar su ángulo
de visión para el logro de tal objetivo?
En primer lugar,
disiento con el concepto que la vida exobiológica sea un “fenómeno improbable y
extremadamente raro”. Por el contrario, creo que la multiplicidad de evidencias
apunta en sentido contrario. En el caso concreto de los planetas extrasolares,
en diez años hemos pasado de descubrir una docena a varios centenares, y eso es
una escasa porción de la Galaxia. Aplicando entonces el cálculo de
probabilidades, de continuar esa tendencia –y nada indica que no sea así- en un
par de décadas serán miles, sino decenas de miles, los exoplanetas con lo cual
se dispara potencialmente la posibilidad que en uno o varios de ellos se
repitan los procesos que aquí nos trajeron a nosotros. Ahora bien; que exista
vida “allá afuera” no significa que el camino emprendido para hallarla sea el
más óptimo en relación del tiempo que ocupa. Para ponerlo de otra forma: los
procedimientos actuales demorarán en hallarla un tiempo excesivamente largo. En
consecuencia, sí creo que –tratándose de reducir esa espera- deben ensayarse
otras vías de aproximación. En ese sentido, estoy convencido que el campo del desarrollo parapsíquico puede
ser funcional a la comunicación con otras entidades inteligentes. Y en
cuanto al contacto físico, el desarrollo de formas alternativas de propulsión
(ahora que se ha logrado descubrir que la gravedad tiene una naturaleza
ondulatoria, paso previo y necesario a un proceso que llevará eventualmente al
desarrollo de sistemas antigravitatorios) intuyo debe ser el camino.
Pero en este
planteo deberíamos introducir otro campo: el de suponer que tanto academicistas
como Gobiernos nada nos están ocultando. Y en ese sentido soy un absoluto
escéptico. Es decir, mientras parte de la población mundial sigue preguntándose
si hay vida extraterrestre, estoy convencido que grupos de élite ya tienen las
respuestas. Y las evidencias.
JK: En su libro: Chamanes de las Estrellas, plantea que cree en el origen
extraterrestre y extra dimensional de los OVNIS y sus ocupantes. Los describe
absolutamente energéticos sin los condicionamientos temporales y espaciales de
todo cuerpo material. Pudiera, de ser posible, argumentar más al respecto.
El fenómeno OVNI es
absolutamente “proteiforme”; se presenta según la “mascarada” cultural o bien
del testigo, bien del momento histórico o del contexto social en que se
manifiesta. Tanto su comportamiento “absurdo” conforme a las leyes físicas como
“absurdo” conforme a la experiencia vivencial que atraviesa muchas veces el
testigo lo aproxima más al “koan” Zen o la visión chamánica producida por
enteógenos, con el agregado de su evidente materialidad. Combinando ambos
conceptos, es algo “real” –en el sentido de físico- que se mueve por dentro y
por fuera de nuestra Realidad. Y dado que lo espacial y lo temporal son
inextricables, si no está atado a lo “espacial” tampoco lo estará a lo “temporal”.
Y que las inteligencias tras el fenómeno sean polimórficas y mutantes en formas
casi infinitas (toda categorización es un esfuerzo reduccionista de la
psicología del observador, y creer que todo se limita a una finita variedad de
“razas” es ignorar el increíblemente amplio espectro episódico del mismo). De
modo que, ante la disyuntiva de, o bien suponer miles de especies distintas que
“tripulan” miles de aeroformas diferentes y que modifican miles de veces sus
detalles, desde las vestimentas, aditamentos, propósitos, discursos, conductas,
y un interminable etcétera, o bien la alternativa que los “entes” son
esencialmente “amorfos” y adoptan la apariencia y conducta de su interés, por
economía de hipótesis me quedo con esta última. Sin excluir, va de suyo, las
eventuales –y, ya señalé, cuantitativamente menores- presencias humanoides
puntualmente extraterrestres en un sentido lato.
JK: En 1884, Edwin Abbott escribió Flatland: A Romance of Many Dimensions
que traducida al español es Planilandia: Una novela de muchas dimensiones. Esta
obra, muy popular entre estudiantes de física, matemáticas y ciencias de la
computación, resulta de útil lectura para estudiar el concepto de múltiples
dimensiones. ¿No cree que esta sátira pudiera servir en la actualidad de ejemplo
y enseñanza para considerar más seriamente los testimonios de aquellos que han
visto –en nuestro mundo- aparecer o desaparecer a personas de la nada?
Claro que sí. De
hecho, se la ha referido hasta el hartazgo en la mayor parte de la literatura
ufológica especializada.
JK: Usted ha planteado su sospecha de que los OVNIS son hiperfísicos. ¿Podría argumentarnos de forma más extensiva este punto de vista?
Como señalé ut
supra, el “comportamiento” global del fenómeno demuestra que los parámetros espaciotemporales
tridimensionales de nuestro Universo no lo limitan. Y si no lo hace, es que lo
trasciende y, por definición, es “hiperfísico”.
Es necesario
comprender previamente un concepto. En el mundillo de lo enigmático, se viene
acudiendo desde hace años a aplicar la expresión “cuántico” a casi cualquier
cosa. Sería tema de otra discusión, pero las “sanaciones cuánticas”, las
“programaciones cuánticas”, las “decisiones cuánticas” se están transformando
en parte del lenguaje casi coloquial de la New Age (que, a propósito, parecía
ignorarse antes de que el concepto se vulgarizara en revistas de divulgación
científica). Lo cito aquí para explicar lo siguiente:
Considero que es un
error, para construir un discurso “racionalizador” de, por caso, los eventos
parapsicológicos o “espiritualistas”, buscar similitudes con la fenomenología
postulada por la “física cuántica”. Porque ésta compete al mundo de las
partículas subatómicas excluyentemente. En el mundo de las macropartículas
–éste mundo, esta Realidad- la física clásica newtoniana continúa imperando.
Pues bien, en este macrouniverso newtoniano, el OVNI es el único fenómeno que
se comporta de una manera más propia del submundo cuántico. Aceptado esto,
entonces, de existir el fenómeno –y vaya si existe- debe necesariamente ser
“hiper”, o sea, ir “por fuera” de las condiciones newtonianas.
JK: Según el ufólogo, astrónomo e informático teórico Jacques Vallée los
OVNIS son parte del sistema de control de la evolución humana (…) Pero sus
efectos, en lugar de ser sólo físicos, también repercuten en nuestro sistema de
creencias. Influyen sobre lo que llamamos nuestra vida espiritual. ¿Qué opinión
le merece tal reflexión?
Absolutamente de
acuerdo. Hablamos de esto con Vallée en su primera visita a Argentina, allá por
1978; el Paradigma de Realidad que aceptamos y por ende percibimos está
condicionado por nuestras creencias –aún en el caso de la creencia en la no
creencia- de manera que el “crecimiento” exponencial en la aceptación de un
sinnúmero de eventos “parafísicos” va de la mano con el cambio de paradigma de
creencias. Paulatinamente, la humanidad acepta una Realidad Ampliada. Y a
partir de aceptarla –e incorporarla en su cultura- comienza a “vivirla”.
JK: Podría explicarnos, ¿por qué percibe al cerebro como un sintonizador,
un transductor de fenómenos y no un productor de los mismos?
Es más sencillo de
lo que parece. Si consideramos cada sinapsis neuronal como asiento químico de
la “información” que nuestro cerebro conserva o produce, ese “alojamiento”
tendrá una capacidad limitada de “bits” informáticos. Simplemente, el número
total de “bits” almacenables por un cerebro promedio no se condice con el número
de “bits” incorporados durante una vida promedio, inconmensurablemente mayor.
Sólo admitiendo la posibilidad, entonces, que el cerebro sea un “sintonizador”
o, si se prefiere, un “canalizador” y la información esté en “otra parte” puede
resolverse el acertijo.
JK: Carl Raschke plantea: “Si
nos aventuramos dentro de la estimulante, pero a la vez confusa situación que
plantean los avistamientos, encuentros cercanos, raptos y los casos de
contactados, sin olvidar las conversaciones con extraterrestres, lo más seguro
es que se nos tilde de ocultistas, sensacionalistas o imberbes ingenuos. Si,
por el contrario, insistimos en utilizar ardides académicamente respetables,
como los análisis estadísticos de los informes sobre observación de OVNIS y las
suposiciones sobre la motivación y conducta de los testigos, es muy probable
que ganemos credibilidad a expensas de lo trivial”.
Podría decirnos su posición
entre estas alternativas. ¿Cree que exista un camino intermedio para conciliar
ambas posturas?
Definitivamente no. Lo que ese autor señala no es más que
un modismo de la falible naturaleza humana: la necesidad de ser aceptado por la
organización social que detenta el poder (en este caso, científicos y
académicos). Todas estas décadas de investigación han visto pasar a centenares
de investigadores que trataron de avanzar por ese camino (aún hoy y como
ejemplo, Ballester Olmos, el propio Vallée antes de “romper lanzas” con el
establishment, etc.) y en absoluto ganó el tema credibilidad alguna en los
foros académicos. Ganar credibilidad es un matiz de la naturaleza social del
ser humano; no tiene nada que ver con el Conocimiento. Para comprender –o,
quizás, sólo preguntarnos “mejor” en torno al fenómeno- hay un “salto de fe”
donde debe prescindirse del “qué dirán”, cierto “autismo social”, una
indiferencia al ridículo o el descrédito. Por esto también percibo al fenómeno
como “probacionista” en el sentido de lo “iniciático”; se avanza en la medida
de, junto a la metodología de investigación, el sentido común y el esfuerzo
voluntarioso, con la exhibición de cierta dosis de valentía social.
JK: Muchos autores plantean que
los OVNIS hacen posible la desmantelación de estructuras de pensamiento para
dar paso a modelos de reflexión más fluidos, siguiendo una secuencia de cambios
dirigidos hacia un fin último. ¿Cuál es su criterio al respecto?
En general estaría de acuerdo; sólo me pregunto dónde
queda en ese proceso nuestro albedrío. Pero luego reflexiono que el supuesto
“albedrío” también es una construcción
humana y se me pasa.
JK: ¿Por qué cree que la
revelación OVNI en muchas ocasiones se da en un testigo particular y no en
otros? ¿Apunta esta selectividad a un orden estrictamente psicológico por parte
del afectado o cree que exista algo más que escapa a nuestra comprensión detrás
del telón de ese avistamiento exclusivo?
Siempre digo que creemos ver OVNI, olvidando que el OVNI
también nos ve a nosotros. Y no caeré en el error de “suponer”, error doble
porque toda suposición lo es y porque sería asignarle a la “inteligencia OVNI”
una única motivación. Creo que algunas de estas inteligencias eligen ciertos
testigos para poner en movimiento vectores psicosociales afines a sus
“intereses”, pero aún no hemos hablado de los que podrían ser ellos. Y me
anticipo: sospecho que algunas de estas inteligencias tienen interés en una
“integración cósmica” de nuestra especie. Pero de la mano de Salvador Freixedo,
sospecho que otras buscan crear “granjas” de energía psíquica para fines
propios de alimentación.
JK: Cuáles son los planes
investigativos de Gustavo Fernández para este 2019. ¿Tiene algún nuevo libro en
proyecto?
Tengo numerosos artículos e investigaciones a redactar en
carpeta. Libros… observo con interés cómo está mutando el paradigma de
transmisión de la información. Editar libros es una tarea ímproba. Si cupiera
la aparición de editoriales potencialmente interesadas (que no me interesa
salir a buscar), tengo suficiente material archivado como para una colección.
Si no aparece ninguna, me es indiferente. ¿Cuántos lectores en gráfica acceden
a un libro, y cuántos on line, de modo virtual? Tengo decenas de miles de
lectores semanales con mis trabajos; si de llegar con mis ideas y reflexiones
se trata, eso no lo reemplazará ningún “libro”. Creo que éstos, los libros (y
cuidado, lo digo como bibliófilo contumaz con una relación casi fetichista con
mi biblioteca) irán mutando a otras formas de transmisión de contenidos.
Conservan por ahora el status de “tarjeta de presentación intelectual” pero
salvo grandes Best Sellers, ni siquiera son realmente convenientes
económicamente; hace décadas que el escritor es el eslabón económico más débil
de la cadena. En lo personal, por ejemplo, asisto a frecuentes Congresos de
estas especialidades: nada disfruto tanto como mi libertad de asistir a las conferencias
que me interesan, irme a tomar un café con colegas o simplemente salir a pasear
cuando no me interesa, mientras veo a mis colegas “escritores” atrincherados
detrás de sus mesas o stands expectantes de potenciales clientes – lectores a
quienes firmarles su edición o venderles algún ejemplar. No sé por qué, me
hacen recordar a esos artesanos medievales que durante la semana trabajaban
arduamente en su mercancía para ir a la feria del pueblo un domingo, ansiosos
de vender todo lo posible.
Eso, en cuanto al rubro “libros”. Fuera de ello, mis
inquietudes investigativas (y las limitaciones de tiempo y recursos que todos
tenemos) me han llevado a establecer un cómodo orden de prioridades: investigar
lo que me interese (que, como expliqué al comienzo de la entrevista, es mucho)
allí donde mis compromisos me lleven, y este año, como otros, tengo muchos
viajes agendados. Ello me ha dado la muy reciente oportunidad de poder acceder
en Cuenca, Ecuador, a las hasta ahora “perdidas” colecciones del padre Crespi.
Y ese hallazgo reavivó mi interés por avanzar en la investigación de la Cueva
de los Tayos. Incidentalmente, profundizar mis experimentos de extrapolar las
prácticas chamánicas a otros niveles de interés, como la Parapsicología y la
Ufología.
JK: Ya para finalizar… ¿qué
recomendaciones pudiera darle a aquellos que se acercan por primera vez a esa
necesidad de búsqueda de lo trascendente?
Una sola: no hacer
recomendaciones a aquellos que se acercan por primera vez a esa necesidad de
búsqueda de lo trascendente. Sólo sería una expresión de pedantería
intelectual. La “búsqueda de lo Trascendente” es, por definición necesaria, una
experiencia vivencial, y hay tantos caminos como buscadores.
Muchísimas gracias a Gustavo Fernández por dedicarme
parte de su tiempo para la realización de esta entrevista.
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