Por Martha Jacqueline Iglesias
Herrera
Para la sexta entrevista de este 2019, he invitado en Código Betelgeuse a
Alberto Lombo Montañés, quien es arqueólogo y Doctor en Ciencias de la
Antigüedad de la Universidad de Zaragoza, España.
Desde su punto de vista como académico contrastaremos opiniones sobre el
arte prehistórico tomado como prueba de la visita extraterrestre en la
antigüedad.
Le damos la Bienvenida en nuestro espacio y espero que esta entrevista sea
de gran interés para nuestros lectores.
JK: El arte prehistórico ha
sido utilizado como una prueba de la visita extraterrestre durante la
prehistoria. Estas propuestas se han popularizado, sobre todo en la segunda
mitad del siglo XX, por escritores tales como Erich von Däniken, Giorgio
A. Tsoukalos, Robert Charroux, Peter Kolosimo, Zecharia Sitchin, J.J Benítez,
entre otros. ¿Cómo considera desde su punto de vista como arqueólogo la
prehistoria esotérica?
No es una ciencia, renuevan creencias de ficción muy arraigadas en la
mentalidad popular y las hacen pasar por hipótesis científicas. Es un truco,
muy popular y fascinante, que nos plantea un reto a los académicos. Los
prehistoriadores tenemos un método y una ética, seguimos unos pasos rigurosos
de trabajo y nuestra obligación es que el lector obtenga una información lo más
veraz posible acerca
de nuestro pasado. Esto no sucede en los escritores que usted ha mencionado,
pues ofrecen teorías fascinantes, pero con datos a menudo manipulados o
incorrectos.
Para nosotros, adulterar el mensaje que nos legaron nuestros antepasados
hace miles de años, es un sacrilegio. Téngase en cuenta que el trabajo de un
arqueólogo normal y corriente tiene muy poca repercusión social; mientras que estos
escritores venden millones de libros. Pero, los académicos tampoco hemos hecho
gran cosa por intentar comprender estas ideas. Uno de los primeros en hacerlo
ha sido Wiktor Stoczkowski, cuyo trabajo me ha servido de guía. En su libro Para entender a los extraterrestres. Estudio etnológico de una creencia
contemporánea, Stoczkowski menciona la existencia de “una prehistoria
ocultista”, que mezcla la literatura de ciencia-ficción con las doctrinas
teosóficas del siglo XIX. Por lo tanto, para un arqueólogo, la prehistoria
esotérica es ni más ni menos que un cumulo de extrañas y curiosas ideas,
algunas de las cuales son bastante rocambolescas.
Ahora bien, enganchan a un gran público, porque conectan con una tradición
antigua que explica nuestro pasado a través de cuentos, mitos y leyendas. Bajo
mi punto de vista, la prehistoria esotérica tiene un lado negativo y otro
positivo. El negativo es que sus lectores crean que la prehistoria esotérica es
una ciencia y asimilen sus propuestas sin un espíritu crítico. Mi deber es
informar que en ocasiones algunos de estos escritos –no todos- transmiten ideas
machistas y racistas. También, conviene advertir que, el tema de los viajes
espaciales a veces sirve de excusa para huir de los problemas terrenales. En su
libro Habe ich mich geirrt?, ¿En qué me he equivocado? de 1985, Von
Däniken le dedica unos párrafos a Ronald Reagan. Igualmente, Donald Trump habla
de viajes espaciales mientras construye un muro en la Tierra. En el libro de
Pauwels y Bergier, Le Matin des magiciens, El
retorno de los brujos, de 1960, se elogia la prehistoria nazi. Los
mencionados escritores dicen cosas como esta: “La novedad formidable de la
Alemania nazi fue que al pensamiento mágico se añadió la ciencia y la técnica”.
Pero, al contrario de lo que pueda parecer, no se trata de consignas políticas;
sino de que los autores tienen su mente en el espacio y están ciegos a los
problemas terrenales. Este es un problema que los esotéricos deberían tener en
cuenta y creo, que en la actualidad lo tienen.
La ciencia-ficción no debe convertirnos en seres inhumanos, sino hacernos
más humanos. No obstante, no toda la bibliografía esotérica es la misma y
actualmente estas cosas ya no se suelen ver. El lado positivo es que estos
escritos trasmiten mucha fuerza, ganas de investigar e interés por las cosas.
De hecho, sus ideas son una fuente inagotable para el cine de ciencia-ficción e
incluso no dudo que, leídos en una etapa juvenil, puedan ser un aliciente
emocional para aproximarse al estudio de la Prehistoria. Conozco a algunos
investigadores que leyeron estos libros de niño y que se dejaron fascinar por
estas historias. Luego, estudiaron prehistoria y se hicieron grandes
arqueólogos. Les aseguro a ustedes que cuando uno entra en contacto por primera
vez con una herramienta de sílex u observa una pintura rupestre hecha hace
miles de años, descubre que la realidad es aún mucho más fascinante.
JK: ¿Por qué cree que existe
una brecha enorme entre la Arqueología y la sociedad, entre el discurso
académico de la Prehistoria y el de la cultura popular?
Cuando alguien piensa en un arqueólogo le viene a la mente la imagen de
Indiana Jones; sin embargo, el arqueólogo corriente vive en una realidad
distinta a la creada por la industria hollywoodiense. La profesión del arqueólogo
es precaria, la mayoría de nosotros no podemos dedicarnos a la Arqueología
porque no es una profesión como se entienden las profesiones, es más bien un
trabajo temporal y casi nunca remunerado.
La ciencia prehistórica es una disciplina reciente que data de finales del
siglo XIX, mientras que los mitos de los orígenes, por ejemplo, tienen milenios
de existencia. Piénsese en las burlas que sufrió Darwin; incluso todavía hoy en
algunos lugares de Estados Unidos hay gente que sigue negando las teorías de la
evolución. Quiero decir que, si se piensa bien, el discurso académico se
presenta como algo novedoso dentro de las maneras tradicionales de pensar el
pasado. Por eso creo que nuestro discurso puede resultar un tanto difícil de
asimilar para la cultura popular, sobre todo porque quizás no nos hemos
preocupado mucho en adaptarlo a la imaginación popular. En un sensacional
artículo, el catedrático de prehistoria de la Universidad Complutense de
Madrid, Gonzalo Ruiz Zapatero, advierte precisamente esto, que hay muchas
maneras de escribir prehistoria. Y una de ellas tendría que intentar conectar
con otros públicos.
JK: Los antropomorfos rupestres
del Sahara (Tassili), Suráfrica (Brandberg), Italia (Valcamónica), Francia
(Laussel) son -según afirma la Teoría de los Antiguos Astronautas-
extraterrestres, ya que portan modernas vestimentas o trajes espaciales con
casco y antena. Podría, para los que se acercan por primera vez a este tema,
aportar su interpretación de las mismas desde su punto de vista como
arqueólogo.
Son, en primer lugar, pinturas y grabados de distintos sitios y de
distintas épocas que han sido estudiados e interpretados por numerosos
investigadores, como por ejemplo Lhote, Breuil, Le Quellec, Anati, etc. Por lo
tanto, hay que tener en cuenta que pertenecen a contextos cronológicos y
culturales muy distintos. Evidentemente, no portan trajes espaciales, ni
escafandras, sino que la mayoría de antropomorfos del arte prehistórico en
general son así. Quiero decir que, salvo notadas excepciones, la forma humana
en el arte prehistórico no se refleja de manera realista. Ello es debido a múltiples
razones, puede que se trate de seres mitológicos, como ocurre con las pinturas
de los aborígenes australianos, que sabemos representan héroes míticos del
Tiempo de los Sueños. O puede que simplemente se representen de forma
estilizada o abstracta siendo, tal y como son, productos de la imaginación
humana. En el caso de los grabados de la Valcamónica, son dos antropomorfos que
llevan armadura, escudo, espada y casco. El antropomorfo de cabeza redonda de
Tassili no lleva ningún casco, simplemente tiene una cabeza grande y sí, es
cierto, que parece estar flotando. En un artículo publicado en el número 113 de
la revista L’Anthropologie (2009) por
Denis Vialou, titulado L’imagen du sens,
en préhistoire, se relaciona estas extrañas representaciones humanas de
Tassili con el mundo de los sueños. Me gusta mucho esta explicación de Vialou,
porque como dice Gastón Bachelard, el sueño de volar es universal, pero el
sueño, el verdadero sueño con volar es volar sin alas, es decir, flotar. Somos
animales terrestres que soñamos con huir de la gravedad y el peso que nos
arrastra a la tumba. Erich Fromm, en su libro El lenguaje olvidado. Introducción en la comprensión de los sueños,
mitos y cuentos de hadas, relaciona la actividad creadora producida durante
el sueño con la más antigua creación humana, el mito. Mitos y sueños forman
parte de un mismo lenguaje simbólico, una lógica distinta a las normas del
tiempo y del espacio. Es el único lenguaje universal creado por el hombre común
a todas las culturas. En el sueño, según Lucrecio, recuerda Nietzsche, es donde
por primera vez se presentaron los dioses a los Hombres. Y es que los sueños
parecen haber tenido especial relación en la formación de símbolos, fábulas y
mitos, es decir, en la génesis de la creatividad (imaginación) humana. Respecto
a la estatuilla de Lausell, se trata de una figurilla femenina típica del
Paleolítico europeo. Se representan casi siempre de la misma manera, obesas y
sin rostro. Se han dado muchas explicaciones, ¿es un ideal estético, como las
mujeres obesas del Renacimiento?, ¿es un ideal de fertilidad? También puede que
sean diosas, no lo sabemos, es un misterio; pero un misterio terrenal, no
extraterrestre.
JK: Usted plantea que una de las claves que ayuda
a comprender la visión que ciertos dänikenianos tienen del arte prehistórico es
la interpretación real de los mitos, cuentos y leyendas. ¿Por qué cree que la mentalidad tecnológica
ha desnaturalizado los mitos?
Sí, una interpretación demasiado real de los mitos, como si estos fueran
una especie de catálogo o diario de lo que sucedió en el pasado. Von Däniken
define los mitos como “realidades mal interpretadas”, “crónicas de algo que en
un pasado remoto fue real”.
Pero, la verdadera naturaleza de los mitos es la ficción, si tratamos de
ver los mitos como testimonios de la realidad cometemos el error de
minusvalorar la capacidad ficcional de los seres humanos. Siempre hemos explicado
los misterios de la naturaleza mediante metáforas. Está en nuestra naturaleza,
somos seres altamente ficcionales, toda nuestra realidad está inundada de
sueños. Digo que la mentalidad tecnológica está desnaturalizando los mitos
porque fue en la era de los viajes espaciales cuando empezaron a verse ovnis en
la Biblia. No es una casualidad que cuando los ovnis estaban presentes en la
radio, en la tele o en las novelas de ciencia-ficción se difundieran con gran
éxito las hipótesis de Von Däniken. Pero lo mismo sucede hoy en día, esto se
observa en el cine que intenta racionalizar los relatos de la Biblia como si
pudieran haber ocurrido realmente. Entonces se lee el Génesis o los mitos como
si fueran la crónica de cosas que sucedieron, pero de otra forma. Por ejemplo,
hubo un experimento científico-especulativo -mediante una simulación hecha por
ordenador- para comprobar si la separación del Mar Rojo pudo haber sucedido
realmente en la época de Moisés. A eso me refiero con que la mentalidad
tecnológica desnaturaliza la esencia del mito: la separación del Mar Rojo es un
milagro, quien quiera creer en él que lo crea, pero buscar explicaciones
racionales en los mitos es desnaturalizar su esencia. No nos damos cuenta, pero
nuestra época está reinterpretando las antiguas mitografías a un nuevo
lenguaje, su nuevo traductor es, la tecnología.
JK: Podría decirnos, ¿cuáles
son las grafías paleolíticas más usadas para ilustrar el fenómeno OVNI?
¿Me preguntas por las paleolíticas o por las prehistóricas? Si me preguntas
por las prehistóricas te diré que, sin duda alguna, las pinturas del Tassili,
pero estas grafías no son paleolíticas, sino que las más antiguas se remontan
al periodo Neolítico. Son increíbles, hoy se encuentran en pleno desierto, pero
fueron hechas cuando aquello era un verde valle. Eso acentúa aún más el misterio
que envuelve estas pinturas, el desierto siempre ha sido un lugar de encuentros
y visiones. Yo creo que Henri Lhote sufrió alguna que otra insolación
estudiándolas, algunos prehistoriadores reniegan de sus trabajos, pero a mí su
libro Hacía el descubrimiento de los
frescos del Tassili me gustó mucho. Cierto es que tiene algunos párrafos desconcertantes
en los que menciona a los extraterrestres, pero yo creo que es un libro de
aventuras y que además da a conocer estas pinturas de primera mano. Aquí en el
Tassili, los ufólogos han visto incluso una escena de abducción. Luego están
las cabezas wandjina de los aborígenes australianos y los grabados de la
Valcamónica. Le siguen un cúmulo incierto de representaciones de todas partes
del mundo y de diferentes épocas. En mi trabajo para la revista Arqueoweb intenté hacer un catálogo de
todas estas grafías, pero me di cuenta que no tenía sentido hacerlo. Porque
estos autores no tienen ningún criterio sensato para seleccionar estas grafías,
lo que les interesa es dar la sensación de que lo abarcan todo: Kivik y Tanum
en Suecia, Mas d’Azil en Francia, La Pileta en España, El valle de las Maravillas
en México, Kostienki en Ucrania, Inyo Country en Estados Unidos… A Von Däniken
le sirve todo, cualquier cosa, incluso no duda en manipular las fotos, le da
igual que le critiquen, es más, vive de esa publicidad, en eso se parece a Donald
Trump. Así han funcionado siempre los showman. En cuanto a las grafías del período
paleolítico más utilizadas son los signos claviformes que se encuentran
repartidos en diversas cuevas de Francia y España.
Dentro de todo este caos de tergiversación y desinformación, se debe
mencionar una excepción. Me refiero al artículo de Michel Aimé Palaeolithic Ufo
Shapes, que lleva a cabo una clasificación meticulosa de algunos signos
paleolíticos que interpreta como posibles ovnis. Creo que los ufólogos en
general utilizan métodos mucho más rigurosos que los dänikenianos, que solo
pretenden asombrar a sus lectores. Son distintos métodos, no tengo nada en
contra de los dänikenianos, a pesar de que ellos suelen insultarnos en sus
libros, solo que mi deber es recordar que no hacen ciencia.
JK: El estudio científico de
los signos del arte paleolítico se ha ido modificando en la medida que han
aumentado los hallazgos. ¿Por qué cree que la interpretación sobre los signos
claviformes dice más sobre los que interpretan que sobre los signos
interpretados? ¿Aluden estas grafías a un mismo referente?
Me refiero a que los que interpretan estos signos como ovnis, tienen en la
cabeza la forma del platillo volante popularizada en los años cincuenta y sesenta.
El platillo volante es una forma que tiene una historia y que se ha grabado en
nuestro repertorio de imágenes mentales como ícono del ovni. Los que comparan
los signos rupestres con este modelo mental, parten de una imagen moderna (la
del platillo volador) que para la ciencia no tiene una existencia real, sino
imaginaria. Además, en el arte paleolítico hay una gran cantidad de formas
ambiguas que no sabemos lo que son y en ellas se puede ver cualquier cosa que
pase por nuestra mente. Es como el nefelismo, las nubes nos evocan formas, por
ejemplo, de animales, pero eso no quiere decir que sean animales, sino que
siguen siendo nubes. Queremos siempre reconocer en lo informe formas que nos
son comunes, pero sólo son proyecciones de nuestra mente. Por eso digo que los
que ven ovnis en estos signos no son objetivos, ven lo que quieren ver, lo que
desean ver, ven en lo que creen, eso no es ciencia.
Por otro lado, los claviformes presentan ciertas concomitancias formales,
cronológicas y geográficas, que han sido muy bien estudiadas por prehistoriadores
como Leroi-Gourhan, José Luis Sanchidrián, Pilar Casado, Alberto Mingo, George
Sauvet, Eric Robert, etc., que nos hacen pensar en que probablemente aludan,
como usted dice, a un mismo referente. No tiene por qué ser un referente
figurativo, podría ser una abstracción, una idea, un símbolo, no sabemos
cuál.
JK: ¿Cómo evalúa el contraste
entre el método inductivo de la ciencia y el procedimiento deductivo de los
esotéricos?
El método de la prehistoria esotérica es siempre, en el mejor de los casos,
deductivo, es decir, parten de una teoría o idea a partir de la cual reúnen con
más o menos grado de fidelidad las pruebas que verifican su tesis. Esa no es la
mejor manera de proceder, cualquier fenómeno debería ser estudiado precisamente
al revés, reuniendo las pruebas y luego sacando las conclusiones pertinentes,
al menos es lo que hace Sherlock Holmes, ¡y nunca falla!
JK: Usted plantea que el
paralelo morfológico con el que se compara los signos claviformes es el platillo
volante. Tomando su propia interrogante: ¿de dónde cree que surge este modelo
iconográfico?
Según cuenta Moffitt en su libro Alienígenas.
Iconografía de los extraterrestres, el icono del platillo volante surge por
primera vez en la revista de ciencia-ficción Pearson´s Magazine, 1897 y en la primera versión del libro de H. G.
Wells War of the Worlds. Pero el
fenómeno de los avistamientos ovni está íntimamente ligado a la Guerra Fría y
el cine de ciencia-ficción de esa época, que a menudo relacionaba las
invasiones alienígenas con un posible ataque de la URSS. Es decir, es un icono que procede de la
imaginación humana y que tuvo su auge en esa época. Es en este momento cuando
se reproduce su imagen y se establece en nuestro imaginario como modelo de
ovni. A partir de entonces, nuestra mente ya está preparada para ver ovnis en
cualquier forma que se le parezca, incluidas las grafías rupestres. Es cierto
que el parecido de los signos claviformes con los ovnis es sorprendente, pero
es un parecido que hace nuestra mente moderna, educada en estas imágenes
difundidas en gran parte por el cine. Es decir, el parecido es fruto de nuestra
cultura visual moderna.
JK: A su entender, ¿cuáles son
las primeras grafías rupestres prehistóricas escogidas por los esotéricos como
prueba de las visitas de extraterrestres en la prehistoria?
Según tengo constancia, las del Tassili, y es, todo hay que decirlo,
precisamente el mencionado Henri Lhote quién hace las primeras alusiones. Él bautizó
como “marcianos” a las figuras con cabeza redonda y, por un exceso de
romanticismo, llamó Antinea a una figura femenina del Tassili. Los esotéricos
se aprovecharon de eso, tomaron el nombre por la realidad y lo utilizaron. Yo
creo que Lhote solo quería trascribir la extraña impresión que le había
producido estas figuras en medio del desierto, aunque hay que reconocer que
tiene párrafos desconcertantes en los que afirma: “Pues si los marcianos
pusieron alguna vez pie en el Sahara, hubo de ser hace muchísimos siglos, ya
que las pinturas de esos personajes de cabeza redonda del Tassili cuentan, por
lo que colegimos, entre las más antiguas”.
JK: ¿Cuál cree que son los principales
hitos de la prehistoria esotérica?
Principalmente, dos. La prehistoria nace como ciencia en la segunda mitad
del siglo XIX, es entonces cuando la tradición teosófica se convierte en
“prehistórica”. Hay que tener en cuenta que la prehistoria provocó en la
sociedad de su tiempo una cierta conmoción en la manera de entender el pasado.
De pronto, se hizo patente que la humanidad tenía millones de años de
existencia. Madame Blavatsky utilizó el prestigio de la ciencia, su retórica,
su lenguaje, en sus viajes mediante trances al pasado. Los ocultistas creen
poder conocer el pasado a través de sueños o recuerdos ancestrales y forjan
todo un mundo prehistórico de espíritus, dinosaurios, gigantes y catástrofes.
El segundo momento está protagonizado por Von Däniken y la Teoría de los
Antiguos Astronautas a finales de los años sesenta. La idea de que los
extraterrestres nos visitaron durante la Prehistoria no es nueva, pero Von
Däniken la moderniza con una habilidad increíble.
JK: Usted plantea que el arte
prehistórico es un espejo donde se ven reflejadas las ideas de quien observa.
¿Podría argumentar más al respecto?
Claro, podría yo incluirme en este caso. Yo veo el arte como un académico,
una ciencia que a mi modo de ver, ha demostrado ser muy eficaz como forma de
conocimiento; pero quizás ustedes piensen que existen otras maneras de conocer.
Nadie sabe cuál es el significado del arte paleolítico, posiblemente no tenga
solo uno, sino muchos, tantos como distintas clases de grafías hemos
documentado hasta el momento. En ese sentido, siempre que miramos al arte cara
a cara, este nos devuelve un reflejo indistinguible de lo que nosotros somos o
pensamos. Nuestra mirada no es inocente, sino que piensa. No vemos con los
ojos, sino con la mente. Además, nuestra manera de ver está educada (se podría
decir que contaminada) por los instrumentos ópticos. Esto es algo que ha
trabajado bien Jonathan Crary. Pondré un ejemplo, una fotografía de una pintura
de un bisonte de Altamira, es una traducción a nuestro sistema visual de la
grafía real conservada en la cueva que está en Santander (España). Tendemos a
confundir la fotografía con el original e incluso a creer que la fotografía es
el original, pues a menudo el original no lo hemos podido ver. Son distintos.
Esto es así porque la foto es una superficie plana de límites cuadrangulares y
llena de luz artificial. Pero en la realidad esta grafía se encuentra en una
cueva, sobre un soporte lleno de relieves sin límites precisos y en la
penumbra. Como ven ya no se trata ni siquiera de mis ideas preconcebidas, sino
de que el acto de ver en sí mismo es ya una idea y que los medios de que
disponemos para conocer el original -como la mencionada fotografía- no son
traducciones del todo fieles de la realidad, si es que existe. Lo que quiero
decir, en resumidas cuentas, es que yo no puedo líbrame, como humano que soy,
de mis experiencias personales en la vida, ni de la cultura moderna en la que
he nacido, a la hora de ver el arte paleolítico.
JK: Se plantea que el futuro de
la especie humana ha preocupado a los prehistoriadores del arte paleolítico.
¿Por qué considera que cada paso que se da nos aleja más del legado trasmitido
en las grafías rupestres?
Por lo que te comentaba anteriormente. La tecnología se interpone entre el
hecho gráfico y nosotros. Somos malos traductores de un arte cuyo sentido
ignoramos completamente. Pero los adelantos ópticos van a un ritmo desmesurado,
imponen una manera fría de ver las grafías y las despojan de todo rasgo
emotivo. ¡Demonios! Estas pinturas de las que hablamos son nuestro legado, de
todos, pues las hicieron nuestros tatarabuelos, que por cierto eran negros.
Aquí están nuestras primeras ficciones, nuestros primeros sueños hechos imagen.
En un Congreso celebrado en Santander, un defensor de las nuevas tecnologías
dijo que la Prehistoria había dejado de ser una ciencia humana. ¡Horror! Tenemos
nuevas y mejores tecnologías de documentación y clasificación, pero estamos
perdiendo el vínculo con la naturaleza terrestre que nos unía con nuestros antepasados
prehistóricos. Esto suena a tópico romántico, lo sé, pero es cierto. Nos
alejamos de ellos porque cada vez comprendemos menos el medio en el que ellos
forjaron sus primeras ficciones, que es la naturaleza. Muchos intelectuales
como Harari, creen que las nuevas tecnologías darán lugar a una nueva especie
humana. ¿Cómo verán esas nuevas generaciones el arte rupestre? Creo que no las
entenderán en absoluto. Por otro lado, creo que es muy posible que acaben
viéndolas a través de instrumentos ópticos modernos que sustituirán a los
originales. Las pinturas rupestres se convertirán en imágenes modernas, las
cuevas en sitios turísticos con recreaciones en tres dimensiones. Documentaremos
mejor el arte en beneficio de un saber clasificatorio sin sentido, como una
especie de coleccionismo postmoderno, pero nos alejaremos de su mensaje.
JK: Ya para concluir, ¿qué
retos cree enfrenta la Arqueología como ciencia que estudia los cambios que se
producen desde las sociedades antiguas hasta las actuales?
Si para Marc Augé la Antropología es la ciencia del siglo XXI, la
Arqueología será la ciencia del futuro que nos recordará nuestro pasado. La
tecnología humana, que ha sido siempre manual, es cada vez más visual. Eso será
un reto para los arqueólogos, porque la Arqueología es la ciencia de los
objetos. Nadie sabe cuántas nuevas maravillas y sorpresas yacen enterradas en
el subsuelo, donde se escribieron, en forma de objetos, las experiencias
humanas más diversas. Necesitamos
excavar, el apoyo de la gente, necesitamos comprender a la gente y qué está
pasando en la postmodernidad para que no sigamos ignorando la trascendencia de
nuestro legado prehistórico. En mi opinión, necesitamos también comprender
mejor cómo funciona el mundo de la ficción porque en él se encuentran las
claves que constituyeron nuestras primeras realidades.
Muchísimas gracias a Alberto Lombo Montañés por dedicarme parte de su
tiempo para la realización de esta entrevista.
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