Por
Orestes Girbau.
Rusia
(1821 - 1881)
Todos hemos tenido en la vida ocasión de
leer y escuchar noticias alarmantes, que parecen estar fundamentadas por los
mayores exponentes de delirio mental humano, absorbiendo sin el menor reparo,
la mente del ser pensante, causándole estupor,
intriga y miedo. Los eventos a
que me referiré no están bajo la férula de la Ciencia Ficción. Sólo me remitiré
al contenido de los mismos, exclamando a los cuatro vientos la necesidad de buscar
la cordura para comprender lo incomprensible. Asumo que, detrás de ciertas
alucinantes entregas informativas, se mueven hilos conductores, manipulando a
su antojo y siguiendo inquietantes y bien definidas agendas ocultas.
Sólo poseo determinados materiales, para mi
insuficientes, los cuales no me permiten llegar a conclusiones definitivas. Los
casos en cuestión tienen diversas aristas y derivaciones de alcance
internacional. Por lo anterior, me circunscribo a expresar ciertos criterios
basados en la relativa información obtenida durante el periodo objeto de
nuestra atenta investigación.
La fecha del 22 de septiembre de 1979, es
recordada por algunos aún, como el día en que Sudáfrica ejecutó una prueba
nuclear atmosférica. ¿Cuán veraz fue dicha información? Inmediatamente comenzó
a destaparse la caja de Pandora.
Una declaración emitida desde la Casa
Blanca, en Washington, expresaba que “un intenso resplandor registrado en el
Hemisferio Austral en septiembre pasado había sido provocado, aparentemente,
por algún fenómeno natural y no debido a una explosión nuclear”.
Hasta aquí podemos observar reconocimiento
explícito de que realmente se había detectado algo verdaderamente asombroso y
espectacular, y sobre todo, muy serio.
No obstante, esta declaración no termina
ahí. La misma agrega que: “los especialistas se esfuerzan ahora en establecer
si esa explosión, cuya amplitud fue estimada en dos kilotoneladas,
se debió a un “Super Rayo” provocado por el encuentro de una masa de aire polar con una turbulencia
oceánica más fría y húmeda”.
¿EXPERIMENTO NUCLEAR ENMASCARADO?
Finalizando octubre de 1979, el entonces presidente
estadounidense Jimmy Carter, informaba durante una reunión organizada por
directores de periódicos norteamericanos, que lo ocurrido en septiembre tiene
nombre y apellido: explosión atómica.
El ex mandatario, buen conocedor de los
peligros que entraña la desenfrenada
espiral del desarrollo con fines militares, y cuya observación de un OVNI
durante una actividad pública, le favoreció la notoriedad en círculos
ufológicos, declara sin rodeos, la entrada al club nuclear de otro nuevo socio,
pero ahora desconocido.
La incógnita apenas si comenzaba a
diluirse. Primero, la confusión, después vendrían las protestas a nivel mundial que no parecían dar al traste, en lo
que a buscar explicaciones coherentes sobre el hecho en cuestión.
Carter anunció también –sin hacer mayores
precisiones– que dicha detonación fue producida en la zona austral del
planeta, comprendida entre el Océano Indico, la Antártida y
el Atlántico Sur. Pero, las
declaraciones continuaron elaborándose. Y,
un alto funcionario de E.U., no
identificado por los medios divulgativos, declaraba en otro momento que esa explosión se
realizó “en la atmósfera para evitar
todo control sismológico”. Fin de la
cita.
Si no
nos apartamos de los datos que tenía en
nuestro archivo, el engranaje publicitario apuntaba a Sudáfrica la
autoría del ambicioso experimento, pues
existían por aquellos tiempos determinadas
razones para ello; el régimen sudafricano tenía en
marcha dos reactores nucleares con todo el uranio enriquecido
correspondiente, y estaba construyendo igualmente, una fábrica para procesarlo.
Tenía en su poder plutonio, más toda la tecnología necesaria. A la luz de los acontecimientos aquel
estado, gracias al apoyo recibido, se estaba convirtiendo en otra amenaza para
la paz y seguridad mundial.
Mientras todo esto se producía, hubo especulaciones. Estaba servida la mesa con el propósito de
que la confusión reinara. Extrañas
coincidencias no se hicieron esperar continuando la intoxicación
informativa.
En ese camino andaban las cosas cuando,
desde la misma Unión Sudafricana comenzaron a surgir noticias que, como es de
suponer, provocaron el lógico desconcierto público.
Hipótesis para una Información Objetiva
En este punto del trayecto surge una nueva
hipótesis; la del sudafricano J. Van R. Smit, profesor universitario en Durban,
que declaró sobre la desconocida explosión algo inusitado. Dijo, que todo fue
provocado por una ojiva nuclear coheteril soviética, lanzada en 1963. Debemos
señalar que, anteriormente, Smit declaró que el deslumbrante fenómeno había
sido causado por un meteorito. Los datos aportados, gracias a un satélite
americano, le daba otra credencial al enigmático hecho. Sugirió entonces, que
una ojiva nuclear rusa desgastada debido a la corrosión del agua, sencillamente
explotó.
Ateniéndonos a esa tercera variante, el
estallido nuclear artificial –ya que no
se trataba de un meteorito compuesto de Uranio 235– no se produjo en la atmósfera, sino en las profundidades
marinas. ¿Acaso esta última explicación teórica no es susceptible de ser corroborada por los sofisticados equipos sismológicos?
Debemos añadir otro elemento. Todo el problema podía haberse
provocado debido al accidente de algún submarino nuclear ruso o norteamericano.
La agencia TASS entró en acción enseguida.
Razonaba con inmediatez que los servicios tecnológicos norteamericanos pudieron
determinar la existencia de radioactividad en la atmósfera del área, puntualizando
que los sudafricanos habían llevado a
cabo su primera prueba nuclear.
Recordaré que estaremos hablando de otro
extraordinario fenómeno sucedido también en el mismo año de 1979.
¿Por qué?.
Todos los que monitoreamos constantemente
el acontecer OVNI a nivel mundial, conocemos del fenómeno nocturno y espectacular
observado por miles de personas en Islas Canarias el 5 de marzo del año 1979.
Durante decenios, el misterio que envolvió
al impresionante avistamiento, ha tenido naturalmente varias explicaciones.
Reconozco, que a diferencia del Súper Rayo, una experiencia canaria, perfectamente observada y
bien divulgada fotográficamente, tuvo
el mejor de los seguimientos por
parte del correspondiente personal investigativo, - a contrapelo de la
inescrutable prueba atómica austral de ese mismo año.
Fueron tantos los desmentidos, teorías y
revelaciones en relación al OVNI canario, que produjo todo un dossier, hoy toda vía sujeto a controversia, debate y agrias
polémicas. En tal sentido, estoy obligado a comentar el fenómeno, en base
al conjunto de analogías
observadas, que sugieren múltiples
explicaciones, incluyendo la extraterrena.
Por
mucho que se ha querido
desvirtuar y/o justificar la a parición
luminosa, en el sentido de que se trató
probablemente de un cohete lanzado desde un submarino norteamericano, las evidencias, a 41 años del sensacional caso aéreo, lejos parecen estar,
creo, de ser absolutamente concluyentes.
Hay quienes sostienen que el siglo XXI, entre
otros atributos, debe conocerse como el siglo de la síntesis. Sinteticemos el
abrumador expediente canario:
Fenómeno ocurrido en dos fases. Formaciones
multicolores que se ensanchan al oeste- suroeste de las islas.
Líneas zigzagueantes, intensamente
amarillas, recorre los anillos luminosos.
Aparece entonces un OVNI y una enorme forma
acampanada de luz veloz que asciende.
Desaparecen después los destacados anillos.
Se comprobó en todas sus fases luminosidad
propia.
Se obtuvieron unas 50 fotos a color y en
blanco y negro.
No hubo detección por el radar.
No se escucharon sonidos.
Crepúsculo – noche despejada (entre 7 y
8:10 pm)
Fenómeno no asociado con la puesta del Sol.
La estela dejada en 2da fase no parece
obedecer a la de un proyectil.
Cambios de trayectoria – irregular -.
Antes de desaparecer el objeto se
inmoviliza aparentemente.
Posteriormente se ilumina más la estela
dejada por el OVNI.
Altura máxima observada y/o calculada: 70
kilómetros aproximadamente.
El evento aéreo estaría produciéndose a más
de 200 kilómetros al suroeste de las islas y probablemente a mayor distancia.
Hubo percepciones físicas, (sensoriales),
climáticas y en la fauna, en ciertos puntos costeros.
Era observado desde el aire por pilotos
comerciales y pescado res en alta mar.
Visto por personal técnico especializado y
corroborado por mi litares.
El diámetro de los anillos exteriores llegó
a cubrir los 100 kilómetros o más.
No se trató de un fenómeno meteorológico
conocido.
Fue observado desde la distante costa
africana.
Se pudo constatar que las autoridades de
Inteligencia Militar españolas tomaron muy en serio el asunto.
La Armada rusa negó que lo atestiguado se
tratara de un misil lanzado desde un submarino soviético. Lo hizo público a
través de un Documento propio.
Las primeras conclusiones -valoraciones
computacionales sobre una sola copia fotográfica, hecha por el grupo dirigido
entonces por el especialista William Spaulding, es categórico a la hora de
pronunciarse. Afirmaba que todo había sido el producto del lanzamiento de un misil
mar-aire. Semejante conclusión era rápidamente rechazada por otro investigador,
Juan José Benítez, quién, en el propio terreno del avistamiento, entrevistó e
investigó, eliminando toda conexión del objeto no identificado con misiles,
auroras boreales, nubes iónicas, globos sondas, bombas nucleares submarinas,
meteoroides, espejismos etc. De ser un
proyectil mar–aire, el mismo sería
imposible de observar a tanta distancia. Sin embargo, a pesar de que el OVNI
era de grandes proporciones y se perdió en el infinito, por dos veces
consecutivas hubo de manifestarse que lo avistado era nada menos que una prueba
de la Armada estadounidense. E.U. por dos ocasiones desmiente la autoría del
evento.
Algo demasiado extraño sucedió durante
1979 en varios puntos del planeta, ya sea en la atmósfera o el
océano. No se conocen informes fidedignos que den testimonio sobre registros
radio activos contaminantes en el
entorno, ni tampoco detecciones sismológicas o meteorológicas, en la región
austral cercana a la Antártida. En Canarias por el contrario, si hubo ondas
caloríficas, olas desusadas y esa quietud que a veces parece dominar la
naturaleza cuando el fenómeno OVNI se manifiesta.
Mientras ambos acontecimientos se mantengan
en polémica, y a su vez sean pasto de
las llamas, incentivadas por la intriga, refutaciones y contradicciones, no
vamos a llegar a ninguna parte.
Solamente la negación ya es mala consejera, por la parte que nos toca a
nosotros, los que buscamos, y a veces hallamos la debida seriedad y un mínimo
de coherencia para tratar de razonar con sensatez. Y es aquí donde un buen
argumento mantiene su solidez. Si el Ovni de Canarias fue un misil, ¿Qué tamaño
tenía? ¿Cómo es posible que un simple
cohete arme tanta algarabía? Y sin embargo pudo ser un misil claro está, un misil
que ha servido para mantener intrigados a miles de ciudadanos durante lustros, pues
al final hay que admitir que si, pudo tratarse de cohetería avanzada, pero,
¿Por qué ahí y no en otra alejada región? ¿Por qué tanta indiscreción? Sin
embargo, cuando se comunicó lo del Súper Rayo hubo hasta reuniones y explicaciones a distintos niveles y se explicaron tantas cosas, que nadie creyó
nada entonces. En el asunto canario
parece haber un empate en cuanto a sugerencias entre ufólogos y
organizaciones investigativas contestatarias. ¿El empate se ha mantenido? Puede
que sí, puede que no.
Pasaron años y, -por otra parte– el cuento
del luminoso misterio austral se ha tornado más digerible aunque se le atribuyan
credenciales que en poco favorecen la atención de los que
veían alguna forma de expresión foránea por
tan inesperada experiencia.
PERO MIENTRAS TANTO
Pero mientras tanto, trasladémonos en el
tiempo. Retornemos a la mañana del 30 de
Junio de 1908, cuando un sol deslumbrante equivalente a muchas bombas nucleares reventó sobre la taiga
siberiana. ¿Por qué hacer tales
analogías? La experiencia Antártica ni
se parece a la de Tunguska y sin embargo se ha dicho durante decenios que fue
una explosión que dejó radioactividad, nada menos que cerca del lugar menos
indicado. Y suena lógico a los investigadores actuales que se transmitieran las
más emotivas y triviales explicaciones
como la del Super Rayo. Al
“meteorito” de Siberia le atribuyeron
una teoría igualmente “plausible”.*1
El acontecimiento tuvo lugar apenas
amanecía. La explosión en plena atmósfera de un luminoso y enigmático cuerpo,
que parecía provenir del espacio
exterior fue realmente grandiosa. Nacía la historia de un hecho formidable que
ha perturbado a diversos hombres de ciencia durante más de un siglo, y
conocido mundialmente como Fenómeno de Tunguska.
Numerosas han sido las teorías o hipótesis
tratando de dar explicación del visitante ignoto e ígneo. Desde la caída de un rarísimo meteoro,
pasando por un pequeño cometa o el trozo de antimateria capaz de atravesar la
Tierra etc. Otras consideraciones no menos suspicaces indicaron que el objeto
era una nave espacial extraterrestre o
sonda, la cual cumplida o no su misión, se vio precisada a autodestruirse. O quizá se trató de un accidente no premeditado de alguna
espacionave. Hay estudiosos que han divulgado sugerencias igualmente inquietantes. Señalan que en la taiga rusa,
existía entonces un reducido grupo de científicos rusos, conocedores de las
ciencia más avanzadas en aquella época, los cuales por disentir del Zar y
otras motivaciones, estaban prisioneros
en Siberia. Aún así, gozaban de cierta autonomía para realizar investigaciones.
Se dice que ellos pudieron diseñar, crear, conducir, elevar y de tonar un artefacto nuclear inventado y
desarrollado por los mismos. Contaban
con el tiempo suficiente, ya que el Servicio
de Inteligencia zarista “desconocía”
(o subestimaba) esos su supuestos experimentos. En realidad, son alrededor de
30 hipótesis, consideraciones, tesis, teorías y análisis vertidos, que
mantienen inflamada la base para todo tipo de conjeturas, suposiciones,
propuestas o inferencias; y hasta realizables proyectos expedicionarios
científicos. No obstante, muchos observadores opinan que el famoso “meteorito” nunca
presentó sus cartas
credenciales.
Los argumentos en contra del visitante
foráneo son tantos que cobra validez nuevamente refrescar la memoria. Definitivamente, quedan más incógnitas que
respuestas logradas.
Primero debo señalar, que el efecto
producido por el cuerpo aéreo encima del
deshabitado y aislado bosque, contiene elementos propios que parecen
identificarlo mejor con la catástrofe producida cuando explota un vehículo cuyos elementos nucleares les sirven a manera de
propulsión, aparte de otras características y referencias que hacen suponer lo
mismo respecto al fenómeno. Tratemos de indagar. Quedan por explorar respuestas
a diversas interrogantes y mucho que aprender sobre las consecuencias que
tendría para la futura humanidad otro hecho semejante.
He comentado en otras líneas que apenas 48
horas antes de producirse el extraño suceso en la atmósfera terrestre, un prestigioso
astrónomo nombrado W.F. Denning, estaba observando un eclipse. De pronto vio un
objeto celeste de origen desconocido en
el campo de su telescopio. El cuerpo
según Denning, tenía una dirección
(aparente) hacia nuestro planeta. Y la
revista Observatory 31-288 da testimonio de esta experiencia.
Después de verificarse astronómicamente,
pasamos a la observación directa y masiva. Atención, ya en esta oportunidad el
OV NI debe estar situado en las capas
más altas de la atmósfera terrestre. Porque una caravana que estaba
trasladándose en ruta por el desierto de Gobi, observaba el paso de un enorme
objeto cilíndrico color azul que, sin producir sonido alguno, sobrevoló aquella
área, dirigiéndose hacia la región siberiana. Debo insistir que el cuerpo luminoso tenía
una trayectoria que no
correspondía con caída alguna de meteorito, o sea, vertical de arriba hacia abajo o
en diagonal, independientemente de
que esos errantes cósmicos no tienen forma cilíndrica. Además, fueron numerosas personas que dieron
testimonio de aquel OVNI, tan parecido a las catalogadas naves portadoras
modernas. Mayor curiosidad provoca conocer que, momentos más tarde, acaecía la
explosión que ha quedado registrada, científicamente hablando, en los anales de
la investigación mundial, como otro caso
singular y controvertido en el decursar histórico y científico humano.
Observemos lo siguiente: Si dos días antes
de la explosión se hubiera visto un cometa ¿por qué no se anunció? ¿Era un cometa oscuro y demasiado pequeño?
Simplemente esto: ¿por qué ver un cometa? El OVNI avistado por Denning iba
lento y puede que se tratase de una nave alienígena, tratando de orbitar el
espacio circunterrestre. Ello justificaría – estimo– la anterior aseveración
teórica. Los terrestres hacemos algo
parecido al explorar los planetas vecinos del Sistema Solar.
Análisis de otras particularidades:
El ingenio estelar se encuentra en las
fronteras de la alta atmósfera, y lo que sucedió después pudo
haber sido un descontrolado accidente, nada previsto en la agenda que traían consigo
estos visitadores. Dejaremos a un lado esta “romántica” y rica teoría, y adentrémonos en la siguiente fase, que
coincide con la realidad, terrible e
inquietante lección que proviene del espacio
exterior y que prosigue
alertándonos, sea natural o artificial.
Proseguimos con la segunda variante.
El objeto globular, brillante igual que
nuestro Sol, entró casi horizontal a la superficie terrestre –cualquier
similitud es pura coincidencia– con una velocidad menor (de acuerdo a los
cálculos) de 1 km/seg. Un mapa confeccionado para determinar la trayectoria del
vuelo y velocidad del globo ígneo sobre diferentes zonas (Mapa de Monotskov)
concluyó que el OVNI voló frenando. Cuando llegó al punto donde hizo explosión
su velocidad era 0.7 km/seg. Otro aspecto digno de tener en cuenta, es que pudo
comprobarse que el trayecto recorrido por el objeto fue rarísimo. Podemos
entender que el objeto halla viajado a una velocidad inicial mayor; así y todo,
queda la duda respecto a su procedencia y el porqué nuestra atmósfera no lo
pudo detener. Y es que todo aparece claro ahora, un siglo más tarde. El proyectil cósmico era sumamente pesado y
su velocidad hace pensar que procedía del mismo Sistema Solar, pues de lo
contrario tendría que superar –según cálculos – los 42 ki lómetros/seg. Sencillamente, no parece haber sido
construido tampoco –en tal caso- para
rebasar nuestros límites más allá
de Plutón, su velocidad cósmica apreciada no se lo permitía, suponen los
entendidos.
Podemos agregar que el visitante no
oscurecía el firmamento. Al contrario. Acto seguido, explosiona, y la energía causante
de los descomunales destrozos, nunca debió ser el producto de la energía térmica en que se convertiría la
energía cinética del meteorito al golpear contra nuestra
superficie. Tratándose de energía nuclear, de inmediato es liberada durante la
sugerida explosión atómica del
combustible almacenado por una
hipotética tecnología volante avanzada,
-una espacio nave- que sin ella misma
impactar en la superficie, produjo el aniquilamiento total del traído y llevado
ingenio sideral.
Se ha divulgado que en los viejos
sótanos de la Academia de Ciencias rusa fueron encontrados hace
años, viejos envases conteniendo tierra
traída del punto donde aconteció la catástrofe.
Cuando se hizo el correspondiente análisis de estas muestras, se
hallaron partículas de polvo metálico cuyo tamaño es de fracciones de milímetro. Otro importante análisis –ahora químico–
arrojaba presencia de hierro, un 7 por
ciento con teniendo níquel y aproximadamente
7 por ciento de cobalto, así como también esferas de magnetita, del tamaño de
centésimas (de milímetro). Esto último hizo suponer que las esferas eran el
producto de la fusión del metal en el aire.
Hago un paréntesis tratando de señalar un
detalle importante, previo a la observación y divulgación hecha por Denning.
Un estudio
evaluado, matemática y astronómicamente eficiente y objetivo,
científicamente hablando,
demostraba algo impresionante. Digamos
que, para el experto ruso Sternfeld, existe un cálculo exacto y comprobado de
itinerarios y plazos de vuelo de una máquina espacial, que corresponde a las
oposiciones planetarias entre 1907 y 1909. Acorde con lo afirmado por Sternfeld, si el explorador interestelar hubiera salido del planeta Marte en la época más
propicia, tendría que haber llegado a la Tierra durante 1907 o 1909, nunca en
1908. Sin embargo, un viaje espacial
comenzado desde Venus, aprovechando la oposición del año 1908 entre el segundo planeta y la
Tierra, los advenedizos tenían que haber llegado
precisamente el día 30 de Junio del año 1908. Los ufonautas, antes de la
oposición del año 1909, estarían en
condiciones más ventajosas para retornar al cuarto planeta (Marte) desde
nuestro mundo.
¿Pura coincidencia? Dejo establecido que no
tuvieron necesariamente que ser marcianos los foráneos. Es posible que una raza
de otro Sistema Solar nos estuvieran visitado ya en esos tiempos. En cuanto a
Ari Abrahámovich Sternfeld se refiere, podemos decir sin temor a equivocarnos
que no fue un simple personaje improvisado en cuestiones relacionadas con los viajes por el cosmos. Era un científico de clase en la desaparecida
Unión Soviética, especializado en cosmonáutica y autor de numerosos trabajos
científicos de divulgación. Sus obras principales son caudales de conocimientos, durante el
trascurso de su vida científica,
realizando su “Introducción a la cosmonáutica
en el lejano año de 1937, logrando escribir otra obra
mucho después, en 1956, titulada ”Satélites artificiales de la Tierra”; siendo galardonado con el Premio
Internacional de Astronáutica en 1934
y el Premio Internacional Galambert de Cosmonáutica
en el año 1963.
Las más variadas interrogantes quedaron
tras el rastro del extraño viajero.
Ejemplos sobran: ¿Por qué en el
centro de la catástrofe quedó
intacta la capa de turba y de
congelación perpetua? ¿Acaso está última no tenía que haberse derretido?
Los incidentes ocurridos tanto a eventos
como a los animales, pueden aproximar mejor el cuadro de una explosión
atómica. Puede inferirse lo anterior
porque en el punto de detonación (en tierra) o sea en la vertical terrestre, se
ha podido constatar verdaderamente, que
existe una mayor radiactividad, la cual supera proporcionalmente hoy, el nivel
natural. Además, en el
terreno debajo de donde el cuerpo explosionó, se ha detectado la mayor anomalía
magnética del planeta. Allí hasta los propios insectos –mosquitos– no
escaparon a las mutaciones. Estos son proporcionalmente mayores y poseen un
mayor números de patas. Se ha especulado incluso, que durante su paso el
“meteorito” influyó en dichos insectos cuando las ondas expansivas atravesaron
una grandiosa nube de mosquitos. A todo
esto, añadiremos novedosos estudios que revelan cuán lejos es tamos de poder
esclarecer definitivamente este rompecabezas.
Un número de entusiastas creen que hubo un
accidente en una nave, cuyos pilotos
trataron vanamente de salvarse
tras varias maniobras increíbles. Hace solamente pocos años, la prensa moscovita anunciaba que habían “descubierto” en el valle
del río Tunguska, restos de un aparato mecánico gracias al apoyo
satelital. Incluso, una original
expedición era concebida y organizada
con el objetivo de demostrarlo.
Ciertamente, mucho se comentó en relación a dicha expedición y sus organizadores.
En los estratos de turba y suelo del sitio geográfico objeto
ahora de nuestro interés, se ha verificado la presencia inusitada de elementos
raros que son superiores 600 veces al existente en otros territorios del planeta.
Debemos repetir que en determinados
meteoritos existen elementos raros y que los mismos no se diferencian de
los terrestres. Y que no existen meteoritos
radiactivos. Sin embargo, los árboles
allí crecen actualmente más rápido que antes de haberse producido la devastación,
pero ello no es concluyente.
Podemos sumar también otro elemento trágico: en el epicentro de la explosión, (bajo ella) estaba (y está)
el cráter de un antiguo volcán. Y fue descubierta una elevada
irradiación infrarroja; se ha precisado que en esa misma zona es donde pudieron
haber ocurrido las mencionadas mutaciones, y además el desprendimiento térmico
es mayor.
Del sobrecogedor hecho podemos comprobar
otro fenómeno inexplicable. No se trata de simples indicios, existe un
elevado nivel de carbono 14 en los anillos de los pocos árboles sobre vivientes
al apocalíptico "meteoro".
Ahora
bien, si la onda expansiva le da la vuelta al mundo siendo registrada y pudiendo comprobarse otras
consecuencias a su vez, cuando a
miles de kilómetros se leía de noche gracias a las nubes luminosas que
se dejaron ver en distintas regiones europeas;
debemos suponer que la envergadura del fenómeno
era inmensamente superior en
potencia a las bombas nucleares lanzadas
en Japón por los E.U. 2*
Tunguska
-comentamos- tiene más de un siglo. A pesar del enorme cúmulo de
información recopilada sobre el meteorito ausente, nunca se ha podido demostrar
su presencia. Pues bien, denota
osadía afirmar que en Septiembre de 1979, y en plena guerra fría, explote un artefacto que no es
patrimonio de nadie, no hay conocimiento
de ninguna imagen satelital, fotos, ni
documentales… nada. Sólo, 27 años más
tarde, un diario de relieve en Israel, afirmó que ese país había sido el autor
del susodicho experimento nuclear, otrora Súper Rayo.*3
Confieso mi estupor, porque durante el
mismo periodo, la controversia respecto al UFO canario persiste. En el evento si hubo una luz deslumbrante fotografiada, escena
que “no” registró ningún satélite a
pesar de ser un área mucho más frecuentadas por ellos.
Si con todas las “pruebas” que demuestran
que el OVNI canario se trataba de un cohete
Poseidón quedan puntos oscuros, que
no pensar o afirmar respecto al “resplandor” que nadie vio
cercano a la Antártida. Recordemos que apenas 10 años siguientes, en
1989, se afirmó en medios ufológicos,
que un OVNI se hubo de estrellar en el
desierto sudafricano de Kalahari, recobrándose posteriormente cuerpos
humanoides. El acontecimiento austral pudo ser justamente otro semejante al
canario. Con tal implicación debemos también hacer objeciones y, trasladar
nuestro análisis hacia la esfera de influencia del tema UFO, porque en verdad
se ajusta igual a esa línea de criterio.
Y SI SE TRATABA DE UN O.V.N.I.
Hemos comparado superficialmente tres
realidades que de antemano son distintas. Una de ellas con 30 explicaciones
diferentes. Otra, tiene cuatro. Y la última, dos. La menos espectacular fue la
acaecida en la Antártida, territorio que luego era noticia, cuando se logró conocer la existencia del agujero en
la capa de ozono sobre su amplia superficie.
No debemos siquiera arriesgar hipótesis ni especular con noticias
fraudulentas. Pero, también se dijo que un experimento o bombardeo
atómico en la Luna había sido mentira, y hoy se
habla abiertamente que semejante
idea estuvo dentro de las
probabilidades reales *4.
En el siglo pasado se mencionó
insistentemente en más de una ocasión, por
afamados astrónomos, que en la
superficie marciana se habían llevado a cabo pruebas nucleares *5. Los casos
fueron debidamente registrados y
coincidieron con oleadas de UFOs y la gran oposición del planeta Marte.
AJUSTADO A LOS HECHOS
Se sabe que en el espacio cercano,
satélites norteamericanos VELA no
pierden pie ni pisada a cuanta
posible o probable explosión nuclear ocurra en nuestro planeta. Y ello, utilizando
sofisticados medios tecnológicos.
El peligro que implicó para una región tan
sensible como la Antártida un experimento de tal naturaleza aniquiladora, está
fundamentado en todo momento por la misma comunidad científica. Cuesta trabajo creer que se tratara de un
accidente. Otros fueron conocidos
ampliamente; hablar de ellos resultará reiterativo. Los accidentes justifican incluso las
declaraciones oficiales emitidas. Pienso que no se trató de un experimento o de
algún accidente incontrolado. El seguimiento realizado era mayor que la censura
deseada. ¿O es que no hubo nunca disposición a censurar el hecho? ¿Cuántos
estaban interesados en manejar las dudas prevalecientes? ¿Se les fue de las manos a alguien el encubrimiento muy
rigurosamente planificado? No lo veo, al
parecer, demasiado especulativo. Tal vez el injustificable acontecimiento
tuviera su causa o motivo en:
Un fenómeno óptico producido por un
experimento físico controlado.
El lanzamiento de una ojiva nuclear, sobre
un punto determinado antes en el área, o detonada dentro de la misma.
La neutralización de un blanco que se
dirigía hacia una zona protegida.
Explosión accidental, encima del mar (o
superficie) de algún OVNI.
Cualquiera de los cuatro hechos pudo haber sido la causa o motivo. Pero, estrechando más el
cuadro de suposiciones, quizá podamos vislumbrar mejor hacia otra dirección, y
analizar la probabilidad que no hemos meditado, es decir, aquella que tiene en
cuenta a todas las variantes, incluyendo
aquellas supeditadas al ámbito militar.
¿Por qué?
Porque
al registrarse la detonación en
lugar tan apartado, esta explosión debió ser mayor a la de Hiroshima. Además, fue en la atmósfera, ya que si ocurre en el mar, las derivaciones
pudieron haber sido otras. Recordemos que cosmonautas rusos, ”divulgaron” en
cierta ocasión haber observado encima del mar, como dos olas gigantescas se
encontraban para chocar una con la
otra. Nuestra época no se diferencia de
anteriores tiempos históricos. La caída de alguna nave terrestre tampoco debió
registrarse en esa fecha (Sept 1979)a pesar de que el Skylab reingresó a
superficie aquel mismo año.
Por lo anterior, el hecho “pudo ser” producido cuando hubo de
acometerse una operación fugaz
contra un objetivo determinado, posiblemente
cerca del territorio antártico o procedente de él. Lo raro de todo esto
es que nadie se dio por enterado. Y todo por haberse tratado -estimo-
de un simple ensayo, que produjo efectos luminosos amplios.
En efecto, asumir un pensamiento fantasioso, puede interpretarse
de mil formas y ahí es cuando debemos
lanzar de lleno la pregunta,
ajustándonos a otra realidad. ¿Realmente
hubo prueba atómica cerca de la Antártida?
La respuesta debe ser SI.*6
Ahora bien… Hay que tener en cuenta algo
importante. Cuesta verdadero esfuerzo asimilar que en un área intocable como la
Antártida y sus cercanías se produjera
ese tipo de ensayo, sin ningún motivo imperioso relacionado con la defensa
planetaria. ¿Porqué después de acontecer el Año Geofísico Internacional en
1957, han sucedido una serie de eventos
que no han sido satisfactoriamente explicados? ¿Acaso antes también no los
hubo?
Veamos: actualmente existe el Tratado de
Prohibición Completa de Ensayos Nucleares
en el misterioso continente helado. A tal efecto la Asamblea General de
Naciones Unidas, ha puesto en vigor –a partir del 10 de Septiembre/1996– un tratado obligatorio que compromete a los Estados a no realizar ensayos nucleares
y prohíbe, y previene, explosiones atómicas dentro de su jurisdicción. El tratado, en su Artículo IV, deja
establecido todo un sistema a nivel internacional que monitorea, a través de
instalaciones o estaciones hidroacústicas,
sismológicas de radio nucleídos y de infrasonido.
Debemos tener presente lo declarado por la
prensa internacional, en relación con el fenómeno austral del año 1979. No es
lo mismo dar la impresión que impresionar. No es igual un hecho impresionante conocido que uno desconocido
que pueda dejar una conmoción
generalizada, capaz de cambiar radicalmente la apreciación que se tiene del
tema OVNI. Con ello estoy tratando de
considerar el caso aludido bajo un
prisma diferente, y para eso siempre harán falta pruebas sustanciales o muestras que iluminen pobremente el paisaje
- indirectas o circunstanciales, que ayudan a entender y comprender mejor el
asunto. Pero, ¿persiste la mala información o desinformación?
Elementos a tener en cuenta
Durante la segunda quincena de Mayo del año 2006, el diario
hebreo Yediot A Haronot anunciaba que, según documentos desclasificados por los E.U., quedaba desmentido todo lo
divulgado entonces por la Comisión creada
– por Carter – concluyendo que
las explosiones eran de origen desconocido.
La información hace referencia al
satélite USA que detectó sobre el Atlántico UNA misteriosa detonación nuclear.
El informe me admite que Israel y Suráfrica
mantenían estrecha
colaboración en lo concerniente a
investigaciones de carácter atómico, tras un acuerdo de cooperación nuclear
firmado en 1974 por ambos países. El ensayo fue realizado sobre una plataforma
situada al norte del continente antártico.
Razonemos lo siguiente:
Carter nunca dijo que la explosión no fuera
nuclear. La Comisión creada por él sólo
divulgó lo que los servicios de in
formación militar e inteligencia le pudieron brindar. Todo el fenómeno, en su conjunto, pudo haber tenido otras
credenciales. La desclasificación era el producto de una formal solicitud del
Centro de Investigación sobre Seguridad Nacional de la Universidad Georgetown,
en Washington.
¿Hubo una o varias explosiones? ¿Entre los documentos des clasificados está
alguna evidencia fotográfica?
Leamos entre líneas:
Los documentos nada más confirman que la
enigmática “prueba” era nuclear. Lo relativo al origen resulta incluso
hipotético, independientemente del significativo hecho.
Decir que es casi una confirmación total no
es lo mismo que afirmar categóricamente.
Las especulaciones, por tanto, subsisten, existiendo
razón de sobra para ellas. Y el fenómeno OVNI –de haberse manifestado– quedaba fuera de la
mirada suspicaz entre los investigadores
que, desde hace generaciones, han podido conocer sobre múltiples
encuentros cercanos en el que la radiactividad ha estado presente. A veces
creemos, no sin un átomo de lógica, que ciertos y desconocidos documentos
delirantes, se quedan cortos ante la pasmosa realidad coexistente. Hay que señalar una cosa: Independientemente
del hecho en sí, debe causar inquietud. Si se trató de un experimento, o ataque,
(¿a qué o a quienes?, ¿de parte de quién o de quiénes?) de un
UFO estrellado(o derribado), el caso es que en el entorno se derramaron
componentes radiactivos y, declararlo pública y oficialmente, pudo considerarse – quizás –
imprudente para los comprometidos en esa acción científico–militar.
El historial OVNI está plagado de esa
clase de eventualidades, y, haber un mínimo de relación no sorprendería a
entendidos.
SOBRE OTRA RAREZA EN EL CIELO
Los que nos relacionamos con estos temas
espinosos no podemos confundir automáticamente,
la luminosidad producto del
descomunal desastre de Siberia, con el producido por otro curioso
espectáculo celeste.
Hace
más de cien años (en 1885), el
astrónomo ruso V. Tserasski descubrió un espléndido fenómeno que le produjo
enorme sorpresa: las nubes noctilucentes. No era para menos, porque esas llamativas crestas luminosas tenían
reflejos metálicos, iluminándose cuando
el Sol se había puesto, comprobándoseles
una altura de 80 kilómetros. Cien años
después, la Ciencia desarrolla el estudio sistemático del evento aéreo anómalo,
y definiendo mejor sus características y procedencia, ya que son formaciones
difíciles de observar. ¿Debido a qué?
En primer lugar estas nubes luminosas
aparecen raramente sobre determinadas
zonas del planeta, y en ciertos períodos. Los científicos han indicado que ese
fenómeno es la prueba del dinamismo existente en
las altas capas atmosféricas y de los procesos que allí operan. Otra
singularidad que podemos señalar,
relacionada con la investigación de estas formaciones, es que sólo pueden
observarse, fotografiarse, filmarse y medirse con mayor exactitud desde el
Cosmos, por entrenados cosmonautas y los diferentes ingenios espaciales.
En Tartú, Estonia, ha existido un centro
geofísico internacional dedicado a
recepcionar informes relativos a tales apariciones celestes. Una de las características sobresalientes de
las referidas nubes vistas desde tierra, indican que las NN se iluminan con luz
reflejada. Están tan altas, que el Sol
las alumbra todavía cuando las demás nubes ya han quedado
sombreadas.
Resulta lógico que surgieran numerosas
hipótesis, una de ellas expuesta en 1887
por el físico alemán Friedrich Kohl
rausch. Sostuvo el también miembro de
la Academia Científica rusa, que el
peculiar fenómeno tenía origen volcánico,
recordando que, como resultado de la erupción del Perbuatán en Krakatoa
(27-8-1883), se habían arrojado al aire 35.000. 000 t de masa fragmentada que durante dos años provocó
anomalías, tales como amaneceres
claros y atmósferas poco
transparentes entre otros,
apuntando finalmente que producto del evento surgieron NN, y que estaban constituidas por gotas o
cristales, debido al vapor expelido durante la famosa erupción, y que estas alcanzaron
las capas más altas del nivel atmosférico terrestre. Pero, posteriormente, esta consideración fue
rebatida por científicos rusos, saliendo a la palestra una novedosa hipótesis,
expuesta por Leonid
Kulik – reconocido investigador del “meteorito” de Tunguska– quién dedujo que las misteriosas NN eran
formadas por el enfriamiento de los gases sublimados
durante el trayecto de los meteoros; Kulik creyó firmemente que las NN observadas a raíz del fenómeno siberiano,
tenían esa procedencia. Tampoco la formulación de esa nueva hipótesis
pudo sustentarse mucho tiempo. En los
años 50 del siglo XX, un catedrático soviético nombrado Iván Juóstikov,-
especialista, estudioso de las altas capas de la atmósfera – aseveraba que a la altura en que las NN
se forman (75-88 km) era donde
estaban creadas suficientes condiciones. Explicó Juóstikov que la sugerencia meteorítica no solventaba
el enigma, porque los meteoritos se evaporan y pulverizan más hacia
arriba.
Tiempo más tarde apareció una tercera
hipótesis: las nubes luminosas se producían gracias a la condensación del
vapor de agua en forma de cristalitos helados.
Sostenía un experto, que era
posible donde reina una temperatura de 220 grados K.
Cuando
hubo de iniciarse el Año
Geofísico Internacional (1957),la investigación
profunda del fenómeno NN estaba en la
agenda, comprobándose que en las latitudes medias de la Rusia europea, a la
altura de 80-85 km, se registra una temperatura de 154 grados K.
Durante el verano de 1958 en Moscú, se
inauguró un Simposio Internacional sobre NN.
Hubo acalorados debates respecto a la inexplicable fenomenología. La
existencia de hielo, allí donde aparecían las NN estaba demostrándose, pues los
crista les no se evaporan, ya que miden
pocos micrones y son por tanto, transparentes para los rayos solares.
Con el tiempo se introdujeron
instrumentos sensibles pudiendo demostrarse
que a 80 km de altura existe un porcentaje de humedad alto, provocando
que el vapor se condense.
Y nació la cuarta hipótesis: nuestro astro
rey lanza en todas direcciones, ríos de partículas que viajan a grandiosa velocidad, y no contienen
moléculas de vapor, pero tienen átomos de hidrógeno. Esta original proposición
científica sugiere que los átomos al unirse – en las altas capas atmosféricas –
con los de oxígeno, ambos formen vapor de agua e hidroxilo. Dada estas uniones naturales – se explica –
ha sido factible conocer respecto a las
características ópticas en NN, y su capacidad para polarizar la luz.
Si he añadido aquí lo referente a las NN,
es con la finalidad de comentar que:
Fenómenos parecidos pueden tener diferentes
orígenes o procedencias.
Ocurren a veces en una misma región, y
pueden presentarse a distintos niveles de la atmósfera terrestre.
Las NN siguen siendo bastante enigmáticas a
pesar de los estudios científicos realizados.
La
presencia foránea se
descarta en el caso de las Nubes
Noctilucentes. En lo referente a esos procesos o circunstancias que produjeron
las otras desusadas experiencias, hasta que
los investigadores imparciales no
posean todo el material correspondiente,
no les será permisible ahondar
en los hechos, ya que
solamente se puede ser capaz de realizar
una introducción profunda dentro del marco seguro, apelando a la transparencia informativa y a una desclasificación total de documentos
clasificados no viables actualmente.
Si un evento fenomenológico como las NN –que es investigable y selectivo-
geográficamente- contiene en si un sinnúmero de interrogantes hoy día, ¡que
diremos de Súper Rayo!. Tunguska dejó en su desconcertante detonación, todo un
apartado y complejo territorio convertido en
laboratorio al aire libre. Y del
expediente canario quedaron valiosas fotografías como
testimonio de lo que hasta la fecha, algunos pretenden explicar, - más allá del paisaje puramente terrenal- como
ejemplo de otro expediente UFO español y mundial. Y otros aseguran, sin
despiste, que fue una prueba militar.
Actualmente, las NN son vistas con mayor frecuencia sobre los polos, y
aseguran algunos expertos, que pueden ser el resultado del
calentamiento global causado por la actividad humana, que ha propiciado
condiciones más gélidas en las altitudes. O sea, existe una quinta hipótesis
que la misma NASA está queriendo dilucidar en los últimos tiempos.
EN OTRO MOMENTO DE LA HISTORIA
1960: las negociaciones que tuvieron lugar
con el propósito de proscribir los experimentos atómicos entre E.U. y Rusia, no fueron satisfactorias. El recelo prevaleciente en ambas partes, y
el temor de que las pruebas fueran efectuadas
por otras latitudes aún más peligrosas, acrecentaron la exasperación. No
sabemos si tal desconfianza aumentaba la tensión sobre la correlación militar o
no. Creemos que si, ya que se ha
manifestado en años recientes,
que en el verano de 1958 los norteamericanos
efectuaron tres detonaciones no convencionales no lejos del continente
antártico. Otras fuentes refieren que
entre 1957 y 58 una oculta base enemiga en la región antártica había
sido atacada con poderoso armamento letal.
Dichas fuentes –según se hacen eco y estiman algunos comentaristas-
parecen tener una mayor inclinación a lo
puramente imaginativo, pero, el hecho de que se mencionen verdadera mente da
algo que pensar.
Volvamos a 1960. Eisenhower proyectó la
terminación limitada de experimentos
nucleares, pero, en base a cierta condición:
que la URSS aceptase prohibir toda prueba atmosférica y submarina, equitativamente y
sin límites en el sistema de inspección.
Las potencias nucleares desconfiaban. Y es cuando al Kremlin le pareció inaceptable aquella propuesta.
Los estadounidenses también tenían sus temores. Estados Unidos no había desarrollado armas
nucleares pequeñas. Temía -acorde con
los expertos– dejar a un lado sus
pruebas con fines pacíficos, cuestión
esta a la que Rusia se sentía igualmente con derecho.
En apariencia, Norteamérica se sentía
confiada de su superioridad militar, y un tratado quizá propiciara que
los soviéticos incluso se le adelantaran. Por otra parte, altos jerarcas del pentágono
recomendaron al Presidente
que no
asumiera compromiso alguno de
cesar completamente los peligrosos ensayos, según fuentes periodísticas bien
informadas.
Parece que la tapa al pomo era puesta por un Comité de especialistas, el cual
informó a Eisenhower que las probabilidades de detectar explosiones subterráneas (en esa
ya distante época) podían establecerse
en una proporción de 1 a 100,000. Siendo
así, un acuerdo debilitaría al contrincante más poderoso. Estaba claro que los
expertos y consejeros apostaban a la carta de
continuar el fortalecimiento militar, asegurando lo ineficaz e impracticable que suponía ser un sistema
absoluto de inspección y control. Resultaba obvio que un mensaje era el que
propalaban los principales jefes de
estado y otro el que por detrás del
telón les susurraban sus asesores. Como apuntaba un periodista: “lo único,
pues, que se ve claro en todo esto es la razón por la cual no es posible ver
claro”.
Trasladémonos de nuevo a 1958. Digamos que, en ese año –
y algunos comentaristas lo aseguran –
tres mini - explosiones atmosféricas
perturbaron el tranquilo y límpido ambiente del atlántico austral no
lejos de la Antártida. La secrecía ha permanecido hasta hoy. Tal vez algunos despistados, conformados con
explicaciones triviales, y otros dando seguimiento a sus propias líneas investigativas, que
tienen bastante que ver con las vertientes esotéricas dentro del medio
ufológico, han descuidado otras
búsquedas que, definitivamente, junto a las anteriores, presentan el cuadro de misterios mejor elaborado que puede nadie suponer.*(7)
Los
efectos radiactivos a la naturaleza deben haber causado
gran daño. No menos impresionantes fueron las Auroras Boreales
desusadas. Y aquí retomamos el raro resplandor
producido por “Súper Rayo” que nos hace recordar al inventor Tesla. Y
recordamos -como no- el exótico juego de luces que vapulearon el firmamento canario sin nadie esperarlo. Lo antes escrito nos
obliga a analizar la historia en su decursar, en su justa perspectiva. Ella es un juez implacable y aunque en dadas
ocasiones hay tendencia a su
deformación bien intencionada, en el fondo
jamás es una quimera. Del siglo XX
diremos que conoció eventos horribles.
El fenómeno de Tunguska pudo haber sido más traumático, si el “meteoro” hubiera
explotado encima de un centro urbano densamente poblado.
La conflagración mundial provocada por la
Segunda Guerra, a pesar de culminar con dos poderosas bombas exterminadoras,
pudo haber tenido un desenlace diferente si no hubiera quedado Alemania
derrotada en Mayo de 1945. Los planes de
llevar a cabo bombardeos en grandes orbes con bombas nucleares, lanzadas desde
submarinos, aviones y rampas, debía haber sido la hecatombe final que marcaría
la culminación de todo un programa nuclear concebido por los nazis y que estaban decididos a llevar hacia adelante.
No todos recordamos a una figura, que más
tarde se convertiría en uno de los mayores precursores de su tiempo del
pensamiento científico, amén de ser uno de los pilares encumbrados del conocimiento
enciclopédico europeo. El paleo
contacto, los enigmas de la historia y el fenómeno OVNI fueron fuentes permanentes
para su inspiradora obra divulgativa. Hubo algo más que eso cuando me refiero a
Jacques Bergier.
LA SUMA DE TODOS LOS MIEDOS
Es el título de una producción
cinematográfica norteamericana, que lleva al espectador a una profunda
reflexión. Trata de un enfrentamiento directo entre las dos grandes
superpotencias.
Saliendo del dominio de la ficción cinematográfica y penetrando
el marco que nos reservó nuestra historia humana, tenemos conocimiento
fehaciente del número de crisis que han causado y causan peligros a la existencia misma del hombre
sobre la Tierra. Relacionemos, hagamos
un paréntesis hasta aquí, y fijémonos que no ha sido nunca motivo de discusión
o polémica, el re conocer una fecha fija para inscribir al fenómeno OVNI. Ellos estaban y están observándose y detectándose, mucho antes de 1947. En plena contienda mundial los supuestos
tripulantes de esos objetos debían haber
tenido motivos enormes de preocupación –
si es que se preocupan igual a nosotros -. De lo contrario, podemos admitir
irónicamente que ellos serían parte causal en todo este rocambolesco proceso.
Recordamos que los nazis por poco poseen la
bomba atómica. Y el centro de mayor
atención en cuanto a las apariciones aéreas inexplicables en aquel tiempo, era
Europa.
Mencionamos antes a Jacques Bergier,
francés de origen ucrania no y héroe emblemático de la resistencia contra la
ocupación alemana durante el conflicto que ensangrentó a Europa entre los años
1939 y 1945. Su genial obra y
conocimientos especializados estuvieron
unidos al extenso expediente que llevaba consigo, siempre, a favor de la
cultura. Esta mente lúcida perteneció – de acuerdo con el escritor galo Jean Nocher
– al grupo Marco Polo, que contribuyó, en plena guerra y dentro de Francia, a derrumbar un macabro plan: los preparativos para fabricar el arma
nuclear por parte de Alemania. Bergier
fue el héroe de una de las mayores aventuras del siglo XX. El, junto a la falange de sabios lioneses que pertenecían a la red Marco Polo,
advirtieron en su momento al gobierno
británico, que Hitler estaba preparándose para fabricar la poderosa
arma. Por aquel entonces, el Inteligence Service no concedió crédito suficiente
a tal historia. Y ocurrió que más tarde, las autoridades inglesas estuvieron en
posesión del secreto, el cual surgía de las pruebas estadounidenses ya
existentes. Atónitos, relacionaron las
experiencias con los informes recibidos desde territorio francés. Resultado:
Las escuadrillas de la R.A.F asolaron precipitadamente el complejo
situado en Peenemunde, evitan do que el Tercer Reich tuviera tiempo suficiente
para poner en marcha su secreto
armamento, y cambiando el curso de los acontecimientos. Por tanto, al aquilatar la obra de Bergier y su
extraordinario dinamismo intelectual, debemos reconocer, desde variados
ángulos, la apertura mental de avanzada
que él preconizó.*(8)
OBSERVACIONES
Sobre las muestras noticiosas e investigativas destacadas parcialmente
en el presente trabajo, ellas señalan ante todo, que el discernimiento en cuanto al complejo
asunto, motivo de gran análisis y
visión, nos puede ser útil para
comprender también mejor, la necesidad de una ufología alejada del escenario condicionado por cualquier
elemento mixtificado. Este tópico es a mi juicio importante, ya que se entiende
como influyen toda una variedad de eventos y procesos tanto tecnológicos y del
ambiente natural, unidos circunstancialmente – en ocasiones - a estados
situacionales excepcionales dentro del escenario político-militar.
Esta conjunción de factores tiene la capacidad de generar una
especie de ilusionismo dentro del ambiente psicosocial. El genuino ejemplo canario forjó la imagen de
un hecho que por su efecto parecía
irreal o realmente extraterrestre, ya que la lógica aplicada más
bien contrariaba otros argumentos
esgrimidos. La anomalía presente en el
cielo había sido de tal magnitud, que prácticamente impedía suponer lo contrario de un etiquetado lanzamiento
balístico. Debemos tener en cuenta que
por aquellos tiempos los problemas
suscitados por el cambio climático no
determinaban en el subconsciente colectivo, por lo que las dudas del gran público
tuvieron que diluirse en otros sentidos, acorde con el escenario
presentado por las diferentes anomalías.
Del catastrofismo causado en Tunguska, se pueden hacer pobres
comparaciones con el suceso del
5-3-1979, salvo que, cuando Kulik llegó al lugar de los hechos lustros después,
todavía no existían radares, satélites ni comunicaciones sofisticadas. Además,
en uno de los casos el objeto sólido sale del mar y del otro lado cierto
cuerpo, el cual proviene del espacio, explosiona sobre la taiga rusa. Los Ovnis
y Osnis tienen un parecido comportamiento.
Refiriéndome a la intriga antártica, la misma aparece
independiente del persistente “fenómeno” canario de 1979, incluso las supuestas
motivaciones, aunque pudieran tener puntos coinciden tes que podemos abordar en
otro momento.
Ha sido el
blanco continente objeto de las más variadas historias y acontecimientos
espectaculares. Ahí se encierran realidades que no deben soslayarse.
Desde tiempo ya, investigadores, militares
y aventureros de diversos países, han coincidido en sustentar que la gélida
región antártica, ha servido de estacionamiento a razas alienígenas en sus
exploraciones sistemáticas de nuestro planeta. No pocos exploradores de lo
desconocido creen en la existencia de parajes misteriosos, y ocupados por
criaturas ancestrales. Si se observa el mapa de Piris Reis, las famosas Piedras
de Ica y los probables vestigios de construcciones megalíticas
submarinas, debemos asumir con atención,
o respaldar, las hipótesis que sugieren sus
realizaciones a presumibles y
desaparecidas culturas terrestres – que posteriormente se internaron en lo profundo del cosmos y/o de la Tierra –, hasta aquellas que buscan huellas indirectas de
presencias foráneas en toda una variedad de remotos enigmas sin resolver. Lo antes dicho no debe parecer simple
presunción. Cuando nos referimos a la
amañada amenaza que procede del espacio,
debe considerarse su no relación con visitantes extraterrestres o extra
dimensionales. El pavor sería causado
por un cometa – como se ha tratado de constatar en lo referente a Tunguska -,
asteroides etc. Actualmente estamos en capacidad de comprender, sin violentar
nuestro ego, que no son precisamente los representantes de otros mundos los
comprometidos en una peligrosa espiral nuclear. El trastorno causado por
la naturaleza –en mucho debido a desatinos pasados y actuales– puede ser corregido con el decursar del
tiempo, sin embargo, el holocausto atómico no.
El hombre espiritual tiene a Dios, y un conjunto de naciones tecnológicamente avanzadas, son capaces de ayudar a
las restantes regiones del mundo menos favorecidas, a enfrentar el peligro
que impone el cambio climático.
Debemos inferir dentro de nuestra
cosmovisión, que si intelectos venidos del espacio nos
visitan, es porque ellos tienen
elaborado su propio control y ayuda al tercer planeta azul; y porque
todos ellos deben haber desterrado para siempre las taras que definen toda
tendencia hacia la irracionalidad del individuo. Ha sido motivo de reflexión el
desarrollo espiritual que pueden haber
alcanzado esas humanidades galácticas,
que hacen de su ética y moral, un Dios sagrado. Causa esperanza el pensar solamente, que en
esos distantes planetas surjan paradigmas vivientes, que con los siglos
supieron consolidar positivamente sus
sociedades y estabilizaron o modificaron los respectivos entornos naturales
para bien de todos. Y es que esos seres han existido y están acompañando
nuestra existencia desde la distancia, respetuosos del libre albedrío humano, y conscientes de la presencia viva de sus homólogos terrestres,
que, en todos los momentos cruciales de la historia han esta do presentes, para ayudar a darle a
la misma un bello y justo futuro.
Para que
los ejemplos tratados en estas
líneas no queden en vacío absoluto y, al margen de las numerosas explicaciones o indagaciones serias, doy al
Súper Rayo, convertido en explosión - o, a la variante de explosión
devenida en fenómeno des desconocido -,
el beneficio de la duda, y dejo para otros investigadores el beneficio
de la duda en el caso canario. Del
“meteoro” de Tunguska entiendo que, mientras quede un cabo
suelto sin explicación, el expediente debe estar abierto.
Al abordar el tema de la Antártida en
espacios venideros, trataré de mostrar varios enigmas que subyacen en torno al
desconocido continente, así también el
especial interés que tiene y sigue
teniendo para diversos sectores mundiales, razón para dar cabida a hipótesis
que han transitado en diferentes círculos e interpretaciones, con puntos de
convergencia , donde el mito y la
realidad coinciden junto al desconocido
OVNI y su fabulosa tecnología.
(continuará)
*1 En 1963, los científicos Valentina
Zhuravlyova y Guenrich Altov dieron a
conocer una sensacional teoría. Argumentaron
que el enigma de Tunguska, no era más que el producto de una
poderosísima señal luminosa, nada menos que procedente de un planeta que
pertenece a la constelación Cisne. Para
ser más exacto: 61 del Cisne. Dicha
señal penetró en la atmósfera y perforó la superficie terrestre. Ambos
científicos estimaron que los intelectos
extraterrestres han transmitido señales ópticas a nuestro sistema
planetario. Agregaron que, los habitantes
siderales debieron recibir las ondas electromagnéticas producidas por la
erupción del volcán Kracatoa; tratando de localizarlas mejor, dirigieron una
poderosa señal óptica, con gran
precisión y en dirección a la Tierra,
cuyo violento impacto pudo provocar un gran cráter objeto de búsqueda
desde hacía años. Agregaron que, fenómenos semejantes ocurrieron en 1882
y 1894, subrayando la existencia de 11 años de diferencia entre cada manifestación, equivalente al tiempo
que necesita un rayo de luz para recorrer la distancia que separa la Tierra
del hipotético planeta situado en
61 del Cisne. La estrella doble
no. 61 de la constelación del Cisne tiene un satélite con una masa 10 veces
mayor que Júpiter. ¿Estrella de pequeña masa o planeta extrasolar?
*2 El académico A. Polkánov, que se hallaba
entonces en Siberia, tuvo la sutileza de apuntar en su diario lo que sigue a
continuación: “El cielo está cubierto de
una gruesa capa de nubes, llueve y, al mismo tiempo, hay una extraordinaria luminosidad; tanta que se
puede leer con bastante facilidad al aire libre la letra menuda de un
periódico. No debe haber luna, y las nubes están iluminadas por un
resplandor amarillo verdoso que a veces
se torna sonrosado”. Si la extraña luz
nocturna vista por un observador competente, hubiera sido el reflejo de la luz
solar, habría sido blanca y no amarilla verdosa y sonrosada. ¿Brillantez
radiactiva?
Por otra parte, V.Sitin auxiliar de Kulik –
primer investigador del bólido siberiano -, valoró la posibilidad de que el fenómeno tuviera su
origen debido a una gigantesca tromba de aire. Pero tal análisis carece con
todo rigor de objetividad.
*3 El 20
de Mayo del año 2006 era anunciado a bombo y platillo el ensayo atómico hecho
por Sudáfrica conjuntamente con Israel.
Según el diario israelí Yediot Aharonot ambos países hicieron un ensayo nuclear secreto sobre una plataforma al
norte de la Antártida. El citado
periódico hebreo anunciaba que, según documentos recientemente desclasificados por los Estados
Unidos, el significativo hecho va dejando de ser una mera hipótesis de rumor
internacional, para casi confirmar
su autenticidad. El diario también apunta, que hubo un acuerdo de
cooperación en 1974 entre esas dos
naciones y que el mismo era de contenido nuclear. Los documentos desclasificados – añade -
confirman que una misteriosa explosión, detecta da en
Septiembre de 1979 por un
satélite estadounidense sobre el Atlántico sur tuvo origen nuclear.
Si bien el informe contradice las conclusiones
de la Comisión que investigó el evento, por designación del mismo Presidente
Carter, ya que esta asumía que eran
otras las causas. ¿Pero cuales
causas?. Realmente, como refiero al
principio, Carter manifestó que se trataba de una bomba atómica. Sus conocimientos
en la materia le indicaban que no debía
ser otra la naturaleza del fenómeno detectado.
Si el Centro de Investigación sobre
Seguridad Nacional de la
universidad de Georgetown,
en Washington, no hubiera llevado a efecto el pedido del expediente
sobre el caso, nada habría que entender, sólo que se trató de presencia
extraña y, que alguien debía poner la
cara aquí en la Tierra cuando fuere necesario. De todas maneras, el elaborado
informe si confirma que verdaderamente
hubo un convenio de colaboración muy estrecho en cuanto a desarrollo
atómico se refiere, lo que era conocido ya en los años 70 del pasado siglo. No
obstante, Sudáfrica tenía otras ayudas que le facilitaron durante ese tiempo la
apertura dentro del terreno de
desarrollo nuclear con diversos fines.
Con insistencia se divulgó, que
Estados Unidos facilitó al
régimen sudafricano de
aquella época, para construir, y a su
vez poner en marcha sus dos primeros reactores nucleares “Safari no.1 y
no.2, en pleno año 1970, y determinada cantidad de uranio enriquecido, la entonces
Alemania Occidental, construyó
una fábrica para procesamiento del uranio, Francia aportaba el necesario
plutonio, y por último Israel le facilitaba tecnología de punta.
*4 Me refiero a una controvertida e inesperada
divulgación mediática que tuvimos oportunidad de conocer en el año 2006. Confieso que he tenido tiempo para escuchar
en la radio al investigador J. J. Benítez referirse a la explosión provocada
por E.U. en nuestro satélite natural.
Tuve la ocasión de ver y analizar el documental titulado Mirlo Rojo, que
condujo hábil mente el mencionado ufólogo español. He podido escuchar y leer
sobre un experimento geológico realizado
en la Luna, durante la última expedición del proyecto Apolo. Muchas, muchas
cosas, pero nunca pensé tropezar con semejante información: Dice la fuente, que los norteamericanos
tuvieron entre sus planes, explotar un
artefacto atómico en el desolado acompañante de la Tierra, cuyo fin no
era otro que el de causar conmoción. La
noticia fue publicada en The Observer, periódico británico, nada menos que por el científico Leonard Reiffiel, promotor
de tan “genial” despropósito, el cual,
curiosamente, fue concebido por él en 1958. Claro está: según fuentes.
*5 El 9 de Diciembre de 1949 fue observado un
raro estallido en Marte, por un
astrónomo japonés nombrado Tsuneo Saheki, famoso por haberse especializado en
la investigación del rojo vecino terrestre desde hacia 16 años. Debido a eso,
su detallado informe era recibido con
atención en círculos científicos mundiales.
De acuerdo con
lo anunciado por Saheki, la explosión marciana provocó un brillante
fulgor durante un espacio de tiempo considerable (varios minutos). Después, surgió una “nube luminosa amarilla
gris, de 70 kilómetros de alto por 1,120 de diámetro".
Las únicas explicaciones sugeridas por el
científico debieron impresionar a la
comunidad astronómica: había sido
una "detonación nuclear provocada o
tal vez, una erupción volcánica".
En Marte se eleva el volcán mayor
del sistema solar, nombrado Monte
Olimpus. Pero esa información no existía en aquella época.
A decir verdad, otro astrónomo, Walter H. Hass, quién fungía como director de la Sociedad de Observadores
Lunares y Planetarios, observó este raro tipo de nube.
En 1956 tuvo lugar otro hecho sospechoso. Concluida la oposición de la Tierra con
Marte, el director del Observatorio de Púlkovo, A. Mijáilov,
miembro correspondiente de la Academia
de Ciencias de la ex URSS, informó, en el transcurso de una entrevista
con otros científicos en Leningrado, que
desde el observatorio de Púlkovo había registrado en Marte una explosión de considerable fuerza, y que lo verificado
debía considerarse como nuclear. Podemos establecer que Mijáilov y otros especialistas soviéticos publicaron en 1948 una carta abierta donde
defendieron la posibilidad de que el enigma de Tunguska, pudiera haber sido el
resultado de la presencia de una nave
interplanetaria accidentada sobre nuestro planeta.
6* Tendría que transcurrir 17 años para que un Tratado
de Prohibición Completo de ensayos
nucleares en la Antártida, fuera adoptado por la Asamblea General de
Naciones Unidas. La firma se materializó
el 10 de Septiembre del año 1996. El Tratado no sólo prohíbe, también previene
cualquier experimento atómico en
la jurisdicción geográfica del frío continente. En uno de sus artículos (Art. IV), queda
claro el compromiso mundial para efectuar un Sistema Internacional de
Vigilancia. Todo un sistema de monitoreo hidroacústicos sismológicas de radio
nucleídos y de infrasonidos.
7* Se dice que las explosiones tuvieron lugar
como parte de una “excusable” operación
científica en el norte antártico. El supuesto proyecto tuvo un nombre
llamativo: "Argus".
8* Jacques Bergier llegó a ser condecorado
después de la Segunda Guerra Mundial por el propio Presidente de Francia,
Charles De Gaulle.
ALGUNAS FUENTES CONSULTADAS:
Archivo del autor.
Alien Investigator. Autor; Tony Dodd. Headline
Book Publishing, 1999. Inglaterra.
Comedia en el Sur. Súper rayo en el Índico.
Revista Bohemia, Año 71, no. 45. Sección: “A través del Mundo”, Noviembre 9/
1979. Autor: Aldo Menéndez. Páginas 73 y 74.
Cuba.
De la Tierra al Infinito. Autor: Patricio Bosch
Quidiello.
Editorial Corripio, C.por A., Santo Domingo,
República Dominicana (2001).
Entre nosotros hay seres de otros planetas.
Por. Jean Nocher.
Revista Bohemia año 52 no.30 Julio 24 de 1960. Cuba.
El Misterio de las Nubes Noctilucentes.
BBC MUNDO / Ciencia y Tecnología 26 Abril/2007.
Gran Bretaña.
Kafka y los Hombres Lobo. Revista Bohemia, Año
98, no.19. Sección Cosas de Hoy.
15 de Septiembre / 2006. Autor: Eduardo Montes
de Oca. Página 23. Cuba.
La Rebelión de los Brujos. Louis Pauwels y
Jaques Bergier
Plaza Janés Editores, S.A. Barcelona (España)
Sexta Edición: Abril, 1998.
Mosnews, 10 de Agosto / 2004. Rusia.
Prensa Latina. Noticia desde Israel. 19 de Mayo
/2006.
Tejnikamolodiozhi. no. 9, 1948 (Revista). (Ex
URSS).
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