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martes, 15 de marzo de 2022

EL PRÍNCIPE NEGRO

 

Por Orestes Girbau.

 

PRIMERA INTRODUCCIÓN:

El día 8 de Agosto del año 1999, fuimos invitados al encuentro llevado a cabo en uno de los salones principales del antiguo Capitolio Nacional, hoy Academia de Ciencias.
Varios miembros del Comité Gestor, -entre ellos este comunicador- junto a otros ufólogos cubanos, tendríamos otro contacto con científicos del I.G.A.
(Instituto de Geofísica y Astronomía) para debatir sobre OVNIS, realidad y auténtico enfoque del tema en Cuba.
Hubo criterios encontrados como en todo debate, resaltando un detalle que nos llamó poderosamente la atención. Algunos presentes parecían no tener conocimiento de que un determinado número de astrónomos profesionales, habían visto e investigado a objetos volantes sin identificar. También, que uno de ellos había participado incluso en análisis de alto nivel, catalogado como secreto. Porque de su contribución personal -quizá– dependía todo.

 

SEGUNDA INTRODUCCIÓN:

A mediados de los años cincuenta del pasado siglo, ocurrieron una serie de acontecimientos que dejaron su huella inconclusa. Me refiero a dos cuerpos que, según se ha podido entender en sectores ufológicos, (y otros) inesperadamente comenzaron a orbitar la Tierra durante aquella época, dando lugar a un grave problema, consistente en las propias credenciales de esos controvertidos intrusos espaciales, los cuales surgieron en el período hasta entonces, más inquietante de la guerra fría. Y determinados humanoides mostrábanse atrevidos y/o “agresivos” durante sus inusitadas incursiones por nuestro planeta. (1) Y los organismos de inteligencias existentes en las grandes potencias, comprendían lo nada fácil que resultaba controlar la situación.

Fue tal vez –creo- esa particular coincidencia, la que consolidó con posterioridad el TOP SECRET. Porque después de la famosa oleada en Julio del año 1952 sobre Washington, debía redefinirse el caso OVNI ante la opinión pública internacional. Era demasiado. Y recordamos estas historias que ya todo el mundo ha olvidado, convencido de que, si ellos estuvieron aquí, debemos decirlo.

 

LOS SATELITES IMPOSIBLES.

“Sin embargo, lo que mucha gente aún no sabe es que hace tres años ya habían sido señalados dos satélites girando en torno a nuestro planeta, entre 600 y 1000 kilómetros de altitud.”

El fragmento, escrito por el periodista brasileño Joao Martins en la revista O’ Cruzeiro (febrero 1958) formaba parte de un amplio trabajo investigativo, que denunciaba su postura ante los hechos misteriosos protagonizados por los Ovnis.
Martins, un reportero controvertido desde la experiencia acaecida en Barra de Tijuca, Brasil, -cuyo origen a este servidor le resulta confuso– conoce de primera mano lo referente al raro descubrimiento satelital, que no debía pertenecer a ninguna potencia nuclear terrestre. Desde agosto de 1954 él había sido informado del hecho por científicos de Pasadena, el famoso Instituto Tecnológico Californiano.

¿Continúa hoy teniendo sentido la divulgación realizada?

La alegada información proveniente de Pasadena era muy concreta: Dos denominados “hoonlets” giraban alrededor nuestro sin haberse detectado anteriormente. La naturaleza de los mismos no podía explicarse tampoco como meteórica debido a sus respectivas alturas.

Pero había dos cuerpos ahí, para asombro de astrónomos y militares. Y de los periodistas.
¿Qué suspicacia movía a los últimos? Sencillamente, la aparición -en 1954- igualmente súbita, de noticias que al cuarto poder le parecieron sensacionales y atractivas.

 

4 de marzo/54. FRANCE –PRESS. (Desde Nueva York).

EN SÍNTESIS, DABA A CONOCER QUE:

Las fuerzas armadas de EU proseguían sus investigaciones en White Sands, Nuevo Méjico, para determinar si nuestro planeta tiene otros satélites.
Nótese lo siguiente: Primero continúan sus investigaciones. ¿Cuándo las habían iniciado? Segundo, Si teníamos otros satélites, debemos sobre entender que son naturales.

Esas investigaciones son dirigidas por Clyde Tombaugh, astrónomo descubridor del planeta Plutón, y por el Dr. Lincoln La Paz, director del Instituto de Meteoros en la Nuevo Méjico University. (2)

Nótese que: Las dos personalidades involucradas bastan para entender el interés que reviste la presencia de tales “lunas.”

Es perfectamente posible, según estiman los científicos norteamericanos, que existan otros cuerpos de pequeñas dimensiones describiendo unas órbitas cercanas.

Nótese: Qué el cable admite la posibilidad. Lo raro es que, contando con los mejores observatorios astronómicos del momento, ambos especialistas buscaran esos cuerpos en el interior de una base militar.

Investigar estos presuntos satélites requería un difícil trabajo, pues ellos no podían verse sobre las placas fotográficas, apareciendo como puntos negros contra un fondo luminoso; incluso, la cámara fotográfica debe moverse en igual dirección e idéntica velocidad angular.

Tome nota: Se hace comprensible –razono– el por qué ambos hombres de Ciencia, no se hallan en sus comunes centros de vigilancia astronómica. Necesitan del apoyo tecnológico sofisticado. Y ese, lo tiene la rama militar.

Nueve meses pasaron, (prosigue Martíns en su inquietante labor periodística) y de nuevo surge otra “inexplicable” información. Aparece en el periódico suizo “Neues Europa”, el 1 de diciembre del año 1954.


Sintetizamos lo que afirmaba el importante medio de comunicación:

1- Que en la Fuerza Aérea norteamericana reinaba gran nerviosismo.

2- Que lo anterior se debía al hecho de haberse confirmado numerosas observaciones acerca de la aparición de dos nuevos cuerpos celestes.

3- Que uno de ellos gravita alrededor de la Tierra a 600 kilómetros y el otro a 1000.

4- Que el fenómeno tenía la confirmación (¡oigan esto!) de la casi totalidad de los observatorios en USA.

5- Que hasta ese momento “no ha sido dada ninguna explicación normal y plausible sobre esos dos satélites recientemente detectados” (Detectados sí, pero no vistos ni fotografiados).

6- Que un reducido grupo de astrónomos afirman que dichas lunas pertenecen a nuestro Sistema Solar.

7- Que la mayoría de los astrónomos rechazan la hipótesis anterior, por ignorar la aplicación de las leyes físicas y desconocerse estas “lunas” con anterioridad.

8- Que una sustancial cantidad de investigadores consideran probable que se trate de puestos avanzados, que servirían como bases a los extraterrestres.

9- Que los seres espaciales estaban observándonos desde hacía 9 años utilizando “discos voladores”.

10- Que sabios estadounidenses temen un aterrizaje masivo de Ovnis con derivaciones
catastróficas.

11- Concluyendo la noticia que: “En conclusión, se encara la posibilidad de que pueda tratarse de satélites artificiales, utilizados por seres que tendrían su patria original en el cosmos, y cuyo objetivo sería una invasión por la fuerza contra nosotros,  para tratar de intervenir en nuestro destino”.

 

Fig. 1 "Publicaciones cubanas en aquella época, divulgaron sobre la probable presencia de los satélites fantasmas. El Semanario "Carteles" no fue una excepción".


Hasta aquí la cita del Neues Europa.

Al aspecto final, sensacionalista, no me atrevo a darle el beneficio de la duda. A mi juicio es inverosímil, que criaturas capaces de trasladarse desde confines remotos y con un intelecto superior, piensen tan siquiera en utilizar negativamente su grandioso poder tecnológico.
No obstante, aparecían indicios de que ambos objetos o mini lunas seguían órbitas cercanas al ecuador, rumoreándose con seriedad que ellos variaban su altitud.

La situación embarazosa estaba creada. La existencia de al menos un satélite, cuyo origen no podía explicarse, causaba perplejidad en los altos niveles.
Orbitando a velocidad vertiginosa uno de los misteriosos objetos comenzó a reducir inexorablemente la misma, por lo que el estamento científico –militar se puso inmediatamente al corriente del fenómeno, influenciando, quizá de manera determinante en cuanto a una actitud recíproca entre las superpotencias.

Fig. 2 “El astrónomo Clyde Tombaugh denunció en dos oportunidades, haber presenciado OVNIs. El científico norteamericano colaboró - según diversas fuentes en la búsqueda de los enigmáticos cuerpos, que orbitaron alrededor nuestro".


Desde el observatorio de Monte Palomar – enviado por el Pentágono – Clyde Tombaugh declaraba que podía tratarse de sendos meteoros no desintegrados. Ambos fueron frenados –adujo el sabio– por la fuerza de atracción terrestre. El profesor La Paz emitía una opinión diferente. Razonaba, que la caída de cualquier cuerpo espacial, no podía ser detenida por la fuerza de atracción terrestre. Esa fuerza debía ejercer sobre el bólido la atracción de un imán, atrayéndolo hacia tierra. La sugerencia era simple: para que un cuerpo quede suspendido en el cosmos, debe ser más ligero que la atmósfera – decía La Paz – o estar dotado de medios propulsores potentes con posibilidades para retar a la misma ley de gravitación. Afirmaba que, se entraba en contradicción con prácticamente todas las leyes físicas, (ya que los meteoros son cuerpos sólidos muy pesados) pues la Tierra tiene que ejercer su fuerza de atracción, y no impedir inexplicablemente la penetración del cuerpo en su atmósfera. ¿Intrigante verdad?
Ateniéndonos al reporte periodístico, todo daba la impresión de estar controlado y supervisado. Pero, en 1955 (24 de abril) a las autoridades estadounidenses les fueron entregadas –desde Monte Palomar– informaciones las cuales no debían tener otro calificativo que de alarmantes.
El comunicado en síntesis anunciaba que uno de los dos “meteoros” se había acercado 50 kilómetros, y el otro había desaparecido enigmáticamente, creándose dudas, confusión y toda suerte de especulaciones, algunas bastante fundamentadas.
Según ciertas fuentes, la hipótesis del astrónomo Clyde Tombaugh –lógicamente– quedaba desmentida.

Si nos guiamos en forma lineal, ciñéndonos a la historia conocida, una serie de eventos trastocaban el panorama internacional. Hay autores que sugieren haber percibido la urgencia gubernamental ante aquella alarmante y desapasionada realidad. Las mismas fuentes señalaban, que el entonces presidente Eisenhower convocó a una sesión extraordinaria del Comité de Seguridad Nacional, y que tras horas deliberando, los reunidos concluyeron que: EL CUERPO QUE GIRABA ALREDEDOR DE LA TIERRA NO ERA UN METEORO, SINO UN SATÉLITE ARTIFICIAL LANZADO AL ESPACIO POR LA UNION SOVIÉTICA. La URSS con la ayuda de los técnicos alemanes Heinrich Grunov y Hellmuth Goeltrup, habían logrado anticiparse a E.U. en ese crucial terreno, creando una situación grave en exceso.

EL CIELO AMENAZA

Se imponía un rápido contacto negociador. Y el 10 de mayo del año 1955. Estados Unidos, Inglaterra y Francia, invitaron a los gobernantes soviéticos para una conferencia en “el escalón más elevado”. El Kremlin respondió sorpresivamente. Y el 14 de mayo, declaraba que aceptaba la invitación occidental. Ese mismo día, atención para los que perdieron la memoria histórica… las autoridades rusas anunciaban la formación nada menos que de un Comité, con el objetivo de estudiar la navegación interplanetaria, presidido por Pedro Kapitza, padre del primer armamento atómico soviético.
Occidente no salía de una sorpresa para entrar en otra. Primero, Kruchov aceptaba. Segundo, les intrigaba la idea que orbitaba sus mentes, en cuanto a la utilización (a tiempo) de su prototipo satelital como argumento decisivo en una conferencia convocada precisamente por occidente.
Durante tres largos días a partir del 18 de Julio, estuvieron reunidos en Ginebra, conociéndose, al final del período, unas declaraciones aparentemente inusitadas. El presidente de los Estados Unidos declaraba que su gobierno no tenía secretos que ocultar al mundo, proponiendo la inspección aérea. Se trataba de un ejercicio, más que diplomático o político, de sentido común. Si los gobernantes rusos terminaban aceptando la propuesta, era obvio que estaban finalmente reconociendo en forma implícita que todo el conjunto armamentístico conocido, ellos los consideraban superados, entendiendo que, de ahí en adelante, solamente contaba su fabuloso satélite artificial.

Es en ese punto neurálgico de la cuestión es donde deseo llamar más la atención.

Para el asombro de muchos, el kremlin no reaccionó ante la propuesta norteamericana como se esperaba. Simplemente la vieron interesante. Y, ni de una u otra parte, el problema del reconocido objeto espacial era tan siquiera abordado. El 29 de Julio Washington determinaba revelar públicamente, por medio del secretario de prensa, Jimmy Haggerty, que: “El presidente Einsenhower ha aprobado la fabricación de un satélite que gravitará alrededor de la Tierra”.

Las sorpresas continuaban y continuaron. Y entre los círculos diplomáticos, políticos y militares estadounidenses, se presentía una vigorosa reacción ante el anuncio oficial dado a conocer. Con la bola en manos de los rusos, estos debían haber divulgado al mundo, que su satélite hacía tiempo ya que orbitaba nuestro planeta. De inmediato la URSS dejaba atónitos a quienes conocían el secreto del posteriormente llamado Príncipe Negro. Declaraba que los científicos soviéticos se hallaban dispuestos a colaborar, junto con sus colegas norteamericanos, para lanzar un artefacto al espacio. Desde varios puntos de vistas lo anterior resulta muy sintomático. Significó, por primera vez, que ambas potencias poseían al menos un cuadro mucho más consecuente y claro respecto a la problemática planteada.

Había que deducir lo siguiente: los astrónomos y otros especialistas norteamericanos (de Monte Palomar y diversos observatorios) habían observado (y detectado) al (o los) extraño(s) cuerpo(s); podía igualmente sospecharse que astrónomos del observatorio de Leningrado debían haberlo(s) descubierto(s) también. Los rusos con tamaña advertencia, - pues tal vez pensaron que se trataba de satélites americanos – pudieron verse necesitados a aceptar apresuradamente la reunión en Ginebra. En esta reunión, se presume, que los rusos esperaban ver cómo Norteamérica iba a sacar provecho del espinoso fenómeno, desconcertante y perturbador.

¿Hay o no lógica en apreciar que la conferencia de “alto escalón” era provocada, gracias a interpretaciones falsas entre las partes involucradas?

Lo que sí pudo dilucidarse en ciertos sectores, fue el grado de desconcierto provocado por las interrogantes. ¿Qué idea surgiría para explicar la reivindicación del satélite, módulo, sonda o bólido, que evolucionaba a 28,000 kilómetros por hora alrededor de nosotros? Si añadimos el desasosiego entre los conocedores de la realidad, en cuanto al objeto misterioso, gracias a determinados instrumentos de precisión, que hubieron de comprobar la aproximación regular hacia la Tierra. Entre Julio del año 1954 y abril de 1955 había descendido 50 kilómetros, y de 90 minutos que le bastaban inicialmente para orbitarnos, fueron convertidos a 88, en una órbita –se dijo después– polar. Las matemáticas no fallan y el tiempo transcurría. Hubo otros comentarios: que uno de los cuerpos se había desintegrado en Julio del 54, produciéndose diversas detonaciones celestes, desconocidas fulguraciones, durante los meses posteriores y años siguientes.


Mientras tanto, el entendimiento comenzaba. Y el principio de la carrera espacial.

 

UN CASO MUY SERIO

Antes de reflejar las opiniones expresadas por prominentes personalidades científicas en aquella época, conviene hacer primero un resumen sobre lo dicho hasta aquí:

* Comenzaba la era espacial y aún el origen y la naturaleza del cuerpo sideral era un misterio.

* Las afirmaciones de que podía tratarse de meteoros pulverizados parcialmente, fueron desestimadas por los científicos.

* Su diámetro podía no ser pequeño tal y como se especuló al inicio.

* Parecía aproximarse a la Tierra lenta y diariamente.

* La secrecía fue absoluta. Para que no cundiera el pánico.

* Existieron posteriores versiones que atribuían el envío de cámaras fotográficas a cientos de kilómetros de altura – por los E.U. – desde cohetes, indicándose la presencia del (o los) Ovni (s) satelital (es).

* Hubo hasta la oportuna sugerencia que indicaba una órbita polar para el “terrible” satélite alienígena.

 

SOSPECHOSAS DECLARACIONES

Si tomamos en cuenta las declaraciones de distintos científicos y militares, concluimos que sus mensajes tenían un ingrediente común, inquietud y desconfianza. Ellos nunca ignoraron lo sucedido. Por el contrario, debían conocer mejor que nadie la realidad. Esas responsables personalidades, con sus respectivas hojas de servicios, no debían confundirse. Parecían conocer lo que declaraban y porqué.
En 1953 muchos informes OVNI de la Fuerza Aérea norteamericana que habían sido previamente comunicados, fueron censurados, según Donald Keyhoe fundador del NICAP – que en una misiva al senador Byrd escrita en abril del año 1956 desenmascara la política de TOP SECRET. (3)
Y, el año antes, en octubre de 1955, el secretario del Aire Donald A. Quarles afirmaba que “no se había descubierto ninguna maniobra inteligente.”
Tal vez, parte del contenido de la anterior declaración era motivada por otra verdaderamente curiosa. El 8 de octubre (1955) nada menos que el New York Times plasmaba las declaraciones del famoso General Douglas Mc Arthur, manifestando que las naciones del planeta tendrían que unirse ante un ataque desencadenado por los habitantes espaciales. Todavía muchos ufólogos recuerdan las “declaraciones” del Almirante Byrd – hermano del senador a quien Keyhoe acudió en su memorable carta- cuando dijo, que se debía de estar preparado para un ataque proveniente de los polos, por parte de una aviación superior, tecnológicamente hablando.

Escribió Keyhoe al senador Harry F. Byrd el 3 de abril/56 en su demoledora carta, y cuya posición vertical lo llevó a escribir de inmediato su obra “La Conspiración de los Discos Voladores.”: “Durante los últimos siete años, un grupo del silencio existente en el seno de las Fuerzas Aéreas ha desvirtuado repetidamente las más importantes observaciones de OVNIS, esto ha hecho que millones de ciudadanos considerasen los informes sobre “platillos” como simple cháchara. Para conseguirlo, ha puesto en ridículo a los testigos más solventes y calificados de aquí y del extranjero.”
Así es. Y entre los mejores ejemplos considera al Dr. Clyde Tombaugth, astrónomo calificado, el cual en dos oportunidades había observado objetos no identificados. Resumía el autor de la misiva que: “el Dr. Clyde Tombaugth, descubridor del planeta Plutón y actualmente encargado de la búsqueda oficial de satélites desconocidos.” Fíjese, amigo lector, dijo “búsqueda oficial”, por tanto, no se trataba de una acción quimérica desarrollada por la fantasía de un astrónomo aficionado en el jardín de su casa.

Dentro del ámbito soviético se hacía patente primero el desinterés, para ir dando paso, paulatinamente, al ulterior desarrollo de estudios basados en la experiencia OVNI. En los cielos de la antigua URSS estuvieron presentes los indiscretos visitantes, y, todo parece indicar que, un poco más arriba, hacia el espacio exterior, también debió ser percibido por los astrónomos rusos el que más tarde se denominó también “Caballero Negro”. (4)
noviembre de 1954; el diario Estrella Roja, perteneciente en esa época al ejército ruso, trataba de convencer con argumentos pocos efectivos, que los platillos eran “armas de la guerra fría”. Y en cierta medida tenía razón el autor del informe, porque probablemente ignoraba que desde White Sands, vigilaban a un intruso aeroespacial, el mismo que con el paso de los meses estudiarían los científicos de la URSS.
Durante febrero de 1955 se admite pública y oficialmente la presencia del enigma OVNI al acontecer un asombroso avistamiento de un “objeto volante fusiforme” sobre Moscú. Una revista nombrada Sovietskaya Bielorrusia afirmó que los inexplicables avistamientos eran producto de fenómenos atmosféricos o producto de la imaginería, surgiendo así dos constantes con las que los ufólogos serios y objetivos hemos tenido que lidiar hasta el presente.

Pero, como los hechos verdaderos se imponen, conformando la historia ufológica mundial, en Septiembre de 1957 y apenas unos cuantos días antes de que el hombre irrumpiera las fronteras espaciales, una Academia científica moscovita solicitaba a la C.I.E.O. de Francia, informes relativos al tema OVNI y un pedido para suscribirse en una revista perteneciente a dicha entidad.
Un mes después, el 18 de Octubre del 1957, se lleva a cabo una conferencia en Moscú, donde el Dr. Zonshain, académico ruso, afirmaba: “En la actualidad están cruzando el espacio celeste aparatos que, a primera vista, nada tienen en común con los aviones que conocemos.”
Aquél año de 1957, las autoridades norteamericanas no pudieron explicar 21 informes sobre UFOS. Uno de ellos –polémico todavía hoy– es posible que se tratara del relacionado con otro Encuentro Cercano del 3er Tipo. Un granjero de Kearny, Nebraska, llamado Reinhold Schmidt dijo haber visto una grandísima nave en forma de puro, que aterrizaba en sus predios. Dijo que hubo de hablar con sus seis tripulantes, cuatro hombres y dos mujeres, que hablaban el idioma inglés y alemán. Al cabo de 20 minutos conversando, el aparato se elevó verticalmente desapareciendo. Un agente del FBI no se hizo esperar, pudiendo conocerse que los visitadores le habían dicho al testigo, cuando este le interrogó, sobre el porqué de sus presencias: “en su debido tiempo sabrán lo que estamos haciendo.” Diálogos parecidos o similares recogió la prensa estadounidense desde noviembre de 1896 hasta abril del año siguiente.

El raro encuentro ocurre el 6 de noviembre. Un día después, el 7 de noviembre, la agencia EFE divulgó esta precisa información: El Dr. Heinrich Faust, Director de Investigaciones del Observatorio Meteorológico en Franfurt dice que: “hay tres objetos que circundan la Tierra, que no han sido lanzados por ningún país terrestre.”
Dijimos antes que el reconocido Dr. Clyde Tombaugh había dirigido investigaciones concernientes a descubrir los impresionantes satélites. A su destacada popularidad sumamos la seriedad con que encaminó siempre sus proyectos e investigaciones. Recordaremos nuevamente que observó junto a otros testigos, OVNIS en dos fechas distintas. Por tanto, era crucial la misión atribuida a él, al ser asignado por el Pentágono.

¿Qué labores fue capaz de enfrentar el descubridor del noveno planeta?

Sintetizando diremos que, al final de la Segunda Guerra Mundial, trabajó en el anexo de los Laboratorios Balísticos de Aberdeen (Nuevo Méjico) durante 1946, siendo Jefe de Mediciones ópticas del campo coheteril en (5) White Sands. Por tanto, debía conocer con toda certeza las investigaciones que Estados Unidos hacia con las conocidas V-2 alemanas. Más tarde, en 1955, junto a la Universidad de Nuevo Méjico dio inicio al Grupo Planetario (Programa investigativo dedicado a la Astronomía). Ya en la década de los 70 –del siglo pasado- Tombaugh y su experimentado equipo dieron a conocer sus positivos resultados basados en una novedosa técnica fotográfica para buscar pequeños satélites terrestres, supervisando él mismo la encomiosa labor. ¿No es acaso la trayectoria post bélica del astrónomo su propia demostración de que era el hombre indicado para llevar a efecto una acción investigativa tan compleja?

 

OTRAS RESEÑAS INTERESANTES

En 1957, un 6 de enero, el conocido Contralmirante Delmer S. Fahrney comunicaba: “Como resultado de largas investigaciones en las que se han acumulado conocimientos tecnológicos excepcionales puede ya afirmarse que una serie de objetos no identificados dirigidos inteligentemente están penetrando en la atmósfera terrestre procedentes del espacio exterior”.
Es notable la declaración del señor Fahrney. Porque de lo que, si parecía estar seguro el alto oficial norteamericano, era sobre la constancia de las pruebas fidedignas, por tanto, irrefutables. Quizá una prueba fehaciente provenía desde fuera del territorio estadounidense. Se conocía – entre otros varios – un informe de 1954 obtenido en Inglaterra, donde se afirma que una nave portadora junto a sus discos más pequeños, habían sido captados por el astrónomo Harold Hill. Para los que pregonan todavía que ninguna publicación científica seria aborda pruebas suficientes o, mejor dicho, bien documentadas, he aquí otro ejemplo: The Strolling Astronomer, prestigiosa publicación de Estados Unidos, publicó en su número Marzo- Abril /1955- cuando los Príncipes Negros exasperaban a algunos- bajo el título de “Un desusado fenómeno celeste” (editorial vol.2 núm.25. Publicación Vega, dirigida entonces por R.M. Baum) describe la observación del conocido selenógrafo Harold Hill desde Lancashire.

 

ABREVIANDO DIREMOS QUE:

Fecha de observación: 8 de Julio/ 1954. Hora: 20.30 hora de Greenwich.
Lugar: Observatorio de Abbeylakes.
Telescopio utilizado: Reflector de 12 pulgadas.
Observación: Hacia los 55 grados del firmamento meridional se observa un objeto brillante (estacionario). La “estrella” está acompañada hacia el extremo izquierdo por un enjambre de unos 15 miembros o estrellas diminutas con distantes magnitudes, moviéndose hacia todos lados constantemente y a gran altura. El astrónomo nota la aproximación de dos brillantes cuerpos,- “como si unas superficies metálicas reflejasen los rayos del sol”- que giraban y centellaban, mostrando un lento movimiento pendular.
Final del avistamiento astronómico: 20.55 (h.de G).

DATOS CURIOSOS.

Estamos hablando de años inciertos -1954/55- en que la ufología no estaba completamente penetrada por la intoxicación y los intoxicadores de ambos extremos, o sea, los fanáticos, y aquellos que, por el contrario, se dedicaban a socavarla.

Con el transcurso del tiempo, el tema fue adquiriendo una mayor amplitud. Y al final del siglo XX, otros elementos discordantes y desestabilizadores fueron sumándose, justificando, por otra parte, las corrientes más delirantes del quehacer ufológico, y, en el otro extremo, era creado todo un andamiaje pre fabricado de montajes, los cuales sirvieron de apetitosa carnada para beneficiar los proyectos manipuladores. Lamentablemente, muchos investigadores mordieron el anzuelo. “Otros” – parece ser - estuvieron prestándose incondicionalmente al morboso juego.
Hago este preámbulo intermedio, porque debo hablar de todo. Tal vez no todo – es posible- resulta tan desacertado, o es quizá el producto del engranaje psico social creado, generador a veces de polémicos mitómanos, por un lado, y, toda una simbiosis formada por desinformantes, que, sin penas ni glorias – ya que el fenómeno insiste en prevalecer por sí mismo – siguen perseverando junto a los que tienen una tradicional línea anti OVNI.


Debo hablar primero de alguien que fue señalado durante mucho tiempo como desvirtuador. Me refiero a Milton William Cooper. Pero antes, debo aclarar también que el presente trabajo no necesita ese refuerzo en cuanto a documentos no probatorios se refiere. En definitiva, la ovnilogía está bajo el acecho de tales fantasmas. Lo que no hago ahora, es obviar u olvidar a personas que en alguna medida han expuesto todo un ensayo increíble de informes, dentro de su inquietante obra.
Digamos que, el señor Cooper perteneció a los Servicios de Inteligencia norteamericanos. Antes de morir, él puso en conocimiento de todos, sus escalofriantes documentos, mezcla de no pocas pequeñas verdades con otras medias verdades y varias (¿aparentes?) mentiras.
¿Qué relación tienen los escritos del desaparecido oficial con el tema aquí tratado? La primera parte está matizada de alegadas situaciones relativas a Ovnis estrellados en los Estados Unidos, y la influencia que ejercieron, motivo para la supuesta formación del MJ-12 por parte del gobierno USA, con el fin de encubrir e investigar igualmente, el espinoso asunto extraterrestre.
Señalo nuevamente las coincidencias no probadas y que en ningún sentido estoy validándolas. Sencillamente, ato cabos algo curiosos. Porque en ciertas cosas “parece” haber coherencia. (6)
Escribió Cooper: “En 1953, asimismo, los astrónomos descubrieron en el espacio objetos que se acercaban a la Tierra. Se creyó en un principio que se trataba de asteroides. Otras observaciones probaron que se trataba de naves espaciales. El proyecto Sigma captó las emisiones de radio de los extraterrestres. Cuando los objetos volantes alcanzaron la Tierra, se situaron en órbita alrededor del ecuador. Era una cantidad de naves enormes, cuyas intenciones se desconocían. Se realizaron contactos por radio, gracias a la utilización de un lenguaje binario de ordenador, que permitieron al proyecto Sigma, así como a otro nuevo proyecto denominado Plato, organizar un aterrizaje…”
Otra parte del documento refiere: “En el mismo período, otra raza de extraterrestres humanoides también había contactado con el gobierno de los E.U. Este grupo los puso en aviso contra la raza extraterrestre que rodeaba con sus naves el Ecuador y nos propuso ayudarnos en nuestro desarrollo espiritual. Como condición preliminar, estos E.T. nos pidieron que desmanteláramos y destruyéramos nuestras armas nucleares.”

Cuando abordamos lo referente a distíntos proyectos OVNI en diferentes períodos, se sabe – suponiendo la veracidad de estos - que 1954 es un año prolijo en la gestación de los mismos. Por ejemplo, en 1954, bajo los auspicios del denominado Proyecto Sigma, que tuvo como objetivo establecer comunicación con los extraterrestres. El Proyecto Plato, también organizado en 1954 y como parte del Proyecto Sign. La función de “Plato” era la diplomática, o sea, partiendo del “tratado” con los alienígenas, obtener tecnología de punta. Lo curioso resulta el año -1954-.
Proyecto Redlight: Comienza en 1954 – según W. Cooper -. Dependía del Proyecto “Aquarius”. La misión del Proyecto era probar el vuelo de un UFO capturado. Aquarius había sido confeccionado antes con el propósito de reunir información general, científico-técnica, médica etc. en torno a los Ovnis.
Proyecto Snowbird: Se estableció igualmente en el año 1954. Su misión específica –señalaba Cooper – era crear una cortina de humo en cuanto al “Proyecto Redlight”. Un objeto que funcionaba con tecnología convencional y que lograba confundir a los que miraban al cielo buscando un OVNI cuando en realidad se trataba de un aparato muy terrícola.

Asumimos que esa abundancia en 1954 de Proyectos vinculados con presencia foránea era tal, indicando hasta donde la presencia del (o los) satélite (s) influía y alarmaba. Porque de ser ciertos el 10 % de los informes, junto a la copiosa variedad de relatos, experiencias, pruebas indirectas, también testimonios técnicos y toda una serie de fenómenos concomitantes, que ya estaban calentando la vida pública a través de los medios informativos, es en su conjunto, suficiente para no crear la duda. Paralelamente, hay otras nuevas perspectivas de que no debemos ser únicos dentro del vastísimo Universo. Que otras entidades biológicas nos escudriñan sigilosamente, ya nadie debe ponerlo en tela de juicio. Ellos deben tener suficientes razones para mantener hasta ahora su “ilógica” línea de conducta hacia nosotros, y libres de todo trato. Pienso yo.

 

¿CUERPOS SATELITALES DESCONOCIDOS?

En la historia real que conocemos surgieron teorías que pocos cuestionaron en su momento e incluso, hoy en día, hay quienes desean tenerlas en consideración. A pesar de todo.
Y surgió una ocasión para exponer ideas fuera de serie, como la de las cuatro lunas. Tema del que hablaré en otros párrafos.
Todo el que investiga en este mundillo de los casos controvertidos, no debe (o puede) pasar por alto respecto al tema en cuestión, que alrededor del año 1950 ya se hablaba en términos nada utópicos de la necesidad científica (7) y militar del satélite artificial. Se tuvo en cuenta, al pasar el tiempo, que los equipos rastreadores de Tierra tendrían dificultades para rastrear satélites pequeños y naturales. Esos hipotéticos microsatélites – y próximos a nosotros- simplemente reflejarían las señales de radar que fueran enviadas hacia los exploradores artificiales terrestres. Surge así un método de búsqueda para esas otras posibles lunas naturales. Y fue entonces cuando el astrónomo Clyde Tombaugh entra en un escenario novedoso que podía superar increíblemente al del reconocido descubrimiento de Plutón. (8)
Calculando el movimiento y la altura de un sospechoso satélite, desde una plataforma, la cámara fotográfica estaba dirigida al espacio de cielo sugerido anteriormente. Los cuerpos astronómicos aparecen con una configuración lineal en dichas placas fotográficas. Por el contrario, un satélite se reflejaría distinto: Un simple punto – en la altura escogida- y una pequeñísima línea cuando la altura fuera diferente. Nada incómodo de comprender.

Corría 1953 y en el Observatorio Lowell algunos astrónomos habían iniciado la pesquisa estelar. En el otoño de 1954 periodistas objetivos en medios publicitarios serios aseguraban que la incesante investigación aportaba preliminarmente positivas informaciones. A 700 y 1000 kilómetros de altitud se descubrieron – afirmaban- dos satélites naturales.
Pero, nadie se responsabilizó con las informaciones dadas a conocer.

¿Sería acaso porque los asombrosos cuerpos no eran realmente naturales?

¿Por qué los primeros satélites rusos y americanos si fueron registrados por las cámaras?

La polémica en torno a la naturaleza no artificial de los satélites proseguía años más tarde. En otro momento hablé del científico John Bargby que dijo haber visto durante el periodo 1966-69 a diez microsatélites (¿naturales?) terrestres a través del telescopio. Dijo el norteamericano que los pequeños objetos poseen órbitas elípticas (con un perigeo de 680 km y un apogeo de (9) 14700). Todo, producto de la fragmentación de un cuerpo de dimensiones mayores durante diciembre del 1955, (analizando posibles perturbaciones en satélites lanzados por el hombre, basados en datos de reportes aproximados y no muy confiables). Nunca fueron detectados en su perigeo. La nebulosa alrededor del fenómeno espacial continuó desarrollándose.

Fig. 3 "Primer Sputnik terrestre, puesto en órbita el 4 de octubre del año 1957".


CUATRO LUNAS NATURALES. ¿SOLAMENTE TEORÍAS?

Abordaremos la teoría del erudito alemán Hans Horbiger, el cual sostenía con firmeza que hubo cuatro lunas originarias, según él, de las cuatro eras geológicas existentes. (10)
Este osado teórico entendía que cada uno de los diferentes satélites naturales captados por nuestro planeta, al ser atraído hacia ella, habían puesto fin a la era que correspondía. Afirmaba Horbiger que la era primaria, 220 millones de años atrás, dio paso a otra – la secundaria -. La primera luna, como las demás debía provenir del lejano ámbito celeste.
La luna natural número dos caería hace 65 millones de años. La causa del estrellamiento, (que hoy día se ha verificado científicamente) dio como resultado la extinción de los gigantescos dinosaurios.
Opinaba el investigador que al nacer la Era Terciaria surgieron los primeros humanos en el planeta. La original propuesta, suponen algunos, pudo estar influenciada por filosofías y doctrinas esotéricas.
Creía el germano que un tercer cuerpo natural impactó sobre nuestro mundo hace alrededor de 150,000 años, produciendo un holocausto acuoso.
Con respecto a la luna que todos conocemos, Horbiger entendía que se precipitaría algún día, cosa esta no aceptada por la mayoría científica, pues se ha podido verificar que nuestro satélite natural se aleja del planeta azul anualmente. No por eso debemos suponer que el influyente alemán estaba demasiado despistado. Con respecto a la segunda luna, hoy se sabe que un asteroide u otro enorme bólido motivó un estrago mundial cuando tocó un punto cercano a Yucatán. ¿Por qué no pudo antes haber sido un satélite natural?

Haciendo estas líneas he tenido conocimiento de otra información. La fuente indica que ha sido descubierto un cráter enorme en la Antártica y que los científicos piensan que fue formado por una formidable roca llegada del espacio, causante de una devastación sin precedentes en el decursar geológico del planeta Tierra, y la mayor extinción masiva que pueda concebirse.

Enterrado, a centenares de metros bajo el hielo al Este del frío continente, tiene 300 millas de ancho, creyéndose que el portento pétreo podía haber poseído un ancho de hasta 48 kilómetros. Lo anterior corrobora que el controvertido “teórico” no insultó demasiado a la comunidad científica con sus argumentos. Pudiera ser que la primera luna fuera la que dio origen a ese probable cráter que los satélites científicos han captado. De todas maneras 220 millones de años y los 250 millones prácticamente confirmados ahora, no representan tantas diferencias. De todos modos, que de tres lunas el alemán acertara en una y casi acertara – por no decir que acertó – en otra, en lo que a periodo geológico se refería, demuestra una intuición preclara, al margen de la aceptación que le corresponda de parte de los académicos y sabios posteriores a su desaparición. Lo que importa es que hubo alguien que concibió hace muchas décadas, que nuestro planeta tuviera otros satélites, y tuvo intuición para referirse a sus probables entradas en nuestro planeta en eras tan distantes, confirmadas parcialmente por la ciencia actual.

 

RETORNANDO AL MISTERIO

Fig. 4 "¿Otras lunas naturales de la Tierra? Noticia aparecida en el diario cubano
"EL MUNDO", en la década de los años sesenta del siglo pasado".

 

Es difícil suponer que, con una metodología aplicada a su innovación técnica y experiencia tecnológica, el ilustre descubridor de Plutón no lograra éxitos en su insistente búsqueda del otro satélite “natural”. Con tales procedimientos, científicos y militares podían permanecer más seguros en su vigilancia nocturna, ya que (siempre según las fuentes informativas) cualquier materia orbitando a 100,000 millas y con 25 pies de largo, u otro cuerpo del tamaño de una pelota para jugar tenis, situado a 2,000 kilómetros por encima nuestro, podían ser detectados.

La alarma, momentáneamente quedó circunscripta al espacio alrededor de la Tierra. Aparentemente. El 25 de agosto del 1960, cámaras de una estación seguidora espacial fotografió al huidizo objeto. Anteriormente, el día 12 de ese mismo mes, - fecha en que los norteamericanos lanzaron el satélite Eco 2 – había sido captado por la red de estaciones fotográficas de la Grumman Aircraft Engineering Corporation, o, mejor dicho, su Departamento de Estaciones Seguidoras Espaciales, nada menos que el Príncipe Negro.

Pasaron tres meses. Y el 30 de noviembre fueron obtenidas tres imágenes con 20 grados de arco y precisión casi perfecta, de una milésima/seg, en dirección – curioso esto – ESTE – OESTE.

Otro dato que tampoco debe ignorarse, como prueba del seguimiento realizado por distintos astrónomos, daba a conocer que el satélite surgía sólo cuando era percibido el ECO1. Todos recordaremos los avistamientos telescópicos de OVNIs efectuados por el astrónomo y sacerdote jesuita argentino, Segundo B. Reyna, que fueron vistos in fraganti mientras seguían al satélite ECO 2.(11)

Hubo dificultades en obtener fotos simultáneas desde varias estaciones separadas también, debido a la posición de la línea de sombra al atravesar gran parte del cielo visible, dificultando así el trazar la correspondiente triangulación. Relativo a la experiencia de agosto del 1960, había sido anotada rigurosamente la hora del primer avistaje, (fuera de la sombra) siendo calculada su altura – o sea del satélite misterioso- entre 540 y 630 kilómetros. Los cálculos estimaron que la órbita del Príncipe debía ser demasiada excéntrica (7.560 kms de apogeo) y (540 kms de perigeo).
La luz (o luces), que moviéndose de Este a Oeste había(n) sido ya registrada(s) en Monte Palomar, entre el 24 y 25 de Abril del año 1955 y como cuerpo orbitando nuestro planeta; detectado entre 1952-53, por el sistema de radar en White Sands, se negaba(n) a desaparecer. Y sobre el ahora “solitario” visitante se han tejido infinidad de rumores y conjeturas, que subsisten, logrando traspasar la prueba del tiempo. Se ha dicho que esta posible sonda extraterrestre posee un diámetro enorme (hasta 900 metros) enviando hacia nuestro globo terráqueo partículas nocivas que algunos llama “transalfa”.
Pero, debemos mantener la coherencia en todo este conjunto desperdigado de informes – obviamente - nada concluyentes.

 

Fig. 5 "La Tierra y su luna natural. Posiblemente, otras lunas orbitaron alrededor del
tercer planeta en el pasado. Existen huellas en tal sentido".

 

Ahora, dejemos que sea esta relación de fechas a continuación reflejadas, la mejor oportunidad para sostener, lo que de coherente ha debido tener el historial del otro “satélite natural”. Su expediente no se cierra en 1960. Atento.

 

Fig. 6 "En el dibujo, del también astrónomo argentino Segundo B. Reyna, se puede apreciar la trayectoria del ECO 2 y un OVNI, que parecía investigarlo de cerca. O quizá hacerse notar."


Entre 4/10/1957 y 19/8/1960 sólo Estados Unidos y la URSS habían enviado al espacio 35 aparatos, acorde con los datos proporcionados por el Boletín de las Estaciones de observación óptica de los SAT, y del Consejo astronómico en la Academia de Ciencia soviética y las tablas editadas por el centro exploratorio de R.F.A., Gran Bretaña, en Farnborough dirigido por D. King-Hele.


Para aceptar la probabilidad de que el objeto satelital desconocido u OVNI captado y observado entre el 12 y 25 / Agosto/60, se tratase de otro ingenio terrestre acompañando al Eco 1, debemos revisar el contenido presente en los datos aportados por las entidades científicas y estaciones rastreadoras especializadas. Digamos que, un grupo de estos ingenios cósmicos terrícolas, tenían una vida activa efímera, y otros, como el Pionero 5, fueron trasladados hacia una órbita heliocéntrica. O, el Luna-2, que impactó contra nuestro único –aparente- satélite natural durante 1959, existiendo unos cuantos que, a pesar de estar bastantes meses circunvalando la Tierra, no podían estar involucrados como supuestos acompañantes. La mayoría, debido a diferentes factores, dejaron de existir antes. Sencillamente no encajaban en ninguna forma. Diecinueve vehículos terminaron sus funciones antes del 25/8/60, más tres que estaban en órbitas heliocéntricas, y uno impactando la Luna. Reducido a doce los orbitadores terrestres candidatos, resulta que existieron varios muy distantes – tanto por sus órbitas, funciones y alturas distintas a la de Eco 1- en lo que a tener una mínima relación indirecta se refiere, quedando demostrado que considerar otra variante tecnológica se perfila presuntuosa y carece de perspectiva. ¿O seguimos equivocados?

Diez años transcurrieron desde que John Bagby declarara, en relación a su múltiple hallazgo de fragmentos orbitando la Tierra. Durante 1979 fueron expuestas públicamente las declaraciones del astrofísico ruso, profesor Serguei Petrovich Bozhich respecto a una máquina interplanetaria desconocida que explotó en la alta atmósfera de nuestro planeta, originando inmediatamente que varios pedazos de esta giraran – satelizados – desde unos 2000 kilómetros de altura. Lo más interesante de sus declaraciones es que venían respaldadas por numerosos colegas suyos y algunos astrónomos no soviéticos. Parece ser que también ciertos satélites terrestres estuvieron (y están) en condiciones de confirmar dicha información. La presencia de dos lunas liliputienses – dos de ellas medirían alrededor de 30 metros/diámetro-, creyéndose en diversos sectores como hemos apuntado anteriormente, que procedían del estallido de meteoros. Antes Bagby, con el apoyo de ordenadores, había precisado las trayectorias del conjunto material (o primer supuesto desecho espacial conocido de la historia), que suponía la presencia de visitantes ignotos. Volvamos a recordar lo que el astrofísico Petrovich dijo sobre estos trozos satelitales, los cuales se movían a 2000 kilómetros de altura, la misma – y esto es elemental – que 24 años antes, acorde con la inventiva- innovadora de Tombaugh, podían detectarse objetos del tamaño de una pelota para jugar tennis. Petrovich aseguraba en aquel momento, (1979) en relación al estudio balístico de las 10 diminutas “lunas”, hecho por un grupo experto ruso, que pudieron – afirma él – calcular exactamente la órbita y velocidad relativa para cada una, y detectaron así las coordenadas y fecha de la explosión aludida anteriormente, o sea, el 18 de Dic/1955.

 

Fig. 7 "De acuerdo con el astrónomo Duncan Lunan, el llamado Príncipe Negro, puede haber sido (o es) un radio artefacto cibernético, que llegó a nuestro Sistema Solar hace 13,000 años, desde la constelación de Boyeros".

 

¿Coincidencia? Resultaba ser exactamente la misma fecha que aseguraba Bagby anticipadamente. Insistimos, la historia oficial de la cosmonáutica nos dice que el primer ingenio espacial fue lanzado al espacio en octubre del año 1957. Muchas en aquella época fueron las voces que se alzaron, apoyando a Petrovich. Tal es el caso del físico Giorgeyevich, que sugirió incluso una expedición para ir en la búsqueda de los posibles desechos del ingenio original. Y el Dr. Malkin, quien fungía como director investigativo relacionado con la lanzadera espacial de NASA, que consideró un proyecto conjunto de búsqueda ruso-norteamericano.

 

Continuará…

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