Por
Salvador Frixeido
La
carta que a continuación transcribiré es altamente reveladora. Un grupo de
militares de Estados Unidos, no corruptos pero ingenuos, le escribe a su
presidente Ronald Reagan para que reprima a la CÍA en su afán por encubrir todo
lo referente al asunto de los ovnis y para que les permita declarar acerca de
todas las mentiras que aquélla le ha estado diciendo al pueblo norteamericano
sobre el mismo tema.
Digo
ingenuos, porque mal saben ellos que el ex presidente Ronald Reagan seguía
obedientemente las pautas de la CÍA en este particular, aparte de que era capaz
de mentir tanto como ella en este y otros temas de gran importancia para la
nación, tal como se pudo ver en el asunto Irán-Contras.
Por
lo que podemos ver en el texto de la carta, los militares que la redactaron, si
bien conocían el hecho fundamental de que estábamos siendo visitados por naves
de fuera de nuestro planeta, desconocían las intenciones de nuestros visitantes
y, a lo que parece, sus actividades nada legales en su propio país. Y menos todavía
sospechaban el ignominioso pacto que su Gobierno había hecho con ellos, del que
hablaremos con detención más adelante.
Su
ignorancia del aspecto más tenebroso del fenómeno ovni lo podemos ver en varias
de sus afirmaciones a lo largo de la carta, como, por ejemplo, cuando dicen que
«los accidentes fatales relacionados con los ovnis son relativamente escasos».
Sin embargo, aparte de los hechos de los que se confiesan culpables, hay que
abonar en su favor el haberse rebelado contra un estado de cosas que ya se ha
hecho abiertamente criminal. He aquí el texto del documento.
CARTA DEL GRUPO «JUSTICIA PARA
EL
PERSONAL MILITAR» (JMP) AL PRESIDENTE RONALD REAGAN
(Copia a los miembros del
Congreso y a la prensa)
4 de diciembre de 1987
PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS
La Casa Blanca
1600 Pennsylvania Ave
Washington DC 20500
Querido señor presidente:
La CIA se está burlando de
nuestra Constitución. Nuestros representantes y senadores no tienen idea de lo
que los militares hemos hecho y continuamos haciendo, porque la CÍA ha decidido
que «ellos no tienen necesidad de saberlo». Por tanto, el grupo JMP le pide a
usted, señor presidente, que emita una orden ejecutiva que obligue tanto a los
militares como al personal del Gobierno, activos o retirados, que tengan algún
conocimiento sobre el asunto de los ovnis, que testifiquen con total inmunidad
ante un comité congresional especial. La CIA no podrá objetar nada, porque
según ella «los ovnis no existen».
El encubrimiento que se ha estado
llevando a cabo con relación a los ovnis no tiene por qué escudarse en la
«seguridad nacional». Tiene que terminarse porque está minando la moral
militar.
Nuestro grupo
JMP está formado por personal militar retirado que trabajó bajo órdenes de la
CÍA en el encubrimiento del fenómeno ovni. Amparándonos en la «seguridad
nacional» nosotros colaboramos intencionadamente en el engaño de los ciudadanos
de nuestra nación y manipulamos a la prensa, a los tribunales de justicia y a
la mayoría de los políticos.
El encubrimiento
de los ovnis que lleva a cabo la CÍA, se está haciendo contra los intereses del
pueblo norteamericano y no contra nuestros potenciales enemigos. La CÍA insiste
en que el encubrimiento tiene que ser mantenido por encima de todo, porque de
otra manera todo el armamento militar sería inefectivo. Pero mientras tanto,
los rusos tienen una ciudad entera dedicada a la investigación de los ovnis. La
CÍA sostiene que el personal militar a su servicio desobedecerá órdenes cuando
se refieran al asunto de los ovnis. Por ejemplo, durante la guerra del Vietnam
los pilotos se negaban a obedecer cuando recibían órdenes de atacar a los
ovnis. Como los accidentes fatales relacionados con los ovnis son relativamente
escasos (excepto en la guerra de Vietnam), la CÍA prefiere continuar con el
encubrimiento.
La NSA, NASA,
CÍA, RAND y los asociados con AFOSI nos han informado que los ovnis tienen
orígenes diversos. Algunos de ellos son de civilizaciones miles de años más
avanzadas que la nuestra. La mayor parte de lo que a ellos se refiere, sus
motivos y sus actuaciones son incomprensibles para nosotros. Poco es lo que
podemos hacer para protegernos de ellos. La Fuerza Aérea está totalmente
desprovista de recursos para enfrentarse a la situación debido a las increíbles
capacidades de vuelo de esos aparatos.
Tanto la CÍA
como el Pentágono están asombrados del poder que tienen para distorsionar el
funcionamiento de todos los equipos electrónicos de aire y tierra, y para
inutilizar los sistemas de control de armamento. La CÍA se ha propuesto, cueste
lo que cueste, llegar a conocer y reproducir el sistema de propulsión de los
ovnis. Esto quiere decir que en ocasiones se han sacrificado vidas de pilotos
tratando de perseguir y conseguir algún ovni para ver cómo es su
funcionamiento.
La RAND dice que
no hace falta dar explicaciones porque hechos como los de 1952, cuando gran
cantidad de ovnis volaron sobre Washington y la Casa Blanca, no van a volver a
repetirse. En cambio, NORAD, al igual que muchos de nosotros en las Fuerzas
Armadas, nos oponemos radicalmente a esta continuación del encubrimiento,
señalando el posible pánico colectivo si se repite algo como lo de 1952.
Creemos que ya
han muerto demasiados militares como resultado de no haber sido
convenientemente informados acerca de la existencia de los ovnis. Y es hora de
decirle a nuestras Fuerzas Armadas la verdad. Es un crimen el continuar usando
como conejos de Indias al personal militar.
CRÍMENES QUE HEMOS COMETIDO PRESIONADOS POR LA CÍA
Hace cuarenta
años el encubrimiento se reducía a unos pocos individuos dentro de la cúpula
militar y el Gobierno; pero hoy son ya muchos miles los que están afectados o
envueltos en él. Esta política engañosa de la CÍA está creando resentimiento
entre el personal militar porque se nos han dado órdenes que son contra la ley,
contra nuestros compañeros militares y contra nuestra nación. Nuestro grupo
está compuesto por muchos militares que están esperando el permiso para
testificar.
He aquí unos
pocos ejemplos de las actividades engañosas que tuvimos que realizar mientras
estábamos en servicio activo:
1. Les dimos
orden a muchos pilotos para que disparasen contra los ovnis con la intención de
derribar alguno para estudiarlo. Esto trajo como consecuencia, en algunos
casos, la explosión del avión y la muerte de sus pilotos o su instantánea
«desaparición» junto con la del aparato. Da la impresión de que los ovnis
«monitorean» cada una de las acciones de nuestros pilotos. Hemos analizado
cientos de fotos de ovnis y tenemos la impresión de que algunos se mueven por
control remoto.
2. Hemos hecho
callar tajantemente a los pilotos que han dicho haber visto ovnis y no les
permitimos que hablen de las persecuciones de ovnis ni entre ellos mismos.
3. Hemos
interrogado, intimidado y hostigado al personal militar de tierra que dice
haber visto ovnis, hasta «convencerlos» (exceptuados los pilotos y astronautas)
de que ellos «no vieron nada». Los hemos atemorizado con la amenaza de largas
sentencias de cárcel, si le contaban a alguien lo que habían visto. Los hemos
trasladado sin sus familias a bases lejanas en el mundo entero, de modo que,
aunque hablasen, nadie les iba a creer. Hemos encerrado a algunos en
instituciones para enfermos mentales. Los hemos encarcelado.
Hemos destruido
sus carreras y hemos hecho todo lo posible por intimidar a los testigos de los
ovnis, llenándolos de miedo y reduciéndolos al silencio y a la duda.
4. Hemos
distribuido información fraudulenta valiéndonos para ello de los portavoces
militares del Gobierno, lo mismo que de científicos, para desacreditar todos
los avistamientos públicos de ovnis.
5. Hemos forzado
a la NASA, a la FAA y a otras agencias gubernamentales a que siguiesen las
pautas de la CIA relativas al fenómeno ovni.
6. Hemos violado
al Acta de Libertad de Información, al ocultar documentos a los que los
solicitantes tenían derecho.
7. Hemos
desacreditado a los pilotos civiles que decían públicamente haber visto ovnis y
hemos forzado a sus Compañías para que los hiciesen callar.
8. Cuando los
pilotos civiles en todo el mundo decían que habían perdido temporalmente el
mando de la nave en presencia de un ovni, y hasta cuando habían desaparecido
totalmente, nosotros nunca lo con firmábamos, a pesar de que sabíamos que era
verdad.
9. Hemos destruido sin misericordia la
reputación de muchos extraordinarios y competentes conciudadanos que se
atrevieron a sostener que habían visto ovnis, cuando sabíamos perfectamente que
estaban diciendo la verdad, pues nosotros mismos los habíamos visto en el
radar.
10. Hemos
silenciado a congresistas y senadores que pedían información para sus
representados. Estos Congresistas son ahora socios silenciosos en este
encubrimiento y, por tanto, responsables directos de todos los crímenes que
nosotros cometemos.
EL GRAN FALLO DE LA PRENSA
La campaña de
desprestigio de los ovnis ordenada por la CIA en 1953 publicó libros y colocó
cientos de artículos en la prensa para crear una atmósfera de ridículo en torno
al tema; creó falsos «contactos» y bromas y los sigue creando todavía; se
infiltró en los grupos más importantes dedicados a la investigación del
fenómeno y logró ridiculizarlos y hacer que dirigiesen sus investigaciones
hacia «otras explicaciones» más racionales.
La campaña tuvo
un éxito muy superior al que la CÍA hubiese esperado, debido principalmente a
la brillante manipulación de la prensa, utilizando la estrategia del ridículo.
La prensa «seria», por miedo a caer en el ridículo, se tragó increíblemente
todos los «comunicados oficiales» acerca del fenómeno.
Por este miedo
al ridículo, por ejemplo, y por divorciarse por completo de todo lo relacionado
con los «platillos volantes», nunca se preguntó por qué la CÍA rehusó darle
información al senador Goldwater que por aquel entonces era presidente del
Comité de Inteligencia del Senado. Si el senador Goldwater no merece que se le
informe sobre el problema de los ovnis, ¿quién se lo merece en nuestro
Gobierno? La prensa falló en hacerse esta simple pregunta: Si «los ovnis no
existen» ¿por qué la CÍA le dijo al senador Goldwater que los informes sobre
los ovnis son «datos clasificados en un nivel superior al top secret», y a
«cualquier otro secreto de los Estados Unidos?»
La campaña de
desprestigio montada por la CÍA USÓ a algunos de los cerebros más brillantes de
nuestro país y poco a poco «convenció» a muchos periodistas que la manera mejor
de progresar en su profesión era abandonando la ética periodística cuando se
trataba de reportar noticias sobre avistamientos de ovnis.
Uno de los actos
más audazmente engañosos de la CÍA se refiere al presidente Carter —que había
sido testigo de un avistamiento— cuando le sugirió a la NASA la posibilidad de
hacer una investigación sobre los ovnis. Hasta ese momento, todos nosotros los
que estábamos envueltos en la campaña de encubrimiento, pensábamos que el
presidente estaría enterado de todo desde el mismo momento de su toma de
posesión, y que se le habría informado de la enorme cantidad de dinero que se
había gastado en la investigación del fenómeno desde 1953.
Pues bien, ¡no
sabía casi nada! y a nosotros se nos hizo inconcebible cómo el presidente de la
nación había sido mantenido en la ignorancia por la CIA.
Por aquel tiempo
el equipo científico de la NASA llegó a la conclusión de que había que terminar
con el encubrimiento porque para entonces ya casi todo el público sabía que la
mayor parte de los astronautas habían tomado fotos de ovnis o que habían sido
seguidos por ovnis y que se veían forzados a mentirle a la prensa. Pero la CIA,
poco antes de que la NASA diese su informe para los medios de comunicación,
insistió en que había que seguir encubriendo todo lo relativo a los ovnis y la
forzó a mentirle una vez más a la prensa. Y la NASA redactó un boletín de
prensa, dictado por la CIA y contrario a las conclusiones a que habían llegado
sus científicos.
Víctor
Marchetti, que fue un alto cargo de la CIA, sostiene abiertamente que muy
probablemente el presidente Carter fue forzado a participar en toda la campaña
de encubrimiento dirigida por la CIA.
La mayor parte
de las ridículas «explicaciones científicas» de los avistamientos, salían de
los «cuarteles de desprestigio» que la CIA tenía montados, y eran diseminados
entre el público, mayormente a través de la Fuerza Aérea, la FAA, FBI, CIA,
NASA, NORAD O el Pentágono. Las absurdas «explicaciones» (gas de los pantanos,
alguna estrella, Venus, etc.) dadas muchas veces después de largas demoras, con
frecuencia más que explicaciones eran un insulto para la inteligencia de
nuestro pueblo. Y a pesar de que no eran ni científicas ni siquiera lógicas,
eran rápidamente aceptadas por la prensa que de esa manera se liberaba de «otra
loca historia de ovnis».
Con frecuencia,
había graves contradicciones entre los informes oficiales y lo que decían los
pilotos o los controladores de radar, que no solían tener mucho eco en la
prensa.
EL FALLO DE LA COMUNIDAD CIENTÍFICA
El proyecto
«Blue Book», el «Informe Condon» y muchos científicos notables, son parte de
esta campaña de encubrimiento de la CIA. El «Informe Condon» fue una farsa
«científica» que inmediatamente fue desenmascarada como un fraude por el
extinto Profesor James E. MacDonald. (El profesor James MacDonald apareció
«suicidado» de una manera muy extraña, poco después de haber desenmascarado el
«Informe Condon») (Nota del traductor).
Desde el momento
de su aparición, dicho informe fue muy duramente criticado por científicos (que
no pertenecen a la CIA), los cuales lo examinaron a fondo, cosa que otros, por
miedo al ridículo, no han hecho e increíblemente todavía continúan viendo al
«informe Condon» como un estudio serio. Este triunfo logrado sobre la comunidad
científica es algo que llena de satisfacción a las altas esferas de la
«inteligencia» militar y política.
Esta
manipulación de la opinión pública norteamericana y las técnicas avanzadas de
control mental practicadas por la CIA, han sido descritas por un doctor de la
Fuerza Aérea como «fascismo psiquiátrico, contradictorio con los principios de
la democracia». En la actualidad, y debido a los sistemas de detección
altamente sofisticados, se están detectando con mucha frecuencia ovnis sobre
nuestras bases y sobre los silos de misiles y se ha descubierto que son capaces
de entrometerse en los mecanismos de lanzamiento. Se los ha fotografiado en
áreas prohibidas espiando nuestros experimentos militares, y por radar y hasta
a simple vista se los ha seguido casi a diario cruzando los cielos de Estados
Unidos y Canadá.
De todas partes
del mundo nos llegan noticias semejantes y debido a ello es por lo que nos
oponemos a este encubrimiento sin sentido que nos priva de una enorme cantidad
de datos científicos. Pero no podemos hacer nada, porque la CIA controla todas
las agencias de inteligencia militar y tiene una abrumadora influencia sobre
muchas agencias del Gobierno.
Personal del FBI
ha definido este encubrimiento como el mayor crimen jamás perpetrado contra
nuestro pueblo. La CIA, amparándose en el «Interés Público Nacional» ha violado
flagrantemente la letra y el espíritu de la ley.
El Código de
Justicia Militar no ofrece a nuestros soldados ninguna protección contra esto.
Nosotros como miembros del grupo «Justicia para el Personal Militar» estamos
divididos entre el deseo de mantener nuestro juramento de secreto, y nuestro
sentido de ética como ciudadanos responsables y leales de esta gran nación
nuestra.
Pero, por otro lado,
estamos totalmente decididos y dedicados a impedir que este encubrimiento siga
perpetuándose en nuestra patria libre. Si nuestro país nos exige a los
militares que estemos dispuestos a entregar nuestras vidas en su defensa, lo
menos que puede hacer es decirnos contra quién estamos luchando y por qué.
Tenemos el derecho a
saberlo.