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lunes, 24 de mayo de 2021

Los militares se rebelan...



Por Salvador Frixeido

La carta que a continuación transcribiré es altamente reveladora. Un grupo de militares de Estados Unidos, no corruptos pero ingenuos, le escribe a su presidente Ronald Reagan para que reprima a la CÍA en su afán por encubrir todo lo referente al asunto de los ovnis y para que les permita declarar acerca de todas las mentiras que aquélla le ha estado diciendo al pueblo norteamericano sobre el mismo tema.
Digo ingenuos, porque mal saben ellos que el ex presidente Ronald Reagan seguía obedientemente las pautas de la CÍA en este particular, aparte de que era capaz de mentir tanto como ella en este y otros temas de gran importancia para la nación, tal como se pudo ver en el asunto Irán-Contras.
Por lo que podemos ver en el texto de la carta, los militares que la redactaron, si bien conocían el hecho fundamental de que estábamos siendo visitados por naves de fuera de nuestro planeta, desconocían las intenciones de nuestros visitantes y, a lo que parece, sus actividades nada legales en su propio país. Y menos todavía sospechaban el ignominioso pacto que su Gobierno había hecho con ellos, del que hablaremos con detención más adelante.
Su ignorancia del aspecto más tenebroso del fenómeno ovni lo podemos ver en varias de sus afirmaciones a lo largo de la carta, como, por ejemplo, cuando dicen que «los accidentes fatales relacionados con los ovnis son relativamente escasos». Sin embargo, aparte de los hechos de los que se confiesan culpables, hay que abonar en su favor el haberse rebelado contra un estado de cosas que ya se ha hecho abiertamente criminal. He aquí el texto del documento.


CARTA DEL GRUPO «JUSTICIA PARA
EL PERSONAL MILITAR» (JMP) AL PRESIDENTE RONALD REAGAN
(Copia a los miembros del Congreso y a la prensa)
4 de diciembre de 1987
PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS
La Casa Blanca
1600 Pennsylvania Ave
Washington DC 20500

Querido señor presidente:

La CIA se está burlando de nuestra Constitución. Nuestros representantes y senadores no tienen idea de lo que los militares hemos hecho y continuamos haciendo, porque la CÍA ha decidido que «ellos no tienen necesidad de saberlo». Por tanto, el grupo JMP le pide a usted, señor presidente, que emita una orden ejecutiva que obligue tanto a los militares como al personal del Gobierno, activos o retirados, que tengan algún conocimiento sobre el asunto de los ovnis, que testifiquen con total inmunidad ante un comité congresional especial. La CIA no podrá objetar nada, porque según ella «los ovnis no existen».
El encubrimiento que se ha estado llevando a cabo con relación a los ovnis no tiene por qué escudarse en la «seguridad nacional». Tiene que terminarse porque está minando la moral militar.
Nuestro grupo JMP está formado por personal militar retirado que trabajó bajo órdenes de la CÍA en el encubrimiento del fenómeno ovni. Amparándonos en la «seguridad nacional» nosotros colaboramos intencionadamente en el engaño de los ciudadanos de nuestra nación y manipulamos a la prensa, a los tribunales de justicia y a la mayoría de los políticos.
El encubrimiento de los ovnis que lleva a cabo la CÍA, se está haciendo contra los intereses del pueblo norteamericano y no contra nuestros potenciales enemigos. La CÍA insiste en que el encubrimiento tiene que ser mantenido por encima de todo, porque de otra manera todo el armamento militar sería inefectivo. Pero mientras tanto, los rusos tienen una ciudad entera dedicada a la investigación de los ovnis. La CÍA sostiene que el personal militar a su servicio desobedecerá órdenes cuando se refieran al asunto de los ovnis. Por ejemplo, durante la guerra del Vietnam los pilotos se negaban a obedecer cuando recibían órdenes de atacar a los ovnis. Como los accidentes fatales relacionados con los ovnis son relativamente escasos (excepto en la guerra de Vietnam), la CÍA prefiere continuar con el encubrimiento.
La NSA, NASA, CÍA, RAND y los asociados con AFOSI nos han informado que los ovnis tienen orígenes diversos. Algunos de ellos son de civilizaciones miles de años más avanzadas que la nuestra. La mayor parte de lo que a ellos se refiere, sus motivos y sus actuaciones son incomprensibles para nosotros. Poco es lo que podemos hacer para protegernos de ellos. La Fuerza Aérea está totalmente desprovista de recursos para enfrentarse a la situación debido a las increíbles capacidades de vuelo de esos aparatos.
Tanto la CÍA como el Pentágono están asombrados del poder que tienen para distorsionar el funcionamiento de todos los equipos electrónicos de aire y tierra, y para inutilizar los sistemas de control de armamento. La CÍA se ha propuesto, cueste lo que cueste, llegar a conocer y reproducir el sistema de propulsión de los ovnis. Esto quiere decir que en ocasiones se han sacrificado vidas de pilotos tratando de perseguir y conseguir algún ovni para ver cómo es su funcionamiento.
La RAND dice que no hace falta dar explicaciones porque hechos como los de 1952, cuando gran cantidad de ovnis volaron sobre Washington y la Casa Blanca, no van a volver a repetirse. En cambio, NORAD, al igual que muchos de nosotros en las Fuerzas Armadas, nos oponemos radicalmente a esta continuación del encubrimiento, señalando el posible pánico colectivo si se repite algo como lo de 1952.
Creemos que ya han muerto demasiados militares como resultado de no haber sido convenientemente informados acerca de la existencia de los ovnis. Y es hora de decirle a nuestras Fuerzas Armadas la verdad. Es un crimen el continuar usando como conejos de Indias al personal militar.

CRÍMENES QUE HEMOS COMETIDO PRESIONADOS POR LA CÍA

Hace cuarenta años el encubrimiento se reducía a unos pocos individuos dentro de la cúpula militar y el Gobierno; pero hoy son ya muchos miles los que están afectados o envueltos en él. Esta política engañosa de la CÍA está creando resentimiento entre el personal militar porque se nos han dado órdenes que son contra la ley, contra nuestros compañeros militares y contra nuestra nación. Nuestro grupo está compuesto por muchos militares que están esperando el permiso para testificar.
He aquí unos pocos ejemplos de las actividades engañosas que tuvimos que realizar mientras estábamos en servicio activo:

1. Les dimos orden a muchos pilotos para que disparasen contra los ovnis con la intención de derribar alguno para estudiarlo. Esto trajo como consecuencia, en algunos casos, la explosión del avión y la muerte de sus pilotos o su instantánea «desaparición» junto con la del aparato. Da la impresión de que los ovnis «monitorean» cada una de las acciones de nuestros pilotos. Hemos analizado cientos de fotos de ovnis y tenemos la impresión de que algunos se mueven por control remoto.
2. Hemos hecho callar tajantemente a los pilotos que han dicho haber visto ovnis y no les permitimos que hablen de las persecuciones de ovnis ni entre ellos mismos.
3. Hemos interrogado, intimidado y hostigado al personal militar de tierra que dice haber visto ovnis, hasta «convencerlos» (exceptuados los pilotos y astronautas) de que ellos «no vieron nada». Los hemos atemorizado con la amenaza de largas sentencias de cárcel, si le contaban a alguien lo que habían visto. Los hemos trasladado sin sus familias a bases lejanas en el mundo entero, de modo que, aunque hablasen, nadie les iba a creer. Hemos encerrado a algunos en instituciones para enfermos mentales. Los hemos encarcelado.
Hemos destruido sus carreras y hemos hecho todo lo posible por intimidar a los testigos de los ovnis, llenándolos de miedo y reduciéndolos al silencio y a la duda.
4. Hemos distribuido información fraudulenta valiéndonos para ello de los portavoces militares del Gobierno, lo mismo que de científicos, para desacreditar todos los avistamientos públicos de ovnis.
5. Hemos forzado a la NASA, a la FAA y a otras agencias gubernamentales a que siguiesen las pautas de la CIA relativas al fenómeno ovni.
6. Hemos violado al Acta de Libertad de Información, al ocultar documentos a los que los solicitantes tenían derecho.
7. Hemos desacreditado a los pilotos civiles que decían públicamente haber visto ovnis y hemos forzado a sus Compañías para que los hiciesen callar.
8. Cuando los pilotos civiles en todo el mundo decían que habían perdido temporalmente el mando de la nave en presencia de un ovni, y hasta cuando habían desaparecido totalmente, nosotros nunca lo con firmábamos, a pesar de que sabíamos que era verdad.      
 9. Hemos destruido sin misericordia la reputación de muchos extraordinarios y competentes conciudadanos que se atrevieron a sostener que habían visto ovnis, cuando sabíamos perfectamente que estaban diciendo la verdad, pues nosotros mismos los habíamos visto en el radar.
10. Hemos silenciado a congresistas y senadores que pedían información para sus representados. Estos Congresistas son ahora socios silenciosos en este encubrimiento y, por tanto, responsables directos de todos los crímenes que nosotros cometemos.


EL GRAN FALLO DE LA PRENSA

La campaña de desprestigio de los ovnis ordenada por la CIA en 1953 publicó libros y colocó cientos de artículos en la prensa para crear una atmósfera de ridículo en torno al tema; creó falsos «contactos» y bromas y los sigue creando todavía; se infiltró en los grupos más importantes dedicados a la investigación del fenómeno y logró ridiculizarlos y hacer que dirigiesen sus investigaciones hacia «otras explicaciones» más racionales.
La campaña tuvo un éxito muy superior al que la CÍA hubiese esperado, debido principalmente a la brillante manipulación de la prensa, utilizando la estrategia del ridículo. La prensa «seria», por miedo a caer en el ridículo, se tragó increíblemente todos los «comunicados oficiales» acerca del fenómeno.
Por este miedo al ridículo, por ejemplo, y por divorciarse por completo de todo lo relacionado con los «platillos volantes», nunca se preguntó por qué la CÍA rehusó darle información al senador Goldwater que por aquel entonces era presidente del Comité de Inteligencia del Senado. Si el senador Goldwater no merece que se le informe sobre el problema de los ovnis, ¿quién se lo merece en nuestro Gobierno? La prensa falló en hacerse esta simple pregunta: Si «los ovnis no existen» ¿por qué la CÍA le dijo al senador Goldwater que los informes sobre los ovnis son «datos clasificados en un nivel superior al top secret», y a «cualquier otro secreto de los Estados Unidos?»
La campaña de desprestigio montada por la CÍA USÓ a algunos de los cerebros más brillantes de nuestro país y poco a poco «convenció» a muchos periodistas que la manera mejor de progresar en su profesión era abandonando la ética periodística cuando se trataba de reportar noticias sobre avistamientos de ovnis.
Uno de los actos más audazmente engañosos de la CÍA se refiere al presidente Carter —que había sido testigo de un avistamiento— cuando le sugirió a la NASA la posibilidad de hacer una investigación sobre los ovnis. Hasta ese momento, todos nosotros los que estábamos envueltos en la campaña de encubrimiento, pensábamos que el presidente estaría enterado de todo desde el mismo momento de su toma de posesión, y que se le habría informado de la enorme cantidad de dinero que se había gastado en la investigación del fenómeno desde 1953.
Pues bien, ¡no sabía casi nada! y a nosotros se nos hizo inconcebible cómo el presidente de la nación había sido mantenido en la ignorancia por la CIA.
Por aquel tiempo el equipo científico de la NASA llegó a la conclusión de que había que terminar con el encubrimiento porque para entonces ya casi todo el público sabía que la mayor parte de los astronautas habían tomado fotos de ovnis o que habían sido seguidos por ovnis y que se veían forzados a mentirle a la prensa. Pero la CIA, poco antes de que la NASA diese su informe para los medios de comunicación, insistió en que había que seguir encubriendo todo lo relativo a los ovnis y la forzó a mentirle una vez más a la prensa. Y la NASA redactó un boletín de prensa, dictado por la CIA y contrario a las conclusiones a que habían llegado sus científicos.
Víctor Marchetti, que fue un alto cargo de la CIA, sostiene abiertamente que muy probablemente el presidente Carter fue forzado a participar en toda la campaña de encubrimiento dirigida por la CIA.
La mayor parte de las ridículas «explicaciones científicas» de los avistamientos, salían de los «cuarteles de desprestigio» que la CIA tenía montados, y eran diseminados entre el público, mayormente a través de la Fuerza Aérea, la FAA, FBI, CIA, NASA, NORAD O el Pentágono. Las absurdas «explicaciones» (gas de los pantanos, alguna estrella, Venus, etc.) dadas muchas veces después de largas demoras, con frecuencia más que explicaciones eran un insulto para la inteligencia de nuestro pueblo. Y a pesar de que no eran ni científicas ni siquiera lógicas, eran rápidamente aceptadas por la prensa que de esa manera se liberaba de «otra loca historia de ovnis».
Con frecuencia, había graves contradicciones entre los informes oficiales y lo que decían los pilotos o los controladores de radar, que no solían tener mucho eco en la prensa.


EL FALLO DE LA COMUNIDAD CIENTÍFICA

El proyecto «Blue Book», el «Informe Condon» y muchos científicos notables, son parte de esta campaña de encubrimiento de la CIA. El «Informe Condon» fue una farsa «científica» que inmediatamente fue desenmascarada como un fraude por el extinto Profesor James E. MacDonald. (El profesor James MacDonald apareció «suicidado» de una manera muy extraña, poco después de haber desenmascarado el «Informe Condon») (Nota del traductor).
Desde el momento de su aparición, dicho informe fue muy duramente criticado por científicos (que no pertenecen a la CIA), los cuales lo examinaron a fondo, cosa que otros, por miedo al ridículo, no han hecho e increíblemente todavía continúan viendo al «informe Condon» como un estudio serio. Este triunfo logrado sobre la comunidad científica es algo que llena de satisfacción a las altas esferas de la «inteligencia» militar y política.
Esta manipulación de la opinión pública norteamericana y las técnicas avanzadas de control mental practicadas por la CIA, han sido descritas por un doctor de la Fuerza Aérea como «fascismo psiquiátrico, contradictorio con los principios de la democracia». En la actualidad, y debido a los sistemas de detección altamente sofisticados, se están detectando con mucha frecuencia ovnis sobre nuestras bases y sobre los silos de misiles y se ha descubierto que son capaces de entrometerse en los mecanismos de lanzamiento. Se los ha fotografiado en áreas prohibidas espiando nuestros experimentos militares, y por radar y hasta a simple vista se los ha seguido casi a diario cruzando los cielos de Estados Unidos y Canadá.
De todas partes del mundo nos llegan noticias semejantes y debido a ello es por lo que nos oponemos a este encubrimiento sin sentido que nos priva de una enorme cantidad de datos científicos. Pero no podemos hacer nada, porque la CIA controla todas las agencias de inteligencia militar y tiene una abrumadora influencia sobre muchas agencias del Gobierno.
Personal del FBI ha definido este encubrimiento como el mayor crimen jamás perpetrado contra nuestro pueblo. La CIA, amparándose en el «Interés Público Nacional» ha violado flagrantemente la letra y el espíritu de la ley.
El Código de Justicia Militar no ofrece a nuestros soldados ninguna protección contra esto. Nosotros como miembros del grupo «Justicia para el Personal Militar» estamos divididos entre el deseo de mantener nuestro juramento de secreto, y nuestro sentido de ética como ciudadanos responsables y leales de esta gran nación nuestra.

Pero, por otro lado, estamos totalmente decididos y dedicados a impedir que este encubrimiento siga perpetuándose en nuestra patria libre. Si nuestro país nos exige a los militares que estemos dispuestos a entregar nuestras vidas en su defensa, lo menos que puede hacer es decirnos contra quién estamos luchando y por qué.
Tenemos el derecho a saberlo.