Por Martha Jacqueline
Iglesias Herrera
Descubrir a Michio Kaku ha
sido todo un acierto. Dada mi pasión por el tema de los Universos Paralelos
pude descubrir su obra. Michio es un físico teórico estadounidense,
especialista destacado de la teoría de campo de cuerdas, una rama de la teoría
de cuerdas. Además, es futurólogo, divulgador científico, anfitrión de dos
programas de radio, aparece frecuentemente en programas televisivos sobre
física y ciencia en general y es autor de varios best-sellers.
En una ocasión dijo:
Dos pasiones me han motivado durante toda mi
vida: el deseo de comprender las leyes físicas del universo dentro de una única
teoría coherente, y el deseo de ver el futuro. Finalmente me di cuenta que
ambas pasiones eran en realidad complementarias.
En el libro que nos ocupa:
Universos Paralelos, hace referencia a esta controvertida Paradoja de Bentley
que, en su momento, puso en jaque a la naciente teoría de la gravitación, de
Isaac Newton.
A continuación, les explico en
que consistió esta interesante controversia.
Paradoja de Bentley
Ya en la antigüedad el hombre se preguntaba cuán grande era el universo.
Sería, ¿finito o infinito? Filósofos como Lucrecio escribieron: “El
Universo no está limitado en ninguna dirección. Si lo estuviera, necesariamente
tendría que tener un límite en alguna parte. Pero está claro que una cosa no
puede tener límite a no ser que haya algo fuera de ella que la limite”.
Pero no sólo los filósofos trataron de hallar respuestas a esta
cuestión. El santo grial de soluciones a preguntas como estas se hallaba en
mano de los físicos prominentes de la época. Paradoja como la de Bentley llevaba
a un terreno de contradicciones las propias teorías instauradas por personalidades
eminentes como Isaac Newton.
Fue en 1692 cuando este clérigo, el reverendo Richard Bentley, le
removió el piso a Newton al plantearle que, si el universo era finito, el cielo
nocturno, en lugar de ser imperecedero y estático, sería el escenario de una aniquilación
increíble donde las estrellas se lanzarían unas sobras otras y se fusionarían
en una superestrella ardiente; y, de lo contrario, si era infinito, la fuerza
de cualquier cuerpo que lo empujara a izquierda o derecha también sería infinita
y, por tanto, las estrellas quedarían hecha pedazos en cataclismos abrasadores.
Estos planteamientos revelaron las paradojas inherentes a la teoría de
la gravedad cuando se aplica a todo el universo.
Parecía que Bentley había puesto en jaque la naciente teoría del físico,
pero Newton, tras pensarlo detenidamente, halló una escapatoria sutil al
plantearle que él prefería un universo
infinito pero que fuera totalmente uniforme, de esta manera las fuerzas
quedarían equilibradas en todas direcciones, creando un universo estático. O
sea, si una estrella era arrastrada hacia la izquierda por un número infinito
de estrellas, ese empujón quedaría anulado por uno de igual magnitud en la otra
dirección por otra serie ilimitada de estrellas.
Al ser la gravedad siempre atractiva, la única solución a la paradoja de
Bentley era tener un universo uniforme infinito. Pero, esta solución adolecía
de un basamento sólido que no la hiciera inherentemente inestable. Entonces
Newton apeló a “un poder divino” que hiciera que si una estrella vibraba
mínimamente no se produjera una reacción en cadena que llevara a los grupos de
estrellas a desmoronarse.
Fue cuando escribió: “Se necesita
un milagro continuo para impedir que el Sol y las estrellas fijas se precipiten
a través de la gravedad”.
Bibliografía:
Universos paralelos- Kaku Michio
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