Por
Manuel Carballal
En su laboratorio de la Universidad de
México el Dr. Grinberg realizó infinidad de experimentos intentando aplicar el método
científico a lo paranormal. Estudió la actividad cerebral de los chamanes, la
base neuronal de la telepatía, la percepción dermoóptica, etc. Alguien lo
definió como “el Einstein de la Conciencia”. En 1994 desapareció sin dejar
rastro...
Aunque en España ya existían rumores, tuve la primera confirmación
oficial de la desaparición inexplicable del Dr. Jacobo Grinberg en México.
Había acudido a Teotihuacan para participar en un ritual tolteca de la mano de
Ricardo Cáceres “Tlahuizcalpantecuntli”, fundador y líder espiritual del Centro
Cultural Tolteca de Teotihuacan y Esteban Berrocal “Toxtli”, el chamán con el
que un tiempo después realizaría mi primera toma de peyote en México,
intentando emular los pasos de Carlos Castaneda. Sospechoso de estar vinculado
con el caso Grinberg…
Durante ese viaje mantendría entrevistas con periodistas como Jaime
Maussan, brujos como Apolinar Gueixpal o Diego Gaona y arqueólogos como Zoila
del Socorro, entre otros. Y siendo mi interés prioritario el chamanismo y la
brujería tolteca, expresé a mis anfitriones-brujos mi interés por conocer al
Dr. Grinberg, el principal experto mexicano en chamanismo. Fue el entrañable
Toxtli quien me confirmó los peores augurios. “Eso va a ser imposible Manuel.
Desapareció de forma inexplicable el 12 de diciembre de 1994 y hasta hoy nadie
sabe nada de él… absolutamente nada.”
El científico del misterio
Hoy, que tantos autodenominados “investigadores”
circunscriben la parapsicología a emocionantes pero inútiles experimentaciones
psicofónicas en caserones abandonados, es bueno recordar a personajes como
Jacobo Grinberg, que lucharon con todas sus fuerzas por llevar el método
científico a la investigación de lo paranormal.
Jacobo Grinberg-Zylberbaum nació en Ciudad de México el 12 de diciembre
de 1946. Hijo de emigrantes europeos se formó en escuelas judías, y cuando solo
tenía 10 años a su madre le diagnostican un tumor en el cerebro que la llevaría
a la muerte tras casi tres años de terrible agonía. Aquella experiencia
traumática despertaría la vocación del pequeño Jacobo por el estudio del
cerebro. Y como Asclepio quiso resucitar a los muertos, Grinberg intentaría
desvelar los secretos del cerebro para evitar quizás que otras madres sufriesen
lo que sufrió la suya.
Según me explica Estusha Grinberg, su hija y la niña de sus ojos, ella
lleva ese nombre por su abuela Estusha Zylberbaum. Dos Estushas, madre e hija,
probablemente fueron las personas más importantes en la vida del Dr. Grinberg.
Tras terminar sus estudios de preparatoria viajó a Israel y pasó un
tiempo en un kibutz. Al regresar a México inicia los estudios de física en la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pero finalmente se inclina por
la psicología, licenciándose y convirtiéndose en ayudante del catedrático Héctor
Brust, una de sus principales influencias científicas.
En esa época se casa, por primera vez, y siguiendo la
tradición judía, con su primera esposa: Lizette Arditti, la madre de Estusha
Grinberg y reputada pintora mexicana.
En 1976 viaja a EEUU para hacer su doctorado en el New York Medical
College, y consigue una plaza en el laboratorio del Dr. Roy John, fundador del
Brain Research Laboratory en la Escuela de Medicina de la Universidad de New
York y “abuelo de las neurociencias cubanas”.
En el laboratorio de John se formaron otros reputados científicos y
estudiosos de la conciencia, como el Dr. Richard Davidson y era visitado con
frecuencia por investigadores tan conocidos como el Dr. Karl Pribram. Pero
también, según relataría Grinberg, por agentes de los servicios de inteligencia
de EEUU, interesados en las aplicaciones militares y para el espionaje, del
estudio de la conciencia. Probablemente funcionarios asignados al programa
Stargate.
Grinberg y los chamanes
Grinberg regresa a México con un doctorado y una tesis: “Correlativos
Electrofisiológicos de la Comunicación Humana”; y con un contrato del Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). Monta su laboratorio, el 23 de
fisiología en la Facultad de Psicología de la UNAM, e inicia una de sus
investigaciones más longevas y fascinantes: el estudio científico del
chamanismo mexicano.
El Dr. Grinberg recorrió todo el país, literalmente de punta a punta,
conociendo y estudiando a los chamanes más influyentes en sus respectivas
comunidades: Don Lucio de Morelos, Maria Sabina, Don Antonio de Quintana Roo,
Juan “el Cuate” Chagala, Don Rodolfo de Jalapa, Don, Iván Ramón… Su experiencia
daría lugar posteriormente a una fascinante colección de siete volúmenes titulada
genéricamente “Los chamanes de México”. Pero sin duda la más importante fue
Bárbara Guerrero “Pachita”.
Grinberg conoció a esta excepcional mujer en los jardines
del palacio presidencial, durante el sexenio del Presidente José López
Portillo. Su influyente hermana, Margarita López Portillo, estaba muy
interesada en la meditación y la acupuntura, y fue la responsable de presentar
a Grinberg a la sorprendente curandera Pachita, muy respetada por la familia
López Portillo.
Grinberg estudió las presuntas capacidades sobrenaturales de Pachita
durante años. Para bien o para mal su experiencia con la chamana más famosa de
México influyó definitivamente en su manera de percibir el chamanismo y la
investigación de los fenómenos paranormales. Abrumado por sus experiencias
personales con la curandera, en 1981 publica el primero de dos libros dedicados
a Pachita, y todo el respeto y la credibilidad que se había ganado en la
comunidad científica y académica se tambalea.
Pero lejos de amilanarse con las críticas, su entusiasmo por creerse en
el camino correcto le hace redoblar sus esfuerzos por aplicar sus conocimientos
científicos al estudio del cerebro.
Grinberg, que no era prestidigitador, siempre aceptó como genuinas las
capacidades de los chamanes, psíquicos y dotados que participaban en sus
estudios. Y partiendo de esa buena fe condicionaba la orientación de la
investigación y por tanto sus conclusiones. En el caso de Pachita, por ejemplo,
que era casi ciega, Grinberg deducía que utilizaba una forma de visión
extra-ocular para realizar sus operaciones imposibles.
De hecho a partir de 1982 comienza una investigación con José Luis
Altamirano, sobre la visión dermoóptica o percepción extraocular. Tras un
estudio con 19 sujetos (11 niñas y 8 niños), de entre 5 y 13 años, Grinberg
llegó a conclusiones muy audaces que publicó en varios artículos. Precisamente
este era otro de mis mayores intereses a la hora de intentar contactar con
Grinberg en México, ya que seis años después que él, yo también tuve la
oportunidad de replicar sus experimentos con José Luis Altamirano, aunque mis
conclusiones no eran tan concluyentes…
En los 80 Grinberg amplía su área de estudio y viaja a
India, donde conoce a diferentes gurús y santones: como Goenka, Suasteji,
Yoguenshvar o Sai Baba, intentando comparar la forma de actuar de los chamanes
mexicanos con los yoguis hindúes y budistas. Y estableciendo una valiosa
colaboración con varias universidades de India, que posteriormente serán muy
importantes en sus experimentos sobre telepatía a larga distancia.
Jacobo Grinberg regresa entusiasmado a México, y a partir de 1987
dirige el Instituto Nacional Para el Estudio de la Consciencia (INPEC). A pesar
de las críticas, envidias y desprecio de sus colegas en la Universidad, el Dr.
Grinberg no cesa de publicar nuevas investigaciones que entusiasman a los
apasionados por lo paranormal en todo el mundo, aunque son recibidas con mucho
escepticismo en el ámbito académico. Hasta el punto de que alguien define a
Grinberg como “el Einstein de la Conciencia” por sus innovadores experimentos.
Calificativo que encoleriza aún más a sus colegas.
Sin embargo el laboratorio de Grinberg en la UNAM comienza a hacerse
conocido, y otros investigadores de la conciencia, como el físico teórico y
divulgador Dr. Amit Goswami, viajan a México para intercambiar estudios con
Grinberg. Y no solo eso. Muchos estudiantes de física, química, psicología,
etc., en la UNAM solicitan realizar sus prácticas y tesis con el marginado Dr.
Grinberg, prefiriendo su laboratorio antes que cualquier otro de la
Universidad. Hasta 16 estudiantes de la UNAM consiguieron plaza en dicho
laboratorio participando en los experimentos de Grinberg. Yo he tenido la
oportunidad de entrevistar a varios de ellos.
El día F.
Pero el llamado “día F”, Jacobo no acudió a laboratorio. Sus
colaboradores sabían que tenía previsto un viaje a Nepal el 14 de diciembre,
para ultimar los experimentos de telepatía a larga distancia entre el
laboratorio de la UNAM y el Instituto Vivekananda Kendra. “Queríamos estudiar
el potencial transferido a distancia –me aclara Leah, que coordinaba ese
experimento con Grinberg-, y comprobar la no localidad. La metodología sería
igual a la que usábamos en UNAM pero los sujetos estaban en dos países
diferentes. Pensábamos sincronizar los registros. Fantástico proyecto, para
aquel entonces en que no había IPhone. Era todo un reto y parecía ciencia
ficción”.
Pero Grinberg, según demostraría la policía, jamás tomó
aquel avión ni salió del país. Era un investigador independiente, y con
frecuencia se ausentaba algunos días para hacer trabajo de campo, así que solo
su segunda esposa estaba al corriente de su día a día.
Fue precisamente Cerezo quien recibió la llamada de Teresa Mendoza
López, segunda esposa de Grinberg y con quien llevaba apenas un año casado.
Teresa estaba muy vinculada al grupo de Carlos Castaneda… especialmente a
Florinda Donner.
“Yo recibí un 13 de diciembre la llamada de Teresa –me explica Ruth
Cerezo-, quien me dijo que Jacobo había decidido adelantar las vacaciones de
diciembre e irse a Campeche, antes de viajar a la India. Avisé al grupo de
trabajo y nos fuimos de vacaciones. Todos los miércoles teníamos seminarios de
investigación, así que regresando de vacaciones, y al ver que no llegó al
primer seminario, se me hizo extraño.... Al siguiente manifesté mi preocupación
y di aviso a la universidad y comenzamos a buscarlo entre los familiares de Jacobo.
La mayoría de ellos pensaron que habría decidido quedarse más tiempo, por lo
cual no era motivo de preocupación. En realidad yo para entonces tenía una
profunda amistad con Jacobo y sabía que él no iba a dejar las investigaciones
en curso tan importantes que tenía, ni a sus estudiantes. En mayo del siguiente
año se dio aviso a la policía, la cual consideró que ya no habría evidencia
suficiente para indagar o saber que pasó. Eso me comentó el comandante Padilla.
Poco a poco el laboratorio se fue vaciando, los estudiantes que estaban en
proceso de titularse de licenciatura se fueron acomodando -o se les apoyó- con
investigadores amigos de Jacobo. Los de maestría o terminaron o se fueron. Los
últimos en dejar el laboratorio fuimos Alejandro Zalce y yo. Decidimos concluir
los informes de DGAPA y de CONACyT para que, en caso de que Jacobo regresara,
no tuviéramos problemas para pedir financiamiento. La rapiña entre otros
investigadores fue evidente y comenzaron a solicitar los equipos. Decidimos,
entregar la llave del laboratorio a los abogados de la facultad de psicología y
cerrar con todo el dolor del corazón, dicha etapa.”
La desaparición de Jacobo Grinberg tardó un tiempo en hacerse oficial.
Acostumbrados a sus viajes de investigación, la denuncia formal no se ejecutó
hasta meses después, lo que supuso un desastre a nivel criminalístico. La
policía empezó a investigar cuando prácticamente ya no había pruebas que
analizar…
Ya en verano de 1995 su única hija, Estusha Grinberg aparece en el
programa de máxima audiencia “Siempre en Domingo” con una foto de su padre,
pidiendo ayuda, y dando lugar a una cascada de supuestos avistamientos de
Grinberg en los lugares más insólitos. Unos aseguran que fue abducido por
extraterrestres, otros que lo vieron descendiendo de un avión de la CIA en
Boulder (Colorado), otros apuntan a Carlos Castaneda…
Pero más de 20 años después, seguimos sin una pista sólida. Su segunda
esposa, Teresa, sobre la que recaen las principales sospechas, también desaparecería de la
escena pública unos meses después… En mayo de 1995 reaparece en casa de una
tía, en Tijuana y telefonea a su madre. Después vuelve a desaparecer.
Alicia en el país de la consciencia
En 2014, coincidiendo con el 20 aniversario de su desaparición, Amira
Valle y Leah Bella Attie deciden rescatar de sus archivos varios artículos e
investigaciones de Grinberg que estaban a punto de publicarse cuando
desapareció, y sacarlas a la luz. Esos artículos, de un enorme valor para todos
los estudiosos y apasionados por la parapsicología, sirven de base para el
libro “Alicia en el país de la consciencia”. En esta obra, imprescindible para
quien quiera conocer la obra de Grinberg, Amira y Leah contactan con todos los
antiguos compañeros en el laboratorio de la UNAM, reciben un prólogo del Dr.
Amit Goswami, y rescatan de sus archivos artículos y documentos inéditos.
En “Alicia en el país de la Consciencia” descubrimos los
electroencefalogramas realizados a chamanes en trance como don Rodolfo Flores,
los experimentos de telepatía o “potencial transferido”, la visión
extra-ocular, la telepatía con defines, etc. El libro, redactado como una carta
a Jacobo Grinberg, en la que le explican todo lo que ocurrió desde su ausencia,
contiene una gran carga de emotividad.
Hoy Jacobo Grinberg es abuelo de dos niñas bellísimas, Leilani e
Ixchel, a las que nunca conoció. Y su hija adorada, Estusha, ha conseguido
hacerse un nombre en el mundo de la música, manteniendo en su arte la esencia
de su pensamiento. Le habría gustado verlo.
Otros científicos proscritos, como Rupert Sheldrake, llegaron a
conclusiones muy parecidas a su Teoría Sintérgica, confirmando sus intuiciones.
Como se confirmaron sus sospechas sobre Carlos Castaneda y Don Juan Matus.
También le habría gustado saberlo.
En los archivos de la CIA, digitalizados en enero de 2012, he
encontrado numerosas referencias a su trabajo, pero ni una pista sobre su
paradero.
Sus alumnos no le olvidan. Le habría gustado saber el cariño y respeto
que le profesan todavía. Esté donde esté, tendría muchas buenas razones para
regresar. Y nosotros buenas razones para evitar que su nombre y su obra caigan
en el olvido.
Pocos investigadores se esforzaron tanto por demostrar
que es posible aplicar el método científico a la investigación de la conciencia
y lo paranormal. Y ya solo por eso merece nuestra admiración y recuerdo.
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