Por Orestes Girbau
Responsable de Relaciones Públicas
e Investigaciones del Comité Gestor
de la Asociación Cubana de Ufología.
Nuestro
satélite natural, la Luna, continúa siendo fuente de numerosos misterios, y ha
sido objeto desde hace varios siglos, del más intenso debate a nivel
astronómico, periodístico y actualmente ufológico.
El
análisis sobre la supuesta presencia de alguna forma viviente en el astro
acompañante, no ha estado exento del contexto literario y/o científico, a
medida que han ido estudiándose sus características físico-geográficas, durante
un periodo comprendido entre las observaciones realizadas por William
Herschel*(1) hasta hoy. Pero, ¿Cuáles fueron -y son- los motivos que impulsan a
mantener cierta expectativa por descubrir huellas, incluso inteligente, dentro
de un mundo carente de vestigios biológicos?
En esta
ocasión, - y sin apelar al aspecto relacionado con la fantaciencia - entiendo
que existen materiales suficientes para incluir tópicos lunares trascendentes,
respecto a los estudios realizados y su posterior divulgación, los cuales han
acompañado también el acontecer tecnológico y cultural humano durante
generaciones, ya que numerosas fuentes indican, paradójicamente, que ciertos
descubrimientos atribuidos a personal científico, terminaron siendo Ciencia
Ficción, y verdaderos clásicos subordinados a la novela fantástica en su época,
tienen ahora mayor consistencia y consideración científica.
Durante el albor renacentista, y en medio del
ímpetu tomado por los astrónomos que continuaron después de Galileo,*(2) la
Luna fue sin duda alguna principal objetivo de estudio; su cercanía al planeta
Tierra y la creencia ancestral sobre probables formas de vida, conformaron
diversas ideas y conjeturas no pocas veces simplistas e irracionales.