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lunes, 27 de febrero de 2023

Objetos Aurorales…


Por Orestes Girbau Collado

Los que analizamos con insistencia algunos fenómenos anómalos inexplicables que acontecen en nuestro entorno aéreo, no nos sorprenden el interés mostrado hace siglos por distinguidos hombres de ciencia. En otras épocas, los eventos poco investigables eran confundidos en su investigación – al igual que en el presente – utilizando una lógica que procuraba no mostrarse anticientífica, pero condicionada a determinados convencionalismos.
La referencia anterior es factible cuando logramos hacer coincidir pasadas experiencias que están dentro del marco incognoscible de los OVNIs, cuyos análisis científicos tuvieron su origen en pleno siglo XIX, siendo el Objeto Auroral de Maunder su mejor exponente.
E. Walter Maunder (1851-1928) llegó a ser un relevante astrónomo británico del famoso observatorio Greenwich, que presidió la Sociedad Astronómica inglesa a mediados de los años noventa en el siglo XIX.
En el volumen 39, páginas 213-215 (1916) la revista Observatory divulgó una histórica reseña basada en la singular obra titulada “Un Extraño Visitante Celestial”, testimonio compilado por Maunder 34 años antes, al presenciar cierto cuerpo volador que no dudó en calificarlo como auroral.


EL OBJETO AURORAL

La noche del 17 de noviembre de 1882, un luminoso portento aéreo cruzó los cielos europeos hasta el sur de Inglaterra. Millares de personas en Bélgica y Holanda observaban, alzando la vista curiosos, lo que se producía sobre sus cabezas. La conmoción fue tanta que el editor del periódico londinense Times publicó más tarde, la numerosa correspondencia realizada por ciudadanos, que no dudaban en describir el objeto impresionante y enorme, que iluminó todo lo alto durante dos minutos.
Maunder, se hallaba en esos precisos momentos observando la extinción de una Aurora Boreal, que había sido precedida por una fuerte tempestad magnética. De pronto surgió “un gran disco circular verde, manteniendo un suave movimiento para trasladarse de uno a otro lado del horizonte”. Según el astrónomo inglés, la apariencia redonda que tuvo en su inicio, quizá fuese por el efecto del escorzo, porque “cuando atravesó el meridiano y pasó exactamente sobre la Luna, su forma era de una elipse alargada”.
El fenómeno luminoso era comparado inmediatamente con un cigarro, otros parecieron ver torpedos, husos y hasta le hallaron semejante a un pescado, primando el criterio que motivó su bautizo: Objeto Auroral, siendo conocido después “El Objeto Auroral de W. Maunder “.

Entre las características del Objeto Auroral tenemos las siguientes:
a- El color del objeto corresponde con uno de los primordiales en las también llamadas Luces del Norte, aunque la Aurora de donde emergió – acorde con Maunder- era rosada.
b- Según Maunder, el cuerpo iluminado “parecía un objeto corpóreo, el núcleo oscuro tapaba las estrellas”. Constató que, desde los extremos del fenómeno volante se podían ver las mismas estrellas.
c- Desde el centro del objeto se emitía una luz blanca muy brillante. Mientras la Aurora tenía tonalidades rosadas, el exterior del portento volador mostrábase jaspeado (Ver Nature 27-87).
d- La altura del objeto fue calculada en 210 kilómetros y su velocidad 16 km/ seg. mucho menor que la de los bólidos corrientes.
J. Rand Caprón, eminente espectroscopista, analizó la luz que emanaba del inusual evento atmosférico, coincidiendo con Maunder en cuanto al natural origen auroral, mientras que, desde Holanda, el visitador celestial recibía el seguimiento por parte del genial experto Zeeman, quién fuera Premio Nobel de Física gracias al “Efecto Zeeman “utilizado en Física Nuclear. La naturaleza material del objeto, sin embargo, era defendida por numerosos especialistas de Europa.
El Objeto Auroral ha quedado insertado en los anales ufológicos debido a sus características propias, procedencia desconocida, las fuentes fidedignas y competentes que lo ubicaron entonces de manera correspondiente dentro del acontecer científico y, el aval que tenían los que pudieron estudiar e investigar tamaña anomalía.

¿QUÉ SON LAS AURORAS BOREALES?
El fenómeno de las Auroras resulta extraordinario para todos los que la contemplan desde ambos polos terrestres o en latitudes cercanas a ellos.
Las Luces del Norte se forman cuando interactúa el viento solar con la magnetosfera y la ionosfera.
Nuestro astro rey propaga de forma disgregada electrones y protones, que dirigidos por el campo magnético del sol produce viento solar. El campo magnético terrestre se hace más intenso en los polos magnéticos. Las nombradas partículas, cargadas al descender, hallan iones cargados formados por rayos ultravioletas provenientes también del sol. Ya en la ionosfera estas partículas cargadas crean las Auroras, pues el choque producido entre electrones y moléculas de oxígeno y nitrógeno conforman un bello espectáculo de luces verdes y rojas.
OBSERVACIONES
Debemos analizar que la altura calculada al OVNI era superior a la que tienen las Auroras, -alrededor de 90 kilómetros – y, hasta donde la ciencia conoce, - y sobre las Auroras quedan un rosario de enigmas por desentrañar – sus verde-rojizas luces no desprenden filamentos proporcionalmente grandes, sosteniendo movimiento rectilíneo uniforme (MRU).
Si añadimos que, en aquellos tiempos sólo una manifestación tecnológica foránea debía realizar la silenciosa y deslumbrante maniobra espacial, podemos por tanto hacernos las lógicas conjeturas respecto a la presencia alienígena sobre nuestro planeta aquella memorable noche.
Por otra parte, no se puede asegurar definitivamente que la Aurora Boreal estaba completamente desvinculada, del a la vez desconcertante y poco investigable aparición celeste.

OTROS RAROS EVENTOS AÉREOS

Charles Fort, en una de sus extraordinarias obras titulada “El Libro de los Condenados”, reflejó un hecho peculiar que hasta el presente permanece inscripto dentro del incuestionable misterio.
Año 1916. Era la noche del 19 de Julio, a las 11 pasado meridiano, cuando un hecho desusado reducido a una rara apariencia nubosa, era avistada por numerosos ciudadanos de Virginia Occidental, E.U. La singular nube se pudo observar con potentes anteojos durante un largo período. Desaparecía y aparecía, para desvanecerse finalmente. Parecido al objeto auroral reseñado por Maunder, en algunas de las secciones de aquella materia en suspensión, se podían ver las estrellas a través de ella. No faltaron voces también autorizadas sugiriendo de que se trataba de una nube desprendida de una Aurora Boreal
Si de algo creo estar seguro es que, en esos lejanos años, la tecnología coheteril, los reingresos satelitales a nuestra atmósfera y diversos experimentos con nubes de Bario o Sodio, no existían.
Otra anomalía aérea clasificada como evento astronómico era observada durante el otoño de 1902. Se desarrolló en el sur de Inglaterra al producirse el crepúsculo. De acuerdo a lo apuntado, de una masa nubosa que se encontraba a 35 grados sobre el horizonte, surgió repentinamente una columna luminosa completamente cilíndrica que tenía unos 5 grados de ancho, elevándose casi hasta el zenit. Su color era rojo oscuro en la base, y disminuyendo gradualmente a medida que se elevaba, ofreciendo un color naranja en su parte superior. Pasado 18 minutos, el cuerpo volador iluminado se desvaneció, desapareciendo más rápidamente en magnitud que en intensidad luminosa. En la víspera del fenómeno había surgido una intensa luz zodiacal, observándose varios resplandores nocturnos en la dirección de Levante.
Mientras tanto, nuestra lógica nos impide entender a veces que, tras el cúmulo de anteriores avistamientos aéreos –y actualmente– pueden existir tecnologías no terrestres y, que desde esos remotos tiempos exploraban el planeta Tierra, interesándose tal vez, por disímiles anomalías (entre otras muchas cuestiones) que continúan manifestándose en el entorno atmosférico– espacial.
A diferencia de los viejos grabados, acuarelas y bocetos, el hombre actual posee una tecnología que supera demasiado a la que tenía aquella incipiente comunidad científica, pudiendo mostrar al público las objetivas fotos y videos de OVNIs que fugazmente surcan nuestros cielos.
No obstante, hay fenómenos que siguen repitiéndose, como el que acaeció sobre la región de Karelia (Antigua URSS) en 1977, - ¿técnica espacial? -  motivo de un futuro trabajo.
Que considere la posibilidad de visitas extraterrenas entre el conjunto de experiencias expuestas hasta aquí, no quiere decir necesariamente que haya sacado ya mis propias conclusiones en ese sentido. De ello se infiere que debemos comprender mejor la naturaleza que nos rodea y sus dimensiones insospechadas.

Bibliografía Consultada:
Archivo del Autor.
Otras fuentes:
Diccionario Enciclopedia SALVAT, vol. 14 /81.
The Book of The Damned, Autor: Charles Fort 1919. Edición en Castellano: El Libro de los Condenados, Dronte, Buenos Aires, 1974.
La AVENTURA DE NUESTRO SIGLO. Autor: Ernst Von Khuon
Ed. Seix Barral, Barcelona, 1961.
Semanario Yumurí. “Discos Voladores en el siglo XIX”.
Orestes Girbau, 27 de febrero / 1988. Matanzas, Cuba
El Mundo Científico. No. 138, Página 737, Barcelona 22-11-1902.
Apuntes Politécnicos. (ASTRONOMIA). “Fenómeno astronómico”

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