Por Martha Jacqueline Iglesias Herrera
Hoy quiero hablarles de una interesantísima
teoría propuesta por Scott Wolter, un geólogo forense norteamericano que afirma
que la historia que nos han enseñado no es correcta. Según Scott puede existir
una conexión maya entre el estado de Georgia en Estados Unidos y Chichén Itzá
en México.
Podríamos preguntarnos acerca
de esto: ¿Verdad, humo de colores o espejismos intelectuales?
Pero, antes de llegar a una
apresurada conclusión, pasemos a examinar las posibles evidencias que apuntan a
una conexión entre estos dos sitios colmados de una fascinante historia.
Ruinas de Track Rock
No es hasta
febrero del 2000 cuando los arqueólogos examinan un yacimiento no identificado
en el Bosque Nacional de Chattahoochee, en Georgia. Allí se encuentra un gran
conjunto de 300 montículos de piedra a los que dan el nombre de Ruinas de Track
Rock.
Pero, en el
2012, las autoridades gubernamentales prohíben el acceso al yacimiento debido a
controvertidas pruebas que lo relacionan con la profecía maya.
En su
laboratorio de Minneapolis, Scott Wolter analiza una filmación del sitio
facilitada por un fotógrafo que tuvo acceso al yacimiento un año antes y
descubre que el mismo presenta agricultura de bancal (una técnica utilizada por
los mayas para el cultivo), estructuras ceremoniales prehistóricas, hitos de
piedra y cimientos de rocas. También se observa alineación de la estructura con
los cuerpos celestes.
Una prueba
de carbono 14 arrojó que las Ruinas de Track Rock datan del 1000 a.c.
Nativos Creek
Alentado por este
descubrimiento Scott Wolter contacta con Richard Thornton, un experto en
nativos Creek de Georgia que está convencido de esta conexión maya. Hay que
tener en cuenta que los Creek son una nación amerindia ubicada en el sureste de
los Estados Unidos. Su lengua, llamada maskoki pertenece al grupo lingüístico de
las lenguas muskogui. En los siglos XVII Y XVIII formaron con otras tribus la
llamada Unión de los Creek. Los miembros de esta vivieron en la mayor parte de
los estados de Georgia y Alabama.
Richard Thornton plantea que
los mayas son uno de los grupos étnicos de mexicanos nativos de América que
originaron la tribu de los indios Creek. Para este planteamiento se basa en
diversas pruebas de cohesión entre Georgia y México tales como arquitectura,
tradiciones culturales y arte muy parecido.
Petroglifo
de Forsyth
Analizando el Petroglifo
de Forsyth se llega a la conclusión que las dos culturas: los mayas y los
indios Creek utilizaban los mismos símbolos para dejar constancia del mismo
acontecimiento.
La misma pudiera ser un mapa
celeste que refleja acontecimientos astronómicos que sucedieron en el 536 d.c
cuando se produjo el impacto de un cometa y eso explicaría el esfuerzo en
tallar la roca, faena que no era nada fácil.
Lidar: Ojos sobre el terreno.
Dada la imposibilidad de Scott
Wolter de personarse en las Ruinas de Track Rock por el obstáculo de las
autoridades gubernamentales, acude a su plan B: la utilización del lidar
sobrevolando, en un avión, el yacimiento.
Hay que señalar, que el lidar
es un sistema que permite obtener una nube de puntos del terreno tomándolos
mediante un escáner láser aerotransportado (ALS). Para realizar este escaneado
se combinan dos movimientos. Uno longitudinal dado por la trayectoria del avión
y otro transversal mediante un espejo móvil que desvía el haz de luz láser
emitido por el escáner.
Para conocer las
coordenadas de la nube de puntos se necesita la posición del sensor y el ángulo
del espejo en cada momento. Para ello el sistema se apoya en un sistema GPS
diferencial y un sensor inercial de navegación (INS). Conocidos estos datos y
la distancia sensor-terreno obtenida con el distanciómetro obtenemos las
coordenadas buscadas. El resultado es de decenas de miles de puntos por
segundo.
El lidar tiene un margen de
error de centímetros.
Las conclusiones de la
investigación con el lidar arrojan datos sorprendentes: que los mismos
montículos en espirales construidos por los mayas en México también fueron
construidos en Georgia. Se observan, además, terrazas superiores e inferiores,
además de la Acrópolis.
El azul maya es un pigmento
histórico, confeccionado y utilizado fundamentalmente por culturas
mesoamericanas desde el siglo VIII hasta el 1860 de nuestra era. Se encuentra
en pinturas murales de edificios arqueológicos, códices, esculturas, piezas de
cerámica, etc.
Destaca entre los pigmentos
históricos conocidos debido a sus magníficas propiedades: no sólo posee color
intenso, sino que es resistente a la biocorrosión, a la luz y al calor
moderado. Tampoco se decolora ante el ácido nítrico concentrado, los solventes
orgánicos ni los álcalis. Los murales ejecutados con el azul maya han tolerado
muy bien la humedad durante cientos de años.
Fue en 1931 cuando resurgió el
interés por el mismo cuando el Instituto Carnegie inició unas exploraciones en
el Templo de los Guerreros de Chichén Itzá. La muestra tomada de aquella
sustancia azulada fue analizada por H. E Merwin. Pero no sería hasta 1942
cuando R.J Gettens bautizaría provisionalmente a este pigmento con el nombre de
azul maya, debido a que
hasta ese momento sólo se había hallado en templos concernientes a esta
cultura.
El descubrimiento años más
tarde de las pinturas Murales de Bonampak (las obras pictóricas más
significativas y mejor conservadas pertenecientes a la cultura maya) donde
también se encontró azul maya hizo posible a los investigadores disponer de más
muestras del mismo. Entonces, su composición química, hasta el momento desconocida,
fue esclarecida progresivamente. Al estudiar las muestras de Bonampak mediante
el método de difracción de rayos X se identificó uno de sus componentes: la palygorskita, una arcilla que se caracteriza por
poseer una estructura fibrosa en vez de lamelar, como la mayoría de las
arcillas.
Sin embargo, el investigador Scott
Wolter plantea que la palygorskita es abundante en Georgia, no así en México
donde existen muchos yacimientos donde no se han encontrado la fuente del azul
maya, por lo que plantea la hipótesis que el azul
maya de México puede haberse realizado con la palygorskita de Georgia.
Otra conexión entre ambos
lugares es una placa de cobre que se encontró al norte de Georgia y lo
interesante es que es casi idéntica a otra que se encontró en Chichén Itzá, en
el Yucatán. Elementos similares son: la cabeza decapitada en la mano derecha
(el lado de los espíritus), el arma y las plumas que sostiene el guerrero en la
mano, etc.
En Ocmulgee Mounds se encontró
un panteón donde se hallaron cadáveres con deformación craneal, conocida
técnica maya ya que ellos también la utilizaban con sus élites.
En Xochitecatl en México es el
único lugar en Norteamérica o Centroamérica que tiene un túmulo en espiral como
el encontrado en Georgia y está diseñado exactamente igual al otro yacimiento
con un montículo en espiral a un lado y el montículo cuadrado al otro.
Conexión lingüística
Los
españoles encontraron alrededor del lago Okeechobee, en Estados Unidos, tres
pueblos que vivían alrededor de él: los MAYAIMI,
los MAYAYUACA y los MAYACA.
Conclusiones
Los investigadores han escrito
sobre esta conexión por más de 150 años, pero la misma se ha convertido en un
tema tabú entre los académicos.
Templos, iconografía, conexiones lingüísticas, relieves idénticos,
arqueoastronomía, estructuras de piedra, deformación craneal y la comprobación
en un laboratorio de que los resultados de los rayos X de la palygorskita de Georgia
coincide con el del azul maya de México… son algunos de los puntos comunes que
indican una conexión maya entre el estado de Georgia y México, los cuales
reflejan por su contextualidad una cantidad enorme de informaciones subjetivas
y objetivas.
Hay que señalar el intento de estas culturas ancestrales por emitir mensajes
gráficos similares en diferentes latitudes del orbe. En el caso de la
arqueoastronomía, por ejemplo, la misma llena huecos complementarios en la
arqueología del paisaje y la arqueología cognitiva. La propia evidencia
material y sus conexiones con el cielo revelan cómo un paisaje vasto puede ser
integrado en creencias acerca de los ciclos de la naturaleza, como en la
astronomía maya y su relación con la agricultura. Otro ejemplo que ha permitido
el nexo de ideas cognitivas y el paisaje incluye el estudio del orden del
cosmos incrustado en el camino de las poblaciones.
Y, aunque sólo podemos especular acerca de las intenciones de estas
culturas ancestrales, pues las finalidades de sus manifestaciones nos siguen
siendo, en cierto modo, desconocidas, no podemos menos que encontrar una
especie de patrón común en sus expresiones “artísticas” y de "vida" que nos
ayudan, de cierta forma, a intentar resolver este gigantesco puzzle.
Sólo me resta decir que, de ser aceptada dicha teoría, tendría que reescribirse la historia tal y como
la conocemos hasta ahora.
1)
Blowing
up History (serie documental)
2)
Arte rupestre de
México Oriental y América Central
3)
Aveni. A.F. (2003). «Archaeoastronomy in the Ancient
Americas». Journal of Archaeological Research
4)
Chiari, Giacomo;
Giustetto R.; Carson, D. (enero–abril de 2008). ‹Azul maya: una maravillosa
nanotecnología precolombina›. Boletín de monumentos históricos (México,
D.F.: Coordinación Nacional de Monumentos Históricos)
5)
Wikipedia
Interesantes descubrimientos, Jackeline, parece que existió alguna conexión, raro sería que no la hubiese ya que América tuvo que ser habitada por gente que vino desde el norte.
ResponderEliminarEs un tema que me fascina amiga Blanquita, y sí, las evidencias apuntan a esa conexión. Coincido contigo totalmente.
ResponderEliminarAbrazo
Buen trabajo de traducción y colección de información valiosa. Felicitaciones.
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