Páginas

jueves, 25 de octubre de 2018

Nathalie Cabrol: La científica que investiga en los Andes la vida extraterrestre…


Nathalie Cabrol, una francesa que trabaja para la NASA, busca en la cordillera claves de un enigma universal.
En su oficina cuelgan dos fotos enmarcadas, en apariencia, idénticas. En las dos impacta un paisaje desértico. La tierra roja. Muy árida. Rugosa. Y un par de elevaciones importantes. La imagen de la derecha pertenece al volcán Acamarachi, en los Andes chilenos. La de la izquierda es de Marte. La foto del volcán la tomó la astrobióloga Nathalie Cabrol, en una de sus últimas expediciones para la NASA. La de la derecha, la captó un robot de la Exploración Rover, en otra expedición para la NASA.
Alta, espigada y físico de deportista, Nathalie habla inglés con acento francés. Tiene 54 años, nació en las afueras de París y desde hace más de dos décadas vive en Estados Unidos, adonde llegó con una beca de la NASA. Hoy dirige el Centro Carl Sagan para el estudio de vida en el Universo, y es la primera mujer en la historia de la institución en ocupar este cargo. El SETI, fundado en 1984 por el astrónomo y astrofísico americano Carl Sagan, tiene sus oficinas en Mountain View, a una hora en auto de San Francisco. Aquí, en un ambiente de concentración donde no vuela una mosca, trabajan unos 130 científicos. Investigan rodeados de maquetas de telescopios, fotos sistema solar y de galaxias y estrellas tan bellas como lejanas.
Hace poco más de un año, Nathalie estuvo en los Andes chilenos. Sus ojos se encienden cuando cuenta cómo trepó el volcán Acamarachi, a casi 6 mil metros de altura. Hizo cumbre, se calzó su traje de buzo y se sumergió en la laguna que se forma en el cráter. Se bancó la escasez de oxígeno y extrajo unas cuantas muestras del cauce, a 4 °C. Con esos elementos, Nathalie salió a la superficie feliz. Son datos que procesará para entender cómo pudo ser la vida en Marte, hace millones de años.

lunes, 22 de octubre de 2018

OVNIS Y CIA: CLAVES DE UNA CONSPIRACIÓN. PARTE II.


El IAC, compuesto por los jefes de casi todos los servicios de inteligencia de los Estados Unidos, ordenó a la CIA que se procurase los servicios de un grupo de científicos selectos para que éstos analizaran las pruebas que existían sobre la evidencia de los OVNIS, a fin de llegar a una conclusión. Desde el 4 de diciembre de 1952 hasta que el grupo de científicos se reunió finalmente el 14 de enero de 1953, los planes para este estudio, según escribe Brad C. Sparks, se modificaron varias veces. Al principio la OCI quería que este grupo o panel fuese simplemente parte de su intento por instituir en la CIA un programa sobre OVNIS. Pero el IAC quería que semejante programa se basara en las conclusiones del panel, y esto es finalmente lo que ocurrió.
El panel estaba presidido por el doctor H. C. Robertson, profesor de física matemática del Instituto de Tecnología de California. Los restantes miembros del panel eran el físico teórico doctor Samuel A. Goudsmit, decano del departamento de Física de los Laboratorios Nacionales de Brookhaven; el geofísico Lloyd V. Berkner, presidente de Associated Universities, Inc.; el físico especialista en partículas doctor Luis W. Álvarez, premio Nobel de Física y profesor de esta disciplina, a la sazón en la Universidad de Berkeley, y, finalmente, el astrónomo doctor Thornton L. Page, de la Universidad Johns Hopkins.
Esta impresionante constelación de sabios se reunió durante sólo dos días para examinar una selección de casos que les facilitó el proyecto Libro Azul. El número de estos informes fue reducidísimo, pues no pasaba de un par de docenas. Sin embargo, sirvió para que Robertson y los demás miembros del panel determinaran lo siguiente:

viernes, 19 de octubre de 2018

OVNIS Y CIA: CLAVES DE UNA CONSPIRACIÓN. ¿Dispone realmente la CIA de pruebas físicas sobre la realidad de los Ovnis? ¿Por qué se ha desatado una campaña para desacreditar a los testigos? Parte I


Se podría escribir todo un libro –y de hecho se han escrito no uno, sino varios- sobre la participación que tuvo la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en la cuestión de los objetos volantes no identificados. Muchos investigadores creen que la famosa Agencia empezó a ocuparse del asunto OVNI a partir de 1952; pero en realidad no fue así. En 1947 los servicios de información militares ya investigaban discretamente el enigma, y a finales de aquel mismo año se creó oficialmente la primera comisión de encuesta destinada a estudiarlo.
Todo ello no tiene por qué sorprender a nadie. En los primeros tiempos del fenómeno OVNI, cuando la prensa aún empleaba el término de “platillos volantes”, en los Estados Unidos se pensaba muy seriamente que aquellos extraños aparatos, vistos por cientos de testigos fidedignos, podían ser armas secretas soviéticas. La ‹hipótesis extraterrestre› se planteó por primera vez y públicamente en el famoso artículo de Keyhoe publicado por la revista True en enero de 1950, y que tanto impacto habría de causar. En aquel mismo año apareció también el libro de Frank Scully, en el que el autor aseguraba que las autoridades norteamericanas tenían en su poder tres platillos que se habían estrellado en territorio de la Unión, uno en Arizona y dos en Nuevo México. Antes de esa fecha, en 1948, el proyecto Signo había elevado al Pentágono un voluminoso informe, titulado: Estimación de la Situación, en el que llegaba a la conclusión de que los Ovnis eran reales y de origen extraterrestre.
Este informe fue rechazado, sin embargo, por el general Hoyt S. Vandenberg, que entonces era el jefe del Estado Mayor de la USAF. El informe fue clasificado de ‹Top Secret› (Muy Secreto), y Vandenberg ordenó destruir todas sus copias. Sólo una o dos se salvaron, para ser desclasificadas parcialmente más de veinte años después. Ello quiere decir que los resultados del Proyecto Signo no llegaron al conocimiento del gran público hasta mucho tiempo después.