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lunes, 16 de octubre de 2023

GUSTAVO FERNÁNDEZ: "Harvard tiene un largo historial de ser cobertura de programas avanzados de inteligencia”.

 

Por Martha Jacqueline Iglesias Herrera

 


JK: Gustavo, ante todo es un placer volver a entrevistarte en Código Betelgeuse luego de varios años. Para comenzar, quisiera hacer el siguiente planteamiento: Si partiéramos del hecho de que los UAP, desde el punto de vista de naves conducidas por inteligencias extraterrestres, no pueden ascender dentro de la comunidad científica a la categoría de «real» hasta que no haya pruebas más sólidas…, ¿por qué piensas que muchos investigadores de las anomalías y testigos cualificados de todo el mundo están dispuestos a creer en sucesos basados en evidencias, en muchos casos, insuficientes?

Por el contrario, mi querida amiga, el agradecido soy yo. En primer lugar, diré que me siento más cómodo continuar empleando el acrónimo OVNI; mi mirada es un tanto “lacaniana” si se quiere, pero siento que ceder al “modernismo” de emplear UAP es funcional a los intereses -cualesquiera que éstos sean- de sus creadores. Dicho esto, paso a cuestionar otra expresión: el “creer”. Si de “creer” se tratara, no se necesitaría “evidencias” (ésa es la condición sine qua non de la “creencia”). Ahora bien, como yo suelo decir que estoy “convencido” de su existencia (no ocupo el “creer” por la razón señalada) la pregunta sería porqué lo que para mí es evidencia para otros -como esa “comunidad científica” no lo son. Y aquí sólo puedo acercar algunas reflexiones.


La primera de ellas es el Paradigma dentro del cual no sólo se piensa; especialmente se vive. Es decir, el Paradigma, como una construcción interpretativa de la Realidad, requiere la aceptación -muchas veces inconscientes- de lo que entendemos e incorporamos como Realidad. Y aunque se insista en que la Realidad es algo objetivo, su interpretación no lo es, por ejemplo: Yo -Gustavo- entiendo absolutamente “real” el mundo de los sueños. O más bien: los sueños son parte de mi realidad, como los sucesos de mi vigilia. Otros, sin negar sus sueños, no los considerarán “reales” y la discusión no es quién tiene razón: el punto es que la Realidad de uno ya no es como la Realidad del otro. Si a partir de diferentes Realidades comprendemos que nacen distintos Paradigmas, llegamos a la inevitable conclusión que la validez de una “evidencia” está constreñida por el Paradigma dentro del Orden de Realidad que cada uno acepta o manifiesta. Y así, lo que es “evidencia” para la hipótesis de A puede ser “evidencia” de una hipótesis contraria para B. Se dirá tal vez que estas disquisiciones son más filosóficas que objetivas, y lo serían si el fenómeno OVNI se limitara a la posibilidad de visitas pretendidamente extraterrestres. Sin embargo, cuando consideramos que también puede ser “otras cosas”, y esas “otras cosas” implican un cuestionamiento de la naturaleza de la Realidad, entonces esa “filosofía” se convierte en la lógica basal de toda necesaria especulación.

Otro abordaje que debemos realizar es sobre el mal uso de la expresión “comunidad científica”. Mal uso de “comunidad” y mal uso de “científico”. La palabra “comunidad” da la sensación que hay una “mayoría” de científicos que aceptan o no ciertos hechos, y que de esa mayoría dependería aceptar lo que es “real”. Pero la ciencia no es democrática. La realidad científica no depende de cuántos científicos en una reunión levanten la mano votando qué aceptar o no. Cuando Einstein publicó su Teoría General de la Relatividad, cerca de cien científicos publicaron su crítica y rechazo a la misma. Y Einstein, cuando le preguntaron cómo se sentía frente a un grupo tan grande de críticos, respondió: “¿Por qué habría de molestarme? Si tuvieran razón, no haría diferencia que fueran cien; bastaría con uno”. Por otro lado, no confundamos “cientificismo” con “academicismo”: lo que aquí tenemos es un grupo de personas preocupadas por cuidar sus apariencias frente al establishment, su derecho a publicar “papers” y ser aceptados por sus pares, su crédito académico. En lo personal, sólo los científicos que nada tienen que perder son críticos aceptables.

JK: Hace unos años, Luis Elizondo emprendió una campaña mediática, sin precedentes, para conseguir la desclasificación de información sobre los UAP. Sin embargo, siempre aseguró que, pese a su renuncia a seguir trabajando en el Departamento de Defensa en 2017, seguía manteniendo sus credenciales de seguridad, aun cuando se pasaba al sector privado: a la TTSA de Tom DeLongue. ¿Qué piensas al respecto? ¿Cuál crees que era el verdadero rol de Elizondo en este asunto? ¿No te parece contradictorio que siguiera manteniendo sus credenciales de seguridad y a su vez estuviera ejerciendo una presión mediática para lograr una mayor transparencia del gobierno sobre los UAP?

Aún más curioso me resulta que estando activas las órdenes dictadas en los ’50 a ’80 sobre el secretismo (como en la Fuerza Aérea la AFR 200/2, que pena con diez mil dólares de multa y el riesgo de hasta diez años de cárcel para el miembro activo que revele información sobre OVNI), no solamente Elizondo no ha sido víctima de ninguna de ellas sino tampoco de un descrédito intenso y sistemático por parte de esos mismos estratos oficiales a los que critica… como, si vamos al caso, tampoco lo ha sido hasta ahora David Grusch, ciertamente. Y creo que la respuesta es obvia: porque son funcionales a un plan, a una operatoria pergeñada desde esos mismos ámbitos.

JK: En junio del 2021, la Oficina del Director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, publicó su esperado informe de inteligencia no clasificado, titulado «Evaluación preliminar: Fenómenos aéreos no identificados». Aunque el informe no concluyó como muchos esperaban respecto al tema extraterrestre, ¿a qué crees que se deba el cambio de política hacia el reconocimiento de los UAP «como fenómenos físicos reales y anómalos que merecen un análisis científico y militar más riguroso» cuando antes era considerado un tema marginal?

Articulando esta pregunta con la obvia surgida de mi respuesta anterior (cuál sería ese plan al que estos personajes terminan siendo funcionales) se me ocurren dos opciones:

a) Hace décadas se evaluó que la verdad sobre el origen extraterrestre de los OVNI iba a necesitar, digamos, cien años. Y no podría revelarse todo de la noche a la mañana. Entonces, estamos en tiempos en que comienzan a cumplirse progresivamente esos plazos: tiempos en los que hay que preparar y condicionar a la opinión pública y “diluir” en el olvido de la Historia las responsabilidades pasadas de esos mismos estratos (gubernamentales o militares) en el silencio compulsivo, en la mordaza mediática impuesta a la sociedad y a los individuos.

b) Pero también especulo con esta otra posibilidad. ¿y si la naturaleza de la inteligencia detrás de los OVNI fuera tan disruptiva que, frente a ella, hasta el “origen extraterrestre” podría resultar convencional y anecdótico? Pensemos, por ejemplo, de inteligencias extradimensionales, provenientes de universos paralelos, inteligencias que -a diferencia de las pretendidamente extraterrestres- no podrían ser “enfrentadas”, cuando provienen de lo profundo del espacio, con escudos y sistemas defensivos, pues se trataría de inteligencias que estarían “aquí”, cuando y cómo desearan, frente a las cuales no tendríamos absolutamente ninguna protección y posibilidad… Hasta el 2020, yo creía que la humanidad estaba preparada para -salvo episódicas reacciones ignorantes- aceptara con naturalidad una presencia extraterrestre. Luego de haber visto cómo mayoritariamente fueron manipulados con pandemia y confinamientos, no sólo vulnerables a los miedos más primitivos sino con qué facilidad se les estimuló a “demonizar” a quienes pensaban distinto, ya no estoy tan seguro.

JK: Este año, David Grusch, oficial de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y ex agente de inteligencia testificó ante una audiencia de la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos. Grusch aseguró que el gobierno federal de Estados Unidos cuenta con un programa de recuperación de UAP, altamente secreto, y que está en posesión de naves «no humanas» junto con sus «pilotos fallecidos». ¿Qué opinas al respecto? ¿Crees que la intención de Grusch sea generar una mayor conciencia pública y transparencia sobre el tema o crees que su testimonio pudiera tener un trasfondo sociopolítico que desconocemos?

Estoy seguro -como dije, evito el “creer”, si de fundamentar mis puntos de vista se trata, que le habló a dos públicos: por un lado y a través de esos representantes, a la opinión pública. Por otro, a ciertas “élites” de conocimiento “marcando agenda”. Por cierto: me parece ingenuo y demasiado básico suponer -como tantos colegas- que esto es otra operación de USA generando una “cortina de humo” para tapar otros objetivos, como buscar justificar incrementos en los presupuestos de Defensa o tapar situaciones geopolíticas de relevancia. Sostengo esto porque, en primer lugar, cuando uno conoce -o se toma el tiempo de escuchar- a esos “colegas” observa que ya hay un sesgo ideológico previo que define su opinión posterior (incidentalmente, me resulta gracioso que, hace cuarenta años, la gente común descreía del OVNI y nosotros, los ufólogos, andábamos por ahí reivindicando lo que se le “escapaba” de información a los militares norteamericanos. Hoy, la gente común nos demanda mayor información y muchos de nuestro grupo deambulan haciéndose los críticos picantes de USA porque, claro, hoy es “cool” y en muchas sociedades da patente de “intelectual” ser un cínico crítico de los gringos. Y en cuanto a esas pretendidas razones, a los militares les sobra “presupuesto negro” no aprobado por el Senado para cualquier manejo armamentístico. Y en cuanto a “cortina de humo geopolítica”: ¿cuánto duró en los titulares? ¿Una semana? Si eso es una operación distractiva de Inteligencia, más les vale ponerlos de patitas en la calle y contratar operadores más eficientes.

JK: El Proyecto Galileo para la búsqueda científica sistemática de evidencias de artefactos tecnológicos extraterrestres, es un proyecto de investigación interinstitucional alojado en Harvard y lanzado en junio del 2021 por los cofundadores Avi Loeb y Frank Laukien. ¿Qué opinas de la incorporación de Christopher Mellon y Luis Elizondo como afiliados de la investigación de este proyecto, teniendo en cuenta que son dos antiguos miembros del Departamento de Defensa vinculados a la inteligencia?

Sin que Loeb sea necesariamente co responsable o consciente de esto (no tengo opinión sobre Laukien), Harvard tiene un largo historial de ser cobertura de programas avanzados de inteligencia. No conozco -¿alguien sí lo conoce?- cuál es la “letra chica” del contrato de responsabilidades, pero me temo que Elizondo y su grupo estarán más a la búsqueda de provecho para su propia agenda que lo que puedan aportar a una sana investigación. No se interprete mi opinión para con Luis Elizondo (hoy devenido “Lue” Elizondo porque, claro y como sabemos, en el mercado editorial y periodístico yankie rinde más la mimetización cultural) como animosidad personal. Sólo pregunto: haciendo un balance entre exposición pública (lo que en periodismo llamaríamos “centimil”) y resultados concretos: ¿Qué aportó Elizondo a la Ufología?

JK: Continuando con el tema de la pregunta anterior: si partiéramos del hecho que Mellon y Elizondo continúan «activos», con vínculos gubernamentales, ¿crees que su adhesión como miembros del Proyecto Galileo pudiera ser una estrategia de los servicios de inteligencia para infiltrarse en un programa que es líder actualmente en la búsqueda de firmas tecnológicas extraterrestres?

Si esta pregunta se respondiera con “emoticones”, elegiría aquellos de sonrisa irónica y guiño de ojo.

JK: ¿Qué crees del papel de la NASA al prestar su nombre a los estudios sobre UAP, y cómo piensas que el enfoque de esta agencia pueda complementar los esfuerzos de otras entidades federales teniendo en cuenta que sus expertos se han adherido a la nueva narrativa del Departamento de Defensa sugiriendo que los UAP pueden encerrar un extraordinario descubrimiento?

A este respecto tengo distintas percepciones. Por un lado, considero que la NASA es un ícono cultural sobrevaluado. Buena parte de la población mundial relaciona espontáneamente todo lo que tenga que ver con el espacio con esa Agencia y, de hecho, durante décadas -yo mismo he coleccionado algunas anécdotas cómicas- cuando alguien quería darle credibilidad a algún episodio solía acotar sin fundamentos que “había estado gente de la NASA”. Es un “meme” cultural. Así que supongo que es un refuerzo de la insinuación “extraterrestre” y -salvo que articulen más adelante programas de vigilancia, observación y monitoreo OVNI en el espacio, lo que no es imposible- no creo que su aporte sea significativo.

JK: Las experiencias de contacto tienden a conmocionar, confundir y colisionar con el esquema de pensamiento de los testigos llegando a transformar, en ocasiones, de forma radical, su universo de vida. ¿Cuál crees que sea el propósito de los avistamientos y contactos? ¿Crees que los mismos satisfagan o saboteen de una forma muy sutil la necesidad humana de conocimiento, fe y creencias?

No puede responderse esta pregunta de forma unívoca, a mi modo de ver, como no podría, ante una eventual pregunta como “¿cuál es la naturaleza de los OVNI?” responder con una sola propuesta. Si el OVNI implica, por definición, “lo que no es” antes que “lo que es”, ¿cuáles la razón por la cual los ufólogos se resisten a considerar que lo que suponemos un mismo fenómeno puede ser la percepción de distintas naturalezas, manifestaciones, que, por reduccionismo, tratamos de “entender” como sólo una? Así, si son “extraterrestres” la razón de ser de las abducciones serían mus diferentes a si fueran provocadas por “seres interdimensionales”. Y el maniqueísmo de sostener que es lo uno o lo otro es sólo demostración de nuestras anteojeras intelectuales, no de la naturaleza del fenómeno. Ya lo he dicho: creo que es tiempo de comenzar a hablar de disciplinas diferentes. Por ejemplo, llamar “Exopolítica” (ya que tenemos el término, empleémoslo hasta que a alguien se le ocurra o imponga otro mejor) para referirnos a las visitas posiblemente extraterrestres, y dejemos el término “Ufología” para lo demás, que tanto puede ser interdimensional, como viajeros en el tiempo, seres vivos energéticos de la alta atmósfera o lo que la imaginación permita concebir.

JK: Los tibetanos creen que la mente avanzada puede transformar energías invisibles en energías visibles llamadas tulpas. Los tulpas son utilizados en ocasiones como sinónimos de «cosa conjurada», «emanación mágica», «forma del pensamiento», etc.… pues son una construcción mental que adquiere consistencia física por un acto de la imaginación y la voluntad. Sobre esta base, planteo una interrogante de John Keel que aparece en su libro «Las Profecías del Hombre Polilla», y que ha llamado mi atención: ¿podrían ser los Ovnis meros tulpas condenados a maniobrar absurdamente por los cielos nocturnos creados por un pueblo ya olvidado?

Estoy convencido de ello, y hacia ahí apuntaba las observaciones de la respuesta anterior. Concretamente y tomando este ejemplo: ¿cómo podría tener yo el atrevimiento de generalizar sobre el “propósito” de la interacción con un humano sin distinguir entre el caso de Vilas Boas y el Mothman? Otra vez, me cito y me repito: “Veo una luz con comportamiento extraño en el cielo y me digo: “Oh, un OVNI. Seguramente una nave extraterrestre”. Veo una luz con comportamiento extraño en un cementerio y me digo: “Oh, un espíritu, un fantasma”. Y en ambos casos, de lo único que estoy seguro es que he visto una luz con comportamiento extraño. La “explicación” es inherente a mi condicionamiento cultural, no a la naturaleza del evento”.

JK: Michael Talbot en su sinopsis de la «física moderna» plantea que “los Ovnis no son objetivos ni subjetivos sino «omnijetivos». En este cosmos «omnijetivo» donde los Ovnis ocupan su lugar dentro del amplio espectro que abarcan desde las salamandras hasta los quasars, el problema de su naturaleza real o fantástica se torna relativo. La cuestión fundamental no es si existen o no, ni cuál es su naturaleza, sino cuál es su finalidad”. Sobre esta base, ¿cuál crees, según tu criterio, que sea la finalidad de los mismos?

Otra vez: ¿de qué hablamos cuando hablamos de OVNI? O, mejor aún, ¿De cuáles de ellos hablamos? Empero, coincido con Talbot (si mi ignorante coincidencia sumara algún valor a su comentario) y gusto de llamarlo “ente psicoide”: entes que son reales simultáneamente en el Mundo Material y el Mundo de las Ideas.

JK: Timothy Good plantea: «Si se confirmara el origen extraterrestre del fenómeno… ello nos colocaría en la situación extremadamente precaria de las comunidades primitivas que están en conflicto con el hombre blanco: perderíamos el control absoluto y la ilusión. Como es lógico, nuestra ciencia y nuestra tecnología acabarían en la basura. Nuestro mundo podría «enrollar» el Telón de Acero y usarlo como chatarra, junto con todos los millones de toneladas de revólveres, buques de guerra y municiones. Pero entonces nos habrían descubierto y colonizado, lo cual sería razón suficiente para desatar el pánico universal». ¿Qué opinión te merece tal reflexión?

Desacuerdo con lo de “colonizado”, no porque no fueran esos hipotéticos extraterrestres absolutamente capaces de hacerlo, sino porque creo que mucho antes nos habríamos entregado, unos alegremente para ser colonizados, y otros refractarios en la clandestinidad buscando el conflicto. Esas reflexiones son por demás y más allá de esa mínima observación, absolutamente correctas para mí y explican en buena manera el porqué de este juego de espejos en que se está transformando el “proceso desclasificatorio” que parecen jugar Elizondo, Grusch y sus adláteres.

JK: Ya para finalizar, ¿cuáles son los planes investigativos de Gustavo Fernández para lo que resta de año?

Es un tramo de mi vida aceptablemente relajado: además de un viaje de formación a Brasil y dedicarme intensamente -luego de muchos años de no hacerlo- a escribir un nuevo libro sobre mi experiencia y vivencia con las sabidurías ancestrales mexicas y la ceremonia del Temazcal, en el plano estrictamente investigativo tenemos decidido, junto a mis compañeros del IPEC  (Instituto Planificador de Encuentros Cercanos) avanzar en el estudio de las alineaciones megalíticas ancestrales y desconocidas -es decir, otra vez, fuera del academicismo oficial- que hemos descubierto en alrededores del cerro Uritorco, en Argentina, y extenderlo a otras correspondencias de similar tenor -también arqueoastronómicas- detectadas al sur de la provincia de Buenos Aires y “malditas” por la historia “oficial”.

 

Agradecida a Gustavo Fernández por dedicar parte de su tiempo para la realización de esta entrevista.

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