Por Martha Jacqueline Iglesias Herrera
JK: Gustavo, ante todo es un placer volver a entrevistarte en Código
Betelgeuse luego de varios años. Para comenzar, quisiera hacer el siguiente
planteamiento: Si
partiéramos del hecho de que los UAP, desde el punto de vista de naves
conducidas por inteligencias extraterrestres, no pueden ascender dentro de la
comunidad científica a la categoría de «real» hasta que no haya pruebas más
sólidas…, ¿por qué piensas que muchos investigadores de las anomalías y
testigos cualificados de todo el mundo están dispuestos a creer en sucesos
basados en evidencias, en muchos casos, insuficientes?
Por el contrario, mi querida amiga, el agradecido soy yo. En primer
lugar, diré que me siento más cómodo continuar empleando el acrónimo OVNI; mi
mirada es un tanto “lacaniana” si se quiere, pero siento que ceder al
“modernismo” de emplear UAP es funcional a los intereses -cualesquiera que
éstos sean- de sus creadores. Dicho esto, paso a cuestionar otra expresión: el
“creer”. Si de “creer” se tratara, no se necesitaría “evidencias” (ésa es la
condición sine qua non de la “creencia”). Ahora bien, como yo suelo decir que
estoy “convencido” de su existencia (no ocupo el “creer” por la razón señalada)
la pregunta sería porqué lo que para mí es evidencia para otros -como esa
“comunidad científica” no lo son. Y aquí sólo puedo acercar algunas
reflexiones.
La primera de ellas es el Paradigma dentro del cual no sólo se piensa;
especialmente se vive. Es decir, el Paradigma, como una construcción
interpretativa de la Realidad, requiere la aceptación -muchas veces
inconscientes- de lo que entendemos e incorporamos como Realidad. Y aunque se
insista en que la Realidad es algo objetivo, su interpretación no lo es, por
ejemplo: Yo -Gustavo- entiendo absolutamente “real” el mundo de los sueños. O
más bien: los sueños son parte de mi realidad, como los sucesos de mi vigilia.
Otros, sin negar sus sueños, no los considerarán “reales” y la discusión no es
quién tiene razón: el punto es que la Realidad de uno ya no es como la Realidad
del otro. Si a partir de diferentes Realidades comprendemos que nacen distintos
Paradigmas, llegamos a la inevitable conclusión que la validez de una
“evidencia” está constreñida por el Paradigma dentro del Orden de Realidad que
cada uno acepta o manifiesta. Y así, lo que es “evidencia” para la hipótesis de
A puede ser “evidencia” de una hipótesis contraria para B. Se dirá tal vez que
estas disquisiciones son más filosóficas que objetivas, y lo serían si el
fenómeno OVNI se limitara a la posibilidad de visitas pretendidamente
extraterrestres. Sin embargo, cuando consideramos que también puede ser “otras
cosas”, y esas “otras cosas” implican un cuestionamiento de la naturaleza de la
Realidad, entonces esa “filosofía” se convierte en la lógica basal de toda
necesaria especulación.
Otro abordaje que debemos realizar es sobre el mal uso de la expresión
“comunidad científica”. Mal uso de “comunidad” y mal uso de “científico”. La
palabra “comunidad” da la sensación que hay una “mayoría” de científicos que
aceptan o no ciertos hechos, y que de esa mayoría dependería aceptar lo que es
“real”. Pero la ciencia no es democrática. La realidad científica no depende de
cuántos científicos en una reunión levanten la mano votando qué aceptar o no.
Cuando Einstein publicó su Teoría General de la Relatividad, cerca de cien
científicos publicaron su crítica y rechazo a la misma. Y Einstein, cuando le
preguntaron cómo se sentía frente a un grupo tan grande de críticos, respondió:
“¿Por qué habría de molestarme? Si tuvieran razón, no haría diferencia que
fueran cien; bastaría con uno”. Por otro lado, no confundamos “cientificismo”
con “academicismo”: lo que aquí tenemos es un grupo de personas preocupadas por
cuidar sus apariencias frente al establishment, su derecho a publicar “papers”
y ser aceptados por sus pares, su crédito académico. En lo personal, sólo los
científicos que nada tienen que perder son críticos aceptables.
JK: Hace unos años, Luis Elizondo emprendió una
campaña mediática, sin precedentes, para conseguir la desclasificación de
información sobre los UAP. Sin embargo, siempre aseguró que, pese a su renuncia
a seguir trabajando en el Departamento de Defensa en 2017, seguía manteniendo sus
credenciales de seguridad, aun cuando se pasaba al sector privado: a la TTSA
de Tom DeLongue. ¿Qué piensas al respecto?
¿Cuál crees que era el verdadero rol de Elizondo en este asunto? ¿No te parece
contradictorio que siguiera manteniendo sus credenciales de seguridad y a su
vez estuviera ejerciendo una presión mediática para lograr una mayor
transparencia del gobierno sobre los UAP?
Aún más curioso me resulta que estando activas las órdenes dictadas en
los ’50 a ’80 sobre el secretismo (como en la Fuerza Aérea la AFR 200/2, que
pena con diez mil dólares de multa y el riesgo de hasta diez años de cárcel
para el miembro activo que revele información sobre OVNI), no solamente
Elizondo no ha sido víctima de ninguna de ellas sino tampoco de un descrédito
intenso y sistemático por parte de esos mismos estratos oficiales a los que
critica… como, si vamos al caso, tampoco lo ha sido hasta ahora David Grusch,
ciertamente. Y creo que la respuesta es obvia: porque son funcionales a un
plan, a una operatoria pergeñada desde esos mismos ámbitos.
JK: En junio del 2021, la Oficina del Director de
Inteligencia Nacional de Estados Unidos, publicó su esperado informe de
inteligencia no clasificado, titulado «Evaluación preliminar: Fenómenos aéreos
no identificados». Aunque el informe no concluyó como muchos esperaban respecto
al tema extraterrestre, ¿a qué crees que se deba el cambio de política hacia el
reconocimiento de los UAP «como fenómenos físicos reales y anómalos que merecen
un análisis científico y militar más riguroso» cuando antes era considerado un
tema marginal?
Articulando esta pregunta con la obvia surgida de mi respuesta anterior (cuál sería ese plan al que estos personajes terminan siendo funcionales) se me ocurren dos opciones:
a) Hace décadas se evaluó que la verdad sobre el origen extraterrestre de los OVNI iba a necesitar, digamos, cien años. Y no podría revelarse todo de la noche a la mañana. Entonces, estamos en tiempos en que comienzan a cumplirse progresivamente esos plazos: tiempos en los que hay que preparar y condicionar a la opinión pública y “diluir” en el olvido de la Historia las responsabilidades pasadas de esos mismos estratos (gubernamentales o militares) en el silencio compulsivo, en la mordaza mediática impuesta a la sociedad y a los individuos.
b) Pero también especulo con esta otra posibilidad. ¿y si la naturaleza de la inteligencia detrás de los OVNI fuera tan disruptiva que, frente a ella, hasta el “origen extraterrestre” podría resultar convencional y anecdótico? Pensemos, por ejemplo, de inteligencias extradimensionales, provenientes de universos paralelos, inteligencias que -a diferencia de las pretendidamente extraterrestres- no podrían ser “enfrentadas”, cuando provienen de lo profundo del espacio, con escudos y sistemas defensivos, pues se trataría de inteligencias que estarían “aquí”, cuando y cómo desearan, frente a las cuales no tendríamos absolutamente ninguna protección y posibilidad… Hasta el 2020, yo creía que la humanidad estaba preparada para -salvo episódicas reacciones ignorantes- aceptara con naturalidad una presencia extraterrestre. Luego de haber visto cómo mayoritariamente fueron manipulados con pandemia y confinamientos, no sólo vulnerables a los miedos más primitivos sino con qué facilidad se les estimuló a “demonizar” a quienes pensaban distinto, ya no estoy tan seguro.
JK: Este año, David Grusch, oficial de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y ex agente de inteligencia testificó ante una audiencia de la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos. Grusch aseguró que el gobierno federal de Estados Unidos cuenta con un programa de recuperación de UAP, altamente secreto, y que está en posesión de naves «no humanas» junto con sus «pilotos fallecidos». ¿Qué opinas al respecto? ¿Crees que la intención de Grusch sea generar una mayor conciencia pública y transparencia sobre el tema o crees que su testimonio pudiera tener un trasfondo sociopolítico que desconocemos?
Estoy seguro -como dije, evito el “creer”, si de fundamentar mis puntos
de vista se trata, que le habló a dos públicos: por un lado y a través de esos
representantes, a la opinión pública. Por otro, a ciertas “élites” de
conocimiento “marcando agenda”. Por cierto: me parece ingenuo y demasiado
básico suponer -como tantos colegas- que esto es otra operación de USA
generando una “cortina de humo” para tapar otros objetivos, como buscar
justificar incrementos en los presupuestos de Defensa o tapar situaciones
geopolíticas de relevancia. Sostengo esto porque, en primer lugar, cuando uno
conoce -o se toma el tiempo de escuchar- a esos “colegas” observa que ya hay un
sesgo ideológico previo que define su opinión posterior (incidentalmente, me
resulta gracioso que, hace cuarenta años, la gente común descreía del OVNI y
nosotros, los ufólogos, andábamos por ahí reivindicando lo que se le “escapaba”
de información a los militares norteamericanos. Hoy, la gente común nos demanda
mayor información y muchos de nuestro grupo deambulan haciéndose los críticos
picantes de USA porque, claro, hoy es “cool” y en muchas sociedades da patente
de “intelectual” ser un cínico crítico de los gringos. Y en cuanto a esas
pretendidas razones, a los militares les sobra “presupuesto negro” no aprobado
por el Senado para cualquier manejo armamentístico. Y en cuanto a “cortina de
humo geopolítica”: ¿cuánto duró en los titulares? ¿Una semana? Si eso es una
operación distractiva de Inteligencia, más les vale ponerlos de patitas en la
calle y contratar operadores más eficientes.
JK: El Proyecto Galileo para la búsqueda científica
sistemática de evidencias de artefactos tecnológicos extraterrestres, es un
proyecto de investigación interinstitucional alojado en Harvard y lanzado en
junio del 2021 por los cofundadores Avi Loeb y Frank Laukien. ¿Qué opinas de la
incorporación de Christopher Mellon y Luis Elizondo como afiliados de la
investigación de este proyecto, teniendo en cuenta que son dos antiguos
miembros del Departamento de Defensa vinculados a la inteligencia?
Sin que Loeb sea necesariamente co responsable o consciente de esto (no
tengo opinión sobre Laukien), Harvard tiene un largo historial de ser cobertura
de programas avanzados de inteligencia. No conozco -¿alguien sí lo conoce?-
cuál es la “letra chica” del contrato de responsabilidades, pero me temo que
Elizondo y su grupo estarán más a la búsqueda de provecho para su propia agenda
que lo que puedan aportar a una sana investigación. No se interprete mi opinión
para con Luis Elizondo (hoy devenido “Lue” Elizondo porque, claro y como
sabemos, en el mercado editorial y periodístico yankie rinde más la mimetización
cultural) como animosidad personal. Sólo pregunto: haciendo un balance entre
exposición pública (lo que en periodismo llamaríamos “centimil”) y resultados
concretos: ¿Qué aportó Elizondo a la Ufología?
JK: Continuando con el tema de la pregunta anterior: si
partiéramos del hecho que Mellon y Elizondo continúan «activos», con vínculos gubernamentales,
¿crees que su adhesión como miembros del Proyecto Galileo pudiera ser una
estrategia de los servicios de inteligencia para infiltrarse en un programa que
es líder actualmente en la búsqueda de firmas tecnológicas extraterrestres?
Si esta pregunta se respondiera con “emoticones”, elegiría aquellos de
sonrisa irónica y guiño de ojo.
JK: ¿Qué crees del papel de la NASA al prestar su
nombre a los estudios sobre UAP, y cómo piensas que el enfoque de esta agencia
pueda complementar los esfuerzos de otras entidades federales teniendo en
cuenta que sus expertos se han adherido a la nueva narrativa del Departamento
de Defensa sugiriendo que los UAP pueden encerrar un extraordinario
descubrimiento?
A este respecto tengo distintas percepciones. Por un lado, considero que
la NASA es un ícono cultural sobrevaluado. Buena parte de la población mundial
relaciona espontáneamente todo lo que tenga que ver con el espacio con esa
Agencia y, de hecho, durante décadas -yo mismo he coleccionado algunas
anécdotas cómicas- cuando alguien quería darle credibilidad a algún episodio
solía acotar sin fundamentos que “había estado gente de la NASA”. Es un “meme”
cultural. Así que supongo que es un refuerzo de la insinuación “extraterrestre”
y -salvo que articulen más adelante programas de vigilancia, observación y
monitoreo OVNI en el espacio, lo que no es imposible- no creo que su aporte sea
significativo.
JK: Las experiencias de contacto tienden a
conmocionar, confundir y colisionar con el esquema de pensamiento de los
testigos llegando a transformar, en ocasiones, de forma radical, su universo de
vida. ¿Cuál crees que sea el propósito de los avistamientos y contactos? ¿Crees
que los mismos satisfagan o saboteen de una forma muy sutil la necesidad humana
de conocimiento, fe y creencias?
No puede responderse esta pregunta de forma unívoca, a mi modo de ver,
como no podría, ante una eventual pregunta como “¿cuál es la naturaleza de los
OVNI?” responder con una sola propuesta. Si el OVNI implica, por definición,
“lo que no es” antes que “lo que es”, ¿cuáles la razón por la cual los ufólogos
se resisten a considerar que lo que suponemos un mismo fenómeno puede ser la
percepción de distintas naturalezas, manifestaciones, que, por reduccionismo,
tratamos de “entender” como sólo una? Así, si son “extraterrestres” la razón de
ser de las abducciones serían mus diferentes a si fueran provocadas por “seres
interdimensionales”. Y el maniqueísmo de sostener que es lo uno o lo otro es
sólo demostración de nuestras anteojeras intelectuales, no de la naturaleza del
fenómeno. Ya lo he dicho: creo que es tiempo de comenzar a hablar de
disciplinas diferentes. Por ejemplo, llamar “Exopolítica” (ya que tenemos el
término, empleémoslo hasta que a alguien se le ocurra o imponga otro mejor)
para referirnos a las visitas posiblemente extraterrestres, y dejemos el
término “Ufología” para lo demás, que tanto puede ser interdimensional, como
viajeros en el tiempo, seres vivos energéticos de la alta atmósfera o lo que la
imaginación permita concebir.
JK: Los tibetanos creen que la mente avanzada puede
transformar energías invisibles en energías visibles llamadas tulpas. Los
tulpas son utilizados en ocasiones como sinónimos de «cosa conjurada»,
«emanación mágica», «forma del pensamiento», etc.… pues son una construcción
mental que adquiere consistencia física por un acto de la imaginación y la
voluntad. Sobre esta base, planteo una interrogante de John Keel que aparece en
su libro «Las Profecías del Hombre Polilla», y que ha llamado mi atención:
¿podrían ser los Ovnis meros tulpas condenados a maniobrar absurdamente por los
cielos nocturnos creados por un pueblo ya olvidado?
Estoy convencido de ello, y hacia ahí apuntaba las observaciones de la
respuesta anterior. Concretamente y tomando este ejemplo: ¿cómo podría tener yo
el atrevimiento de generalizar sobre el “propósito” de la interacción con un
humano sin distinguir entre el caso de Vilas Boas y el Mothman? Otra vez, me
cito y me repito: “Veo una luz con comportamiento extraño en el cielo y me
digo: “Oh, un OVNI. Seguramente una nave extraterrestre”. Veo una luz con
comportamiento extraño en un cementerio y me digo: “Oh, un espíritu, un
fantasma”. Y en ambos casos, de lo único que estoy seguro es que he visto una
luz con comportamiento extraño. La “explicación” es inherente a mi
condicionamiento cultural, no a la naturaleza del evento”.
JK: Michael Talbot en su sinopsis de la «física
moderna» plantea que “los Ovnis no son objetivos ni subjetivos sino
«omnijetivos». En este cosmos «omnijetivo» donde los Ovnis ocupan su lugar dentro
del amplio espectro que abarcan desde las salamandras hasta los quasars, el
problema de su naturaleza real o fantástica se torna relativo. La cuestión
fundamental no es si existen o no, ni cuál es su naturaleza, sino cuál es su
finalidad”. Sobre esta base, ¿cuál crees, según tu criterio, que sea la
finalidad de los mismos?
Otra vez: ¿de qué hablamos cuando hablamos de OVNI? O, mejor aún, ¿De
cuáles de ellos hablamos? Empero, coincido con Talbot (si mi ignorante
coincidencia sumara algún valor a su comentario) y gusto de llamarlo “ente
psicoide”: entes que son reales simultáneamente en el Mundo Material y el Mundo
de las Ideas.
JK: Timothy Good plantea: «Si se confirmara el origen
extraterrestre del fenómeno… ello nos colocaría en la situación extremadamente
precaria de las comunidades primitivas que están en conflicto con el hombre
blanco: perderíamos el control absoluto y la ilusión. Como es lógico, nuestra
ciencia y nuestra tecnología acabarían en la basura. Nuestro mundo podría
«enrollar» el Telón de Acero y usarlo como chatarra, junto con todos los
millones de toneladas de revólveres, buques de guerra y municiones. Pero
entonces nos habrían descubierto y colonizado, lo cual sería razón suficiente
para desatar el pánico universal». ¿Qué opinión te merece tal reflexión?
Desacuerdo con lo de “colonizado”, no porque no fueran esos hipotéticos
extraterrestres absolutamente capaces de hacerlo, sino porque creo que mucho
antes nos habríamos entregado, unos alegremente para ser colonizados, y otros refractarios
en la clandestinidad buscando el conflicto. Esas reflexiones son por demás y
más allá de esa mínima observación, absolutamente correctas para mí y explican
en buena manera el porqué de este juego de espejos en que se está transformando
el “proceso desclasificatorio” que parecen jugar Elizondo, Grusch y sus
adláteres.
JK: Ya para finalizar, ¿cuáles son los planes investigativos de Gustavo Fernández para lo que resta de año?
Es un tramo de mi vida aceptablemente relajado: además de un viaje de formación
a Brasil y dedicarme intensamente -luego de muchos años de no hacerlo- a
escribir un nuevo libro sobre mi experiencia y vivencia con las sabidurías
ancestrales mexicas y la ceremonia del Temazcal, en el plano estrictamente
investigativo tenemos decidido, junto a mis compañeros del IPEC (Instituto Planificador de Encuentros
Cercanos) avanzar en el estudio de las alineaciones megalíticas ancestrales y
desconocidas -es decir, otra vez, fuera del academicismo oficial- que hemos
descubierto en alrededores del cerro Uritorco, en Argentina, y extenderlo a
otras correspondencias de similar tenor -también arqueoastronómicas- detectadas
al sur de la provincia de Buenos Aires y “malditas” por la historia “oficial”.
Agradecida a Gustavo Fernández por dedicar
parte de su tiempo para la realización de esta entrevista.
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