Por Gustavo Fernández
Cada vez tengo una más fuerte impresión que todo el tema de los UAPs, videos «fugados» del Pentágono, programas de «desclasificación» OVNI en distintos países y un largo etcétera es una gigantesca maniobra de distracción para que «compremos» la idea de visitantes extraterrestres más avanzados y ocultar que, o bien no tienen la menor capacidad de comprender su verdadera naturaleza, o bien que las respuestas son tan disruptivas y emocional e intelectualmente desmedidas que sumirían a las masas en un caos. Por ejemplo: la suposición que son seres alienígenas llegando en «naves» presupone -hace sencillo «vender»- que es tecnología a la que podemos enfrentarnos, que los Gobiernos pueden «asegurar» eventualmente la defensa de sus pueblos ante un peligro cósmico, etc. Pero si resultara que se trata o bien de vectores interdimensionales, o «entidades energéticas» inteligentes que modelan la Realidad a su antojo porque provienen de una Metarrealidad, que podrían materializarse a tu lado cómo y cuándo quisieran y tu gobierno no puede hacer nada para evitar lo que quieran hacer contigo… ¿cómo te sentirías?
Esa manipulación y el propio paradigma (por educación, por aceptación, por momento evolutivo) es funcional porque, claro, resulta más «lógico» (es decir, entendible para nuestra psiquis) pensar en «naves» que en cualquiera de las alternativas locas que he sugerido.
Pero…
Si queremos avanzar en la comprensión de la realidad tras el llamado «fenómeno OVNI», debemos comenzar por aceptar o, cuando menos, debatir algunas situaciones obvias pero incómodas para muchos. Por ejemplo: que el término engloba una variedad tan amplia de eventos (y posibles explicaciones) que estamos colocando en un mismo depósito cuestiones que deberíamos analizar por separado. Piensen en esto: