Por Corrado Malanga
Muchos de los conceptos expresados resultarán nuevos aún para los expertos del sector, porque en estas líneas describo mi modo de enfrentar un fenómeno desconocido en la psicopatología oficial. Por tanto, soy el primero en el mundo en describir cómo, según mi óptica, es posible enfrentar y resolver por lo menos en parte, el problema que suponen las abducciones alienígenas.
La psicología freudiana ha de ser abandonada definitivamente, en favor de una visión más junguiana de la psiquis humana. Así también Neumann y Hillman encuentran lugar, con Eric Fromm, en la descripción del ser humano. Considero que la teoría de las reactividades de Adler todavía es utilizable, por lo menos en parte, así como la idea del Daimon de Hillman resulta fascinante, aunque decididamente poco funcional.
En estos años me he servido, para mis estudios de tipo experimental, de las técnicas hipnóticas de Milton Erickson, de las sugerencias de Rossi, de las ideas de Bandler y Grinder. He utilizado todo aquello que la psiquiatría moderna condena, pero que las técnicas de psicoanálisis utilizan cotidianamente, para evitar la esclavitud de los psicofármacos y el recurrir al electroshock.
Hasta hoy, los estudiosos del problema abducción de todo el mundo han considerado al abducido como alguien sobre quien elaborar y verificar las propias teorías, olvidando que no es una vaca para ordeñar y tampoco un enfermo que curar.
Hoy tengo la intención de defender al abducido del último y más desagradable secuestro que se realiza sobre él, es decir, del que realizan los humanos para utilizarlo como carne de cañón, como animal de experimento de quien extraer informaciones sobre los alienígenas. Parece que nadie recuerda que el abducido es un ser humano, que en primer lugar ha sido violado por los alienígenas, después por los militares de gobiernos-en-la-sombra, y finalmente por los supuestos estudiosos de secuestros alienígenas, última terrible monstruosidad creada por la ignorancia humana, con el sólo objetivo de poder decir algo que nadie haya dicho antes y obtener el reconocimiento de la sociedad moderna, en un intento de pasar a la historia.
Si es sólo por esto, los supuestos estudiosos pueden estar tranquilos... ¡también Hitler ha pasado a la historia! El mundo está lleno de libros que cuentan las experiencias de los abducidos sin comprenderlas, exorcizarlas, metabolizarlas y resolverlas. Así los abducidos se encuentran como vacas exhaustas, buenas sólo para el matadero, porque nadie, al final del juego, ha sabido resolver sus problemas... Y todo eso sucede bajo la impasible mirada de los "expertos".