viernes, 19 de octubre de 2018

OVNIS Y CIA: CLAVES DE UNA CONSPIRACIÓN. ¿Dispone realmente la CIA de pruebas físicas sobre la realidad de los Ovnis? ¿Por qué se ha desatado una campaña para desacreditar a los testigos? Parte I


Se podría escribir todo un libro –y de hecho se han escrito no uno, sino varios- sobre la participación que tuvo la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en la cuestión de los objetos volantes no identificados. Muchos investigadores creen que la famosa Agencia empezó a ocuparse del asunto OVNI a partir de 1952; pero en realidad no fue así. En 1947 los servicios de información militares ya investigaban discretamente el enigma, y a finales de aquel mismo año se creó oficialmente la primera comisión de encuesta destinada a estudiarlo.
Todo ello no tiene por qué sorprender a nadie. En los primeros tiempos del fenómeno OVNI, cuando la prensa aún empleaba el término de “platillos volantes”, en los Estados Unidos se pensaba muy seriamente que aquellos extraños aparatos, vistos por cientos de testigos fidedignos, podían ser armas secretas soviéticas. La ‹hipótesis extraterrestre› se planteó por primera vez y públicamente en el famoso artículo de Keyhoe publicado por la revista True en enero de 1950, y que tanto impacto habría de causar. En aquel mismo año apareció también el libro de Frank Scully, en el que el autor aseguraba que las autoridades norteamericanas tenían en su poder tres platillos que se habían estrellado en territorio de la Unión, uno en Arizona y dos en Nuevo México. Antes de esa fecha, en 1948, el proyecto Signo había elevado al Pentágono un voluminoso informe, titulado: Estimación de la Situación, en el que llegaba a la conclusión de que los Ovnis eran reales y de origen extraterrestre.
Este informe fue rechazado, sin embargo, por el general Hoyt S. Vandenberg, que entonces era el jefe del Estado Mayor de la USAF. El informe fue clasificado de ‹Top Secret› (Muy Secreto), y Vandenberg ordenó destruir todas sus copias. Sólo una o dos se salvaron, para ser desclasificadas parcialmente más de veinte años después. Ello quiere decir que los resultados del Proyecto Signo no llegaron al conocimiento del gran público hasta mucho tiempo después.

Esta actitud de las autoridades norteamericanas era por supuesto muy lógica. Tanto si los Ovnis eran naves rusas como si eran astronaves extraterrestres, el Pentágono no podía contemplar de brazos cruzados aquellos extraños artilugios, que desafiaban no sólo a los cazas más veloces, sino a las leyes de la gravedad y de la inercia, y violaban impunemente el espacio aéreo norteamericano. Eso era muy grave, porque cualquier aeronave está obligada a mandar su código de identificación al penetrar en un espacio aéreo nacional.
Era natural, pues, que el asunto pasara a los servicios de información y al ATIC.
Pero también a la CIA. La Agencia Central de Inteligencia cuya sede central se encuentra en Langley (Virginia), se viene ocupando del fenómeno OVNI desde marzo de 1949 hasta la fecha, pese a que públicamente opine lo contrario. Coincidiendo con oleadas nacionales o locales, la CIA ha lanzado programas de investigación sobre los OVNIS.
La poderosa Agencia dispone de varios satélites-espía, que le envían información codificada, en especial sobre discontinuidades térmicas en la superficie terrestre. Estas discontinuidades pueden estar causadas por una concentración de tanques, por un convoy de camiones… o por el aterrizaje de un OVNI. Los delicadísimos sensores de estos satélites, capaces de detectar en la banda del infrarrojo un cigarrillo encendido a quince kilómetros de distancia, han informado más de una vez a la Oficina de Inteligencia Científica (OSI) de la CIA sobre la presencia de Ovnis en el cielo.
Ya en 1949, la OSI asignó un analista de su división de Armamento y Equipo para que llevara un fichero con todos los informes OVNI y siguiera atentamente el fenómeno. Esta actividad continuó hasta 1952, en que la reorganización de la comisión de encuesta del ATIC bajo el nombre de ‹Proyecto Grudge›, junto con el mayor interés que dedicó la aviación al tema, estimuló también el interés de la CIA. La oleada de julio de 1952, unida a las espectaculares observaciones y captaciones por el radar hechas desde el aeropuerto de Washington a finales de dicho mes, decidió a la CIA a intervenir más directamente en el problema. Los técnicos de la OSI informaron al director de la CIA, que era entonces el general Walter B. Smith, quien dio su aprobación para que la CIA lanzase un programa de investigación de los OVNIS en coordinación con las Fuerzas Aéreas.
Continuará…

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...