viernes, 21 de octubre de 2022

Jacques Vallée: biografía de un visionario.

Por David Cuevas


Jacques Vallée fue, y sigue siendo, un científico diferente. Seguidor incondicional de la obra de Newton, Tesla y Paracelso, se trata de un astrofísico, capitalista aventurero e informático que publicó sobre las frecuencias fundamentales de los pulsares, de las estrategias empresariales y la tecnología de la información. Fue, de hecho, uno de las mentes más emprendedoras como empresario independiente de Silicon Valley. Y lo más importante: para muchos, aunque siempre contracorriente, Jacques Vallée es el mejor ufólogo del mundo. Cuando tuvimos la ocasión de entrevistarle frente a frente, no perdimos ocasión.

Jacques Vallée trabajaba en 1961 como empleado gubernamental en el servicio de satélite artificial del observatorio de París, cuando vio como deliberadamente se destruían documentos de imagen y video relacionados con los OVNIs. Esto, unido a que su jefe, de nombre Paul Muller, le dijera que un chiflado estafador, alguien con ciertas malformaciones físicas debidas a una fuerte discapacidad, les había propuesto vía postal la entrega de sus archivos dedicados a la investigación ufológica, fue la gota que colmó el vaso. Vallée dejó el trabajo. Y es que Muller se estaba refiriendo a Aimé Michel, amigo personal de nuestro protagonista y uno de los más reputados ufólogos científicos de todos los tiempos. Una amistad, la de los dos franceses, que perduró entre dos herejes no solo de la ciencia, sino también para la comunidad ufológica internacional.


Más tarde Vallée trabajaría como asistente de investigación para un astrónomo, director del observatorio de Dearborn en la Universidad de Northwestern, llamado Joseph Allen Hynek. Otro ufólogo de talla mundial reconocido por su rigurosidad a la hora de afrontar tan escurridizo fenómeno, y responsable de la famosa catalogación de los encuentros OVNI de primer, segundo o tercer tipo, de los que, por cierto, Vallée defendió su ampliación en un cuarto (abducción) e incluso quinto (humanos dañados o curados por los seres) tipo. Hynek que, por cierto, apareció haciendo un cameo en la mítica Encuentros en la tercera fase de Steven Spielberg, inspirada en la mentada catalogación de encuentros OVNI y cuyo protagonista, el francés Dr. Claude Lacombe, está al parecer inspirado en el propio Vallée aunque haya voces críticas que centren sus miras en otro ufólogo e ingeniero francés, de nombre Claude Poher. Fue una época convulsa, que en palabras de Jacques acaparó historias de encubrimiento, confiscación e incluso muertes sospechosas.

Vallée trabajó con Hynek entre 1963 y 1967, en calidad de oficial, en un estudio independiente de los ficheros pertenecientes a un proyecto gubernamental, de nombre Libro Azul, en los que estaban implicados militares y científicos de alto rango. Su objetivo, según Vallée, investigar lo que se veía ahí fuera cuando, realmente, el comportamiento del fenómeno se daba en nosotros mismos. Ya por aquel entonces se atisbaba que el ufólogo francés tomaría unos derroteros, para la época, nada habituales a la hora de dar explicación al siempre escurridizo enigma OVNI. Esto, unido al hecho de que, entre otras cuestiones, el objetivo de dicho proyecto centraba sus miras más en calmar a la opinión pública esquivando la investigación de los casos más complejos, que en tratar de estudiar seriamente el fenómeno, hicieron que Vallée acabase desvinculado del polémico Proyecto Libro Azul.

Las teorías de Jacques estuvieron influenciadas por las de Jung, y fue de los primeros, ya en 1965, en situar la problemática OVNI mucho antes del encuentro de Kenneth Arnold en junio del 47. Según él, ya en 1878 se utilizó la palabra “platillo” para definir un extraño y oscuro objeto avistado por un granjero de Texas. Vallée nos repasa esta etapa de la siguiente manera: “Cuando empecé a estudiar el fenómeno, creí erróneamente que este era de origen extraterrestre. De modo que, con el paso de los años, preferí estudiar el asunto desde una perspectiva histórica para lograr un acercamiento más científico. Al consultar los archivos históricos, me di cuenta de que llevamos siglos avistando OVNIs y, de hecho, ahí se encuentras los cientos de testimonios recogidos, aunque nadie se hubiera percatado de ello. Es algo que me pareció fascinante”.

Fue cuando añadió a su biblioteca sobre OVNIs libros de ocultismo, la obra de Charles Fort (a quien debemos la catalogación de “forteanos” a ciertos fenómenos) y visitó, en 1968, Escocia para dejarse maravillar por sus leyendas locales, cuando no solo él sino la ufología mundial pega un violento giro de 180º. Nace entonces, un año después, Pasaporte a Magonia, una obra en la que Vallée desarrolla, según define a la perfección el filósofo Jeffrey J. Kripal en su fantástica obra Autores de lo imposible (Kairós, 2012), los sorprendentes paralelismos que existen entre el extraño comportamiento de los OVNIs y las apariciones previas de diversos seres de la historia del folklore, la magia, la brujería y la religión como ángeles, demonios, elfos, hadas, duendes, enanos, elementales, íncubos, súcubos, etc. Una teoría que le granjeó no pocos enemigos, quedándose prácticamente solo aunque, según nos contaba el astrofísico, “no escribí ese libro para complacer a mis compañeros, sino porque pensé, como científico, que debía hacerlo. Desde entonces no he parado de recopilar estos casos de OVNIs en la antigüedad hasta nuestros días, plasmando cientos de ellos en un trabajo mío, en co-autoría con el investigador Chris Aubeck, llamado Wonders in the Sky”.

Un dato curioso que no todos saben es que, en 1960, Jacques Vallée ingresó formalmente en la orden rosacruz a través de su sucursal francesa pero, sin embargo, cuatro años después expresó su disgusto con las contradicciones de la literatura ocultista. En 1966, abandonó definitivamente una orden a la que también estaba afiliado, entre otros, el mentado Allen Hynek.

Y es que Vallée sitúa el asunto OVNI en plena historia de las religiones, donde el testigo humano “es el vehículo intangible del fenómeno”, tal y como declaró en alguna ocasión. Un fenómeno que, según nuestro protagonista, no puede estudiarse bajo el prisma único de la ciencia, ya que este nos engaña en forma de representación e incluso llega a negarse a sí mismo. Defectos del sistema, definición esta que compartía con el citado Charles Fort. Se trata de un problema paranormal, y es que otra de las facetas no muy conocidas de Vallée es su enorme pasión por lo referente a la parapsicología. De hecho, tuvo mucha relación con la SRI (Stanford Research Institute) e incluso llegó a trabajar con ellos en un proyecto sobre el aumento del intelecto humano, algo que tras un año fracasó. Estuvo muy al tanto de los experimentos, especialmente sobre visión remota, realizados con psíquicos de renombre como Ingo Swann, Uri Geller o Pat Price. Cuando preguntamos directamente a Vallée sobre la posible vinculación entre los OVNIs y la parapsicología, este nos responde que: “cuando hablas con los testigos y consigues ganarte su confianza, te confiesan que tras haber avistado OVNIs muestran otros síntomas relacionados con asuntos paranormales, por lo que pienso que existe alguna conexión, algún vínculo, entre los OVNIs y la conciencia de los individuos”.

Dicen que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer, y en este caso la historia se repite. Fue su esposa Janine, con quien co-escribió de hecho su segundo libro en 1966, la que evitó que su marido se implicara demasiado con la ufología cayendo en su espinoso sistema de creencias, y lo logró. A ella debemos, de hecho, el implacable posicionamiento de Vallée en la casuística OVNI. Él mismo declaró que sus teorías contradicen tanto las ideas de los creyentes como las exaltaciones de los pseudo-escépticos. Asimismo, se alía a finales de los 60 y primeros de los 70 con sus, entre otros, citados amigos Hynek y Michel para crear lo que ellos mismos definieron como “el colegio invisible”, dando, de hecho, nombre a otro de sus libros, que centra su tesis en la exploración del componente psíquico como resultado de la exposición humana a los OVNIs. De esta manera trabajaban en la retaguardia, en silencio, para evitar ser intimidados por sus compañeros, mucho más conservadores, que él mismo definió como “aquellos tres feroces dragones de papel: la extrañez, la magia y el ridículo”.

Hay que tener en cuenta que lo que Vallée proponía, y que él mismo definió como un “sistema de control”, es que la mitología seguía estando presente en el planeta para controlar los sistemas de creencias de sociedades enteras a lo largo de los tiempos. Una suerte de mente y consciencia cósmica que está jugando consigo misma y, a su vez, con los testigos OVNI. Un fenómeno este que usa el camuflaje como estrategia para llevar a cabo su cometido real, de tipo simbólico y mitológico. Es decir, que el fenómeno ha estado activo a lo largo de la historia humana, apareciendo, desapareciendo y comportándose siempre en los términos culturales propios del lugar y de la época. Él mismo lo definió a la perfección cuando insinuaba a las claras que “los objetos voladores no identificados ni son objetos, ni son voladores”. En esta misma línea, Vallée nos relataba como: “los sucesos tienen un gran impacto sobre parte de la sociedad, en las tendencias, creencias y evolución de nuestras ideas. Actúan como si de un sistema de control se tratase, pero no sabemos si dicho control es intencionado o un resultado accidental del enfrentamiento entre la humanidad y esos fenómenos desconocidos”.

Tras Pasaporte a Magonia y El colegio invisible, Jacques Vallée emprende un nuevo rumbo más incómodo y oscuro con una trilogía de libros que, en resumidas cuentas, lo que proponían en sus tesis era la violencia del fenómeno y los factores externos, no precisamente amables, que rodeaban a estos. También explora la posibilidad multidimensional del fenómeno. Acerca de esto, Vallée nos explicaba como: “antes se rechazaba esta posibilidad y hoy en día se acepta más ampliamente. Cuando hablo con físicos sobre ello, la gran pregunta es si lo que ocurre a nivel subatómico o cuántico puede tener algún efecto en nuestro mundo a nivel macroscópico. De modo que lo siento, no creo en la hipótesis dimensional”.

Y hablando de teorías que expliquen presuntamente la trastienda OVNI, cuando le preguntábamos, también, sobre su opinión acerca de las tan de moda teorías exopolíticas (pactos ancestrales entre alienígenas y altas élites gubernamentales, estructuras en Marte, reptilianos, etc.), se mostró mucho más tajante: “me interesa la casuística, la analizo como el científico que soy y no le doy importancia a esta clase de teorías”. Sobre el fenómeno abducción, se muestra mucho más abierto ya que cree que “las abducciones, en ocasiones, son experiencias reales aunque tengo un serio problema con el uso de la hipnosis en estos casos, práctica que no debería realizarse puesto que puede causar más problemas que soluciones pudiendo, además, hacer daño real en la vida de los testigos”.

Jacques Vallée piensa hacia atrás, de futuro a presente y, después, como el resto de los mortales, hacia el pasado. Y en lo que respecta a la dimensión religiosa, este es bastante tajante cuando declaró en sus diarios que “la noción de un Dios bondadoso y sin embargo temible de la Biblia y los Evangelios me parece un timo: es el juego confidencial más grande y cruel de la historia. La simple dignidad humana debería llevarnos a rechazarlo con indignación”.
Y como no, debíamos preguntarle sobre sus propias experiencias. Y es que, ante la cuestión que le planteaba de si él ha sido testigo OVNI, nos responde que “sí, con 15 años vi junto a mi madre una especie de disco en el cielo y, a media milla de distancia, un amigo mío lo avistó con unos prismáticos. Nunca llegué a saber lo que fue aquello realmente”. Y cuando le preguntamos, no podía ser de otra forma, acerca de lo que podría haber detrás del tema OVNI, sentenciaba que “creo que el tema está directamente relacionado con la conciencia humana, siendo aún un gran enigma para la ciencia”.

En otro orden de cosas, y una vez más, Vallée consiguió, sin pretenderlo, alejar al resto de la comunidad ufológica y sembrar las iras e inquietudes de algunos de sus compañeros. En dos de sus trabajos, como son Mensajeros de la decepción (1979) y Revelaciones (1991), este no solo especulaba sino que afirmaba que los servicios secretos y las agencias militares utilizaron el asunto OVNI para manipular al público. Cuando le abordábamos con esta cuestión, Vallée respondía que: “no es solo una teoría. Los servicios secretos tienen un fuerte interés en el tema, consiguiendo datos que en ocasiones revelan y en otras tantas permanecen archivados como secreto”. Y no solo eso, ya que “una de las razones por las que lo hacen es para poder recrear, en forma de simulacros, ciertos avistamientos presuntamente OVNI, detrás de los cuales se ocultan prototipos militares secretos. Usan el tema OVNI para encubrir otra clase de experimentos. He recogido información sobre esto en países como Argentina, Brasil, Rusia, etc.”.

Y es que, tal y como publicó Vallée hace tan solo un par de décadas en sus diarios personales, “otras fuerzas se manifiestan. Los llamamos fantasmas, espíritus, extraterrestres. Cuando todo lo demás falla, miserablemente los convertimos en dioses, ya que es mejor adorar aquello que no entendemos, ya que es mejor idolatrar aquello que sentimos pereza por analizar. Yo busco una verdad diferente”. Y los abajo firmantes pueden dar fe de que, quizás, la haya encontrado.

Fuente: El ojo crítico.

Página web oficial: http://www.jacquesvallee.net/

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