Por
Esteban D. Fernández
A través de la historia
se han reportado una multitud de extraños encuentros entre humanos y seres de
otras dimensiones: ángeles, demonios, hadas, duendes, súcubos, íncubos, etc.,
y, más recientemente, estos conceptos han mutado y se han modernizado hasta definirlos
como: extraterrestres.
En el caso de los
súcubos la historia comienza en Sumer, con Lilit. Lilit es uno de los
innumerables espíritus malignos que atormentaban a sumerios, asirios y
babilonios sin descanso, noche y día, durante el sueño. El miedo del hombre por
Lilit radicaba en que visitaba a éste mientras dormía, causándole sueños lascivos
y agotadores. El objetivo de este súcubo era dejarse fecundar por la víctima
para posteriormente alumbrar demonios monstruosos. Haciendo un análisis de esto
en la actualidad, diríamos que Lilit sólo es, la fría razón, la demonificación
de la fantasía sexual, que siempre ha ofrecido a hombres y mujeres, compañeras
y compañeros seductores y llenos de fogosidad, realizando de esta manera la
satisfacción de los deseos que en la realidad de la vida no podían ser
cumplidos.
En la época moderna la
experiencia vivida durante una visita extraterrestre constituye el tema central
en los registros que informan de algún fenómeno relacionado con los OVNIs.
En el día de hoy vamos
a repasar el trabajo del profesor titular de psicología e investigación
científico, jefe de Laboratorio de Neurociencia en la Universidad Laurenciana
en Sudbury, Ontario: Michael A. Persinger.
Según Persinger se cree
que tales experiencias se relacionan con las porciones mediobasales (núcleo
amigdalino-hipocámpicas) de los lóbulos temporales. Cabe señalar, que estas
áreas del cerebro están asociadas entre otras cosas, con la experiencia del
sentido mismo, con el sentido del ego y su relación con el espacio-tiempo, con
las experiencias de movimiento (como girar o flotar), con el olfato, con los
sueños, con el almacenamiento de la memoria y el acto de recordar.
En la experiencia del
visitante los individuos con perfiles de personalidad fuertemente relacionados
con la labilidad del lóbulo temporal, deberían tener mayor predisposición de
vivir estas experiencias. Se ha comprobado que los pacientes que sufren
epilepsia parcial o epilepsia límbica (del lóbulo temporal), con frecuencia
informan de síntomas como: la sensación de una presencia en el dormitorio, la
despersonalización (experiencias fuera del cuerpo), sensaciones vestibulares
(vibraciones internas, sensación de volar o flotar), olores extraños, y una
sensibilidad propioceptiva sacra en los genitales y en el esfínter anal. Las
mujeres pueden tener experiencias eróticas. Los fenómenos visuales varían desde
sombras, seres, hasta complejas secuencias animadas.
Lo más importante es el
hecho de que la persona que sufre “la experiencia” está convencida de lo que
percibe es real. Entre un ataque y otro se presentan comportamientos típicos
que incluyen la tendencia a la exageración de acontecimientos casuales que
adquieren significación especial. Hay referencias a fenómenos psi, la
convicción de que se ha establecido una comunicación con un ente o un dios que
ha elegido al individuo para otorgarle un destino especial; también se da la
hipergrafía (la necesidad o el deseo de registrar las experiencias más
significativas). Invariablemente se produce un período de amnesia o tiempo
perdido (algo muy frecuente en los contactos con OVNIS).
Algunas personas con
ciertas habilidades como (poetas y escritores) tienen cierta tendencia a las
experiencias límbicas y también muestran una incidencia mayor de pequeñas
espigas en puntas en el electroencefalograma durante el período de reposo y en
especial durante las primeras horas de la noche. Dichas espigas son similares a
las que se observan en el electroencefalograma de un maníaco depresivo.
Las personas que
presentan señales lóbulos temporales manifiestan una desacostumbrada
predisposición a leer o escribir poesía o prosa y son propensas a generar y
recordar imágenes visuales intensas, especialmente en los acontecimientos
ocurridos en la niñez.
Cuando la capacidad de
pensamientos es insuficiente, estas personas son proclives a sospechar de todo
y de todos, y a pensar que los están engañando (por ejemplo, cuando interpretan
todo con un matiz personal asociado con conducta paranoica). También
experimentan un fuerte deseo de «profetizar» o de «evangelizar».
Las personas con tales
perfiles tienden a convertirse en escritores, actores, músicos, pintores,
poetas y filósofos; y por lo general tienen alguna vocación específica en los
medios de comunicación. Aún debe determinarse cuál es la contribución de sus
creencias a la evaluación de las “experiencias
del visitante” ya que ejercen una influencia sobre un gran número de
personas.
Según Persinger, hay
tres relatos sobre experiencias del visitante que constituyen un aporte significativo
para el factor lóbulo-temporal. Son las experiencias de Whitley Strieber en Communion,
un informe clásico sobre raptos por OVNIs; Agartha,
de Meredith Young, la biografía de
un sintonizado que habla sobre la presencia de otra dimensión; y el Kundalini de Gopi Krishna, una descripción de la urgencia de una energía
mística. En todos estos relatos, las experiencias estaban asociadas con la
metáfora predominante de una fuerte
sensación de presencia, junto con sensaciones
de estar flotando, alteraciones de
la percepción, fenómenos psi
clarísimos y una profunda sensación
de estar adquiriendo significación. Después de la primera experiencia
desencadenante, los sujetos cayeron en una profunda depresión, seguida de una
reestructuración cognoscitiva sustancial. Ciertos sucesos casuales ocurridos
durante la vida de la persona se integraron y pasaron a tener importancia, los
acontecimientos marginales adquirieron profunda significación personal, el
sujeto tuvo la convicción de ser un elegido y surgió en él un deseo de
trasmitir este mensaje cósmico a la humanidad.
A cada relato le
corresponden señales lóbulo-temporales específicas. Por ejemplo, la descripción
de Strieber se centra fundamentalmente en sensaciones de aversión (asociadas
con olores intensos, una vigilancia exagerada e imágenes del esfínter anal), y
por ello debería reflejar actividades anormales en el giro parahipocámpico
anterior, con especial compromiso del complejo nuclear amigdalino y el uncus
adyacente. Las vibraciones en el campo visual superior izquierdo, que relata
Meredith Young, son virtualmente patognómicas del foco eléctrico en la onda de
Meyer del lóbulo temporal derecho, y por lo general, se relacionan con focos
lóbulo-temporales femeninos. Gopi Krishna presenta en sus escritos un perfil general
dominado por referencias o alteraciones visuales muy marcadas y dificultades
alimentarias, lo que sugeriría un compromiso de la ínsula y el claustro
adyacente.
Las experiencias del
visitante han sido, como hemos visto, un fenómeno permanente a lo largo de la
historia del hombre. A menudo se han asociado con una extraordinaria
creatividad y un conocimiento intuitivo de la conducta humana. Las formas de
los visitantes han cambiado de acuerdo con la naturaleza de la cultura del
hombre. Sus temas han reflejado la construcción del sistema límbico humano.
Cuando el sexo y el pecado eran deseos reprimidos, los “visitantes” se
observaban desde esa perspectiva. En estos momentos, cuando los deseos de
inmortalidad se esfuman con los últimos residuos de ilusiones religiosas, las
experiencias de los “visitantes” se han transmutado de nuevo.
Bibliografía:
Persinger, «People Who Report Religious Experiences
May Also Display Enhanced Temporal-Lobe Signs»
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