domingo, 14 de abril de 2019

ALBERTO LOMBO MONTAÑÉS: “Nadie sabe cuál es el significado del arte paleolítico, posiblemente no tenga sólo uno, sino muchos, tantos como distintas clases de grafías hemos documentado hasta el momento”.


Por Martha Jacqueline Iglesias Herrera                                     

Para la sexta entrevista de este 2019, he invitado en Código Betelgeuse a Alberto Lombo Montañés, quien es arqueólogo y Doctor en Ciencias de la Antigüedad de la Universidad de Zaragoza, España. 

Desde su punto de vista como académico contrastaremos opiniones sobre el arte prehistórico tomado como prueba de la visita extraterrestre en la antigüedad.

Le damos la Bienvenida en nuestro espacio y espero que esta entrevista sea de gran interés para nuestros lectores.


JK: El arte prehistórico ha sido utilizado como una prueba de la visita extraterrestre durante la prehistoria. Estas propuestas se han popularizado, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX, por escritores tales como Erich von Däniken, Giorgio A. Tsoukalos, Robert Charroux, Peter Kolosimo, Zecharia Sitchin, J.J Benítez, entre otros. ¿Cómo considera desde su punto de vista como arqueólogo la prehistoria esotérica?

No es una ciencia, renuevan creencias de ficción muy arraigadas en la mentalidad popular y las hacen pasar por hipótesis científicas. Es un truco, muy popular y fascinante, que nos plantea un reto a los académicos. Los prehistoriadores tenemos un método y una ética, seguimos unos pasos rigurosos de trabajo y nuestra obligación es que el lector obtenga una información lo más veraz posible acerca de nuestro pasado. Esto no sucede en los escritores que usted ha mencionado, pues ofrecen teorías fascinantes, pero con datos a menudo manipulados o incorrectos.

Para nosotros, adulterar el mensaje que nos legaron nuestros antepasados hace miles de años, es un sacrilegio. Téngase en cuenta que el trabajo de un arqueólogo normal y corriente tiene muy poca repercusión social; mientras que estos escritores venden millones de libros. Pero, los académicos tampoco hemos hecho gran cosa por intentar comprender estas ideas. Uno de los primeros en hacerlo ha sido Wiktor Stoczkowski, cuyo trabajo me ha servido de guía. En su libro Para entender a los extraterrestres. Estudio etnológico de una creencia contemporánea, Stoczkowski menciona la existencia de “una prehistoria ocultista”, que mezcla la literatura de ciencia-ficción con las doctrinas teosóficas del siglo XIX. Por lo tanto, para un arqueólogo, la prehistoria esotérica es ni más ni menos que un cumulo de extrañas y curiosas ideas, algunas de las cuales son bastante rocambolescas.

Ahora bien, enganchan a un gran público, porque conectan con una tradición antigua que explica nuestro pasado a través de cuentos, mitos y leyendas. Bajo mi punto de vista, la prehistoria esotérica tiene un lado negativo y otro positivo. El negativo es que sus lectores crean que la prehistoria esotérica es una ciencia y asimilen sus propuestas sin un espíritu crítico. Mi deber es informar que en ocasiones algunos de estos escritos –no todos- transmiten ideas machistas y racistas. También, conviene advertir que, el tema de los viajes espaciales a veces sirve de excusa para huir de los problemas terrenales. En su libro  Habe ich mich geirrt?, ¿En qué me he equivocado? de 1985, Von Däniken le dedica unos párrafos a Ronald Reagan. Igualmente, Donald Trump habla de viajes espaciales mientras construye un muro en la Tierra. En el libro de Pauwels y Bergier, Le Matin des magiciens, El retorno de los brujos, de 1960, se elogia la prehistoria nazi. Los mencionados escritores dicen cosas como esta: “La novedad formidable de la Alemania nazi fue que al pensamiento mágico se añadió la ciencia y la técnica”. Pero, al contrario de lo que pueda parecer, no se trata de consignas políticas; sino de que los autores tienen su mente en el espacio y están ciegos a los problemas terrenales. Este es un problema que los esotéricos deberían tener en cuenta y creo, que en la actualidad lo tienen.

La ciencia-ficción no debe convertirnos en seres inhumanos, sino hacernos más humanos. No obstante, no toda la bibliografía esotérica es la misma y actualmente estas cosas ya no se suelen ver. El lado positivo es que estos escritos trasmiten mucha fuerza, ganas de investigar e interés por las cosas. De hecho, sus ideas son una fuente inagotable para el cine de ciencia-ficción e incluso no dudo que, leídos en una etapa juvenil, puedan ser un aliciente emocional para aproximarse al estudio de la Prehistoria. Conozco a algunos investigadores que leyeron estos libros de niño y que se dejaron fascinar por estas historias. Luego, estudiaron prehistoria y se hicieron grandes arqueólogos. Les aseguro a ustedes que cuando uno entra en contacto por primera vez con una herramienta de sílex u observa una pintura rupestre hecha hace miles de años, descubre que la realidad es aún mucho más fascinante.

JK: ¿Por qué cree que existe una brecha enorme entre la Arqueología y la sociedad, entre el discurso académico de la Prehistoria y el de la cultura popular?

Cuando alguien piensa en un arqueólogo le viene a la mente la imagen de Indiana Jones; sin embargo, el arqueólogo corriente vive en una realidad distinta a la creada por la industria hollywoodiense. La profesión del arqueólogo es precaria, la mayoría de nosotros no podemos dedicarnos a la Arqueología porque no es una profesión como se entienden las profesiones, es más bien un trabajo temporal y casi nunca remunerado.

La ciencia prehistórica es una disciplina reciente que data de finales del siglo XIX, mientras que los mitos de los orígenes, por ejemplo, tienen milenios de existencia. Piénsese en las burlas que sufrió Darwin; incluso todavía hoy en algunos lugares de Estados Unidos hay gente que sigue negando las teorías de la evolución. Quiero decir que, si se piensa bien, el discurso académico se presenta como algo novedoso dentro de las maneras tradicionales de pensar el pasado. Por eso creo que nuestro discurso puede resultar un tanto difícil de asimilar para la cultura popular, sobre todo porque quizás no nos hemos preocupado mucho en adaptarlo a la imaginación popular. En un sensacional artículo, el catedrático de prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid, Gonzalo Ruiz Zapatero, advierte precisamente esto, que hay muchas maneras de escribir prehistoria. Y una de ellas tendría que intentar conectar con otros públicos.

JK: Los antropomorfos rupestres del Sahara (Tassili), Suráfrica (Brandberg), Italia (Valcamónica), Francia (Laussel) son -según afirma la Teoría de los Antiguos Astronautas- extraterrestres, ya que portan modernas vestimentas o trajes espaciales con casco y antena. Podría, para los que se acercan por primera vez a este tema, aportar su interpretación de las mismas desde su punto de vista como arqueólogo.

Son, en primer lugar, pinturas y grabados de distintos sitios y de distintas épocas que han sido estudiados e interpretados por numerosos investigadores, como por ejemplo Lhote, Breuil, Le Quellec, Anati, etc. Por lo tanto, hay que tener en cuenta que pertenecen a contextos cronológicos y culturales muy distintos. Evidentemente, no portan trajes espaciales, ni escafandras, sino que la mayoría de antropomorfos del arte prehistórico en general son así. Quiero decir que, salvo notadas excepciones, la forma humana en el arte prehistórico no se refleja de manera realista. Ello es debido a múltiples razones, puede que se trate de seres mitológicos, como ocurre con las pinturas de los aborígenes australianos, que sabemos representan héroes míticos del Tiempo de los Sueños. O puede que simplemente se representen de forma estilizada o abstracta siendo, tal y como son, productos de la imaginación humana. En el caso de los grabados de la Valcamónica, son dos antropomorfos que llevan armadura, escudo, espada y casco. El antropomorfo de cabeza redonda de Tassili no lleva ningún casco, simplemente tiene una cabeza grande y sí, es cierto, que parece estar flotando. En un artículo publicado en el número 113 de la revista L’Anthropologie (2009) por Denis Vialou, titulado L’imagen du sens, en préhistoire, se relaciona estas extrañas representaciones humanas de Tassili con el mundo de los sueños. Me gusta mucho esta explicación de Vialou, porque como dice Gastón Bachelard, el sueño de volar es universal, pero el sueño, el verdadero sueño con volar es volar sin alas, es decir, flotar. Somos animales terrestres que soñamos con huir de la gravedad y el peso que nos arrastra a la tumba. Erich Fromm, en su libro El lenguaje olvidado. Introducción en la comprensión de los sueños, mitos y cuentos de hadas, relaciona la actividad creadora producida durante el sueño con la más antigua creación humana, el mito. Mitos y sueños forman parte de un mismo lenguaje simbólico, una lógica distinta a las normas del tiempo y del espacio. Es el único lenguaje universal creado por el hombre común a todas las culturas. En el sueño, según Lucrecio, recuerda Nietzsche, es donde por primera vez se presentaron los dioses a los Hombres. Y es que los sueños parecen haber tenido especial relación en la formación de símbolos, fábulas y mitos, es decir, en la génesis de la creatividad (imaginación) humana. Respecto a la estatuilla de Lausell, se trata de una figurilla femenina típica del Paleolítico europeo. Se representan casi siempre de la misma manera, obesas y sin rostro. Se han dado muchas explicaciones, ¿es un ideal estético, como las mujeres obesas del Renacimiento?, ¿es un ideal de fertilidad? También puede que sean diosas, no lo sabemos, es un misterio; pero un misterio terrenal, no extraterrestre.


JK:  Usted plantea que una de las claves que ayuda a comprender la visión que ciertos dänikenianos tienen del arte prehistórico es la interpretación real de los mitos, cuentos y leyendas.  ¿Por qué cree que la mentalidad tecnológica ha desnaturalizado los mitos?

Sí, una interpretación demasiado real de los mitos, como si estos fueran una especie de catálogo o diario de lo que sucedió en el pasado. Von Däniken define los mitos como “realidades mal interpretadas”, “crónicas de algo que en un pasado remoto fue real”.
Pero, la verdadera naturaleza de los mitos es la ficción, si tratamos de ver los mitos como testimonios de la realidad cometemos el error de minusvalorar la capacidad ficcional de los seres humanos. Siempre hemos explicado los misterios de la naturaleza mediante metáforas. Está en nuestra naturaleza, somos seres altamente ficcionales, toda nuestra realidad está inundada de sueños. Digo que la mentalidad tecnológica está desnaturalizando los mitos porque fue en la era de los viajes espaciales cuando empezaron a verse ovnis en la Biblia. No es una casualidad que cuando los ovnis estaban presentes en la radio, en la tele o en las novelas de ciencia-ficción se difundieran con gran éxito las hipótesis de Von Däniken. Pero lo mismo sucede hoy en día, esto se observa en el cine que intenta racionalizar los relatos de la Biblia como si pudieran haber ocurrido realmente. Entonces se lee el Génesis o los mitos como si fueran la crónica de cosas que sucedieron, pero de otra forma. Por ejemplo, hubo un experimento científico-especulativo -mediante una simulación hecha por ordenador- para comprobar si la separación del Mar Rojo pudo haber sucedido realmente en la época de Moisés. A eso me refiero con que la mentalidad tecnológica desnaturaliza la esencia del mito: la separación del Mar Rojo es un milagro, quien quiera creer en él que lo crea, pero buscar explicaciones racionales en los mitos es desnaturalizar su esencia. No nos damos cuenta, pero nuestra época está reinterpretando las antiguas mitografías a un nuevo lenguaje, su nuevo traductor es, la tecnología.  

JK: Podría decirnos, ¿cuáles son las grafías paleolíticas más usadas para ilustrar el fenómeno OVNI?

¿Me preguntas por las paleolíticas o por las prehistóricas? Si me preguntas por las prehistóricas te diré que, sin duda alguna, las pinturas del Tassili, pero estas grafías no son paleolíticas, sino que las más antiguas se remontan al periodo Neolítico. Son increíbles, hoy se encuentran en pleno desierto, pero fueron hechas cuando aquello era un verde valle. Eso acentúa aún más el misterio que envuelve estas pinturas, el desierto siempre ha sido un lugar de encuentros y visiones. Yo creo que Henri Lhote sufrió alguna que otra insolación estudiándolas, algunos prehistoriadores reniegan de sus trabajos, pero a mí su libro Hacía el descubrimiento de los frescos del Tassili me gustó mucho. Cierto es que tiene algunos párrafos desconcertantes en los que menciona a los extraterrestres, pero yo creo que es un libro de aventuras y que además da a conocer estas pinturas de primera mano. Aquí en el Tassili, los ufólogos han visto incluso una escena de abducción. Luego están las cabezas wandjina de los aborígenes australianos y los grabados de la Valcamónica. Le siguen un cúmulo incierto de representaciones de todas partes del mundo y de diferentes épocas. En mi trabajo para la revista Arqueoweb intenté hacer un catálogo de todas estas grafías, pero me di cuenta que no tenía sentido hacerlo. Porque estos autores no tienen ningún criterio sensato para seleccionar estas grafías, lo que les interesa es dar la sensación de que lo abarcan todo: Kivik y Tanum en Suecia, Mas d’Azil en Francia, La Pileta en España, El valle de las Maravillas en México, Kostienki en Ucrania, Inyo Country en Estados Unidos… A Von Däniken le sirve todo, cualquier cosa, incluso no duda en manipular las fotos, le da igual que le critiquen, es más, vive de esa publicidad, en eso se parece a Donald Trump. Así han funcionado siempre los showman. En cuanto a las grafías del período paleolítico más utilizadas son los signos claviformes que se encuentran repartidos en diversas cuevas de Francia y España.

Dentro de todo este caos de tergiversación y desinformación, se debe mencionar una excepción. Me refiero al artículo de Michel Aimé Palaeolithic Ufo Shapes, que lleva a cabo una clasificación meticulosa de algunos signos paleolíticos que interpreta como posibles ovnis. Creo que los ufólogos en general utilizan métodos mucho más rigurosos que los dänikenianos, que solo pretenden asombrar a sus lectores. Son distintos métodos, no tengo nada en contra de los dänikenianos, a pesar de que ellos suelen insultarnos en sus libros, solo que mi deber es recordar que no hacen ciencia.   


JK: El estudio científico de los signos del arte paleolítico se ha ido modificando en la medida que han aumentado los hallazgos. ¿Por qué cree que la interpretación sobre los signos claviformes dice más sobre los que interpretan que sobre los signos interpretados? ¿Aluden estas grafías a un mismo referente?

Me refiero a que los que interpretan estos signos como ovnis, tienen en la cabeza la forma del platillo volante popularizada en los años cincuenta y sesenta. El platillo volante es una forma que tiene una historia y que se ha grabado en nuestro repertorio de imágenes mentales como ícono del ovni. Los que comparan los signos rupestres con este modelo mental, parten de una imagen moderna (la del platillo volador) que para la ciencia no tiene una existencia real, sino imaginaria. Además, en el arte paleolítico hay una gran cantidad de formas ambiguas que no sabemos lo que son y en ellas se puede ver cualquier cosa que pase por nuestra mente. Es como el nefelismo, las nubes nos evocan formas, por ejemplo, de animales, pero eso no quiere decir que sean animales, sino que siguen siendo nubes. Queremos siempre reconocer en lo informe formas que nos son comunes, pero sólo son proyecciones de nuestra mente. Por eso digo que los que ven ovnis en estos signos no son objetivos, ven lo que quieren ver, lo que desean ver, ven en lo que creen, eso no es ciencia.  
Por otro lado, los claviformes presentan ciertas concomitancias formales, cronológicas y geográficas, que han sido muy bien estudiadas por prehistoriadores como Leroi-Gourhan, José Luis Sanchidrián, Pilar Casado, Alberto Mingo, George Sauvet, Eric Robert, etc., que nos hacen pensar en que probablemente aludan, como usted dice, a un mismo referente. No tiene por qué ser un referente figurativo, podría ser una abstracción, una idea, un símbolo, no sabemos cuál. 



JK: ¿Cómo evalúa el contraste entre el método inductivo de la ciencia y el procedimiento deductivo de los esotéricos?

El método de la prehistoria esotérica es siempre, en el mejor de los casos, deductivo, es decir, parten de una teoría o idea a partir de la cual reúnen con más o menos grado de fidelidad las pruebas que verifican su tesis. Esa no es la mejor manera de proceder, cualquier fenómeno debería ser estudiado precisamente al revés, reuniendo las pruebas y luego sacando las conclusiones pertinentes, al menos es lo que hace Sherlock Holmes, ¡y nunca falla!

JK: Usted plantea que el paralelo morfológico con el que se compara los signos claviformes es el platillo volante. Tomando su propia interrogante: ¿de dónde cree que surge este modelo iconográfico?

Según cuenta Moffitt en su libro Alienígenas. Iconografía de los extraterrestres, el icono del platillo volante surge por primera vez en la revista de ciencia-ficción Pearson´s Magazine, 1897 y en la primera versión del libro de H. G. Wells War of the Worlds. Pero el fenómeno de los avistamientos ovni está íntimamente ligado a la Guerra Fría y el cine de ciencia-ficción de esa época, que a menudo relacionaba las invasiones alienígenas con un posible ataque de la URSS.  Es decir, es un icono que procede de la imaginación humana y que tuvo su auge en esa época. Es en este momento cuando se reproduce su imagen y se establece en nuestro imaginario como modelo de ovni. A partir de entonces, nuestra mente ya está preparada para ver ovnis en cualquier forma que se le parezca, incluidas las grafías rupestres. Es cierto que el parecido de los signos claviformes con los ovnis es sorprendente, pero es un parecido que hace nuestra mente moderna, educada en estas imágenes difundidas en gran parte por el cine. Es decir, el parecido es fruto de nuestra cultura visual moderna.  

JK: A su entender, ¿cuáles son las primeras grafías rupestres prehistóricas escogidas por los esotéricos como prueba de las visitas de extraterrestres en la prehistoria?

Según tengo constancia, las del Tassili, y es, todo hay que decirlo, precisamente el mencionado Henri Lhote quién hace las primeras alusiones. Él bautizó como “marcianos” a las figuras con cabeza redonda y, por un exceso de romanticismo, llamó Antinea a una figura femenina del Tassili. Los esotéricos se aprovecharon de eso, tomaron el nombre por la realidad y lo utilizaron. Yo creo que Lhote solo quería trascribir la extraña impresión que le había producido estas figuras en medio del desierto, aunque hay que reconocer que tiene párrafos desconcertantes en los que afirma: “Pues si los marcianos pusieron alguna vez pie en el Sahara, hubo de ser hace muchísimos siglos, ya que las pinturas de esos personajes de cabeza redonda del Tassili cuentan, por lo que colegimos, entre las más antiguas”.

JK: ¿Cuál cree que son los principales hitos de la prehistoria esotérica?

Principalmente, dos. La prehistoria nace como ciencia en la segunda mitad del siglo XIX, es entonces cuando la tradición teosófica se convierte en “prehistórica”. Hay que tener en cuenta que la prehistoria provocó en la sociedad de su tiempo una cierta conmoción en la manera de entender el pasado. De pronto, se hizo patente que la humanidad tenía millones de años de existencia. Madame Blavatsky utilizó el prestigio de la ciencia, su retórica, su lenguaje, en sus viajes mediante trances al pasado. Los ocultistas creen poder conocer el pasado a través de sueños o recuerdos ancestrales y forjan todo un mundo prehistórico de espíritus, dinosaurios, gigantes y catástrofes. El segundo momento está protagonizado por Von Däniken y la Teoría de los Antiguos Astronautas a finales de los años sesenta. La idea de que los extraterrestres nos visitaron durante la Prehistoria no es nueva, pero Von Däniken la moderniza con una habilidad increíble.

JK: Usted plantea que el arte prehistórico es un espejo donde se ven reflejadas las ideas de quien observa. ¿Podría argumentar más al respecto?

Claro, podría yo incluirme en este caso. Yo veo el arte como un académico, una ciencia que a mi modo de ver, ha demostrado ser muy eficaz como forma de conocimiento; pero quizás ustedes piensen que existen otras maneras de conocer. Nadie sabe cuál es el significado del arte paleolítico, posiblemente no tenga solo uno, sino muchos, tantos como distintas clases de grafías hemos documentado hasta el momento. En ese sentido, siempre que miramos al arte cara a cara, este nos devuelve un reflejo indistinguible de lo que nosotros somos o pensamos. Nuestra mirada no es inocente, sino que piensa. No vemos con los ojos, sino con la mente. Además, nuestra manera de ver está educada (se podría decir que contaminada) por los instrumentos ópticos. Esto es algo que ha trabajado bien Jonathan Crary. Pondré un ejemplo, una fotografía de una pintura de un bisonte de Altamira, es una traducción a nuestro sistema visual de la grafía real conservada en la cueva que está en Santander (España). Tendemos a confundir la fotografía con el original e incluso a creer que la fotografía es el original, pues a menudo el original no lo hemos podido ver. Son distintos. Esto es así porque la foto es una superficie plana de límites cuadrangulares y llena de luz artificial. Pero en la realidad esta grafía se encuentra en una cueva, sobre un soporte lleno de relieves sin límites precisos y en la penumbra. Como ven ya no se trata ni siquiera de mis ideas preconcebidas, sino de que el acto de ver en sí mismo es ya una idea y que los medios de que disponemos para conocer el original -como la mencionada fotografía- no son traducciones del todo fieles de la realidad, si es que existe. Lo que quiero decir, en resumidas cuentas, es que yo no puedo líbrame, como humano que soy, de mis experiencias personales en la vida, ni de la cultura moderna en la que he nacido, a la hora de ver el arte paleolítico. 

JK: Se plantea que el futuro de la especie humana ha preocupado a los prehistoriadores del arte paleolítico. ¿Por qué considera que cada paso que se da nos aleja más del legado trasmitido en las grafías rupestres? 

Por lo que te comentaba anteriormente. La tecnología se interpone entre el hecho gráfico y nosotros. Somos malos traductores de un arte cuyo sentido ignoramos completamente. Pero los adelantos ópticos van a un ritmo desmesurado, imponen una manera fría de ver las grafías y las despojan de todo rasgo emotivo. ¡Demonios! Estas pinturas de las que hablamos son nuestro legado, de todos, pues las hicieron nuestros tatarabuelos, que por cierto eran negros. Aquí están nuestras primeras ficciones, nuestros primeros sueños hechos imagen. En un Congreso celebrado en Santander, un defensor de las nuevas tecnologías dijo que la Prehistoria había dejado de ser una ciencia humana. ¡Horror! Tenemos nuevas y mejores tecnologías de documentación y clasificación, pero estamos perdiendo el vínculo con la naturaleza terrestre que nos unía con nuestros antepasados prehistóricos. Esto suena a tópico romántico, lo sé, pero es cierto. Nos alejamos de ellos porque cada vez comprendemos menos el medio en el que ellos forjaron sus primeras ficciones, que es la naturaleza. Muchos intelectuales como Harari, creen que las nuevas tecnologías darán lugar a una nueva especie humana. ¿Cómo verán esas nuevas generaciones el arte rupestre? Creo que no las entenderán en absoluto. Por otro lado, creo que es muy posible que acaben viéndolas a través de instrumentos ópticos modernos que sustituirán a los originales. Las pinturas rupestres se convertirán en imágenes modernas, las cuevas en sitios turísticos con recreaciones en tres dimensiones. Documentaremos mejor el arte en beneficio de un saber clasificatorio sin sentido, como una especie de coleccionismo postmoderno, pero nos alejaremos de su mensaje.

JK: Ya para concluir, ¿qué retos cree enfrenta la Arqueología como ciencia que estudia los cambios que se producen desde las sociedades antiguas hasta las actuales?

Si para Marc Augé la Antropología es la ciencia del siglo XXI, la Arqueología será la ciencia del futuro que nos recordará nuestro pasado. La tecnología humana, que ha sido siempre manual, es cada vez más visual. Eso será un reto para los arqueólogos, porque la Arqueología es la ciencia de los objetos. Nadie sabe cuántas nuevas maravillas y sorpresas yacen enterradas en el subsuelo, donde se escribieron, en forma de objetos, las experiencias humanas más diversas. Necesitamos excavar, el apoyo de la gente, necesitamos comprender a la gente y qué está pasando en la postmodernidad para que no sigamos ignorando la trascendencia de nuestro legado prehistórico. En mi opinión, necesitamos también comprender mejor cómo funciona el mundo de la ficción porque en él se encuentran las claves que constituyeron nuestras primeras realidades.

Muchísimas gracias a Alberto Lombo Montañés por dedicarme parte de su tiempo para la realización de esta entrevista.


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