Por Manuel Carballal
El caso de Prospera Muñoz, además de figurar en la bibliografía especializada como “la primera abducción española”, es un clásico de la casuística iberoamericana, gracias a las obras de Antonio Ribera. Especialmente “En el túnel del tiempo” (Planeta, 1984). Sobre la experiencia de Prospera Muñoz se han publicado infinidad de artículos y reportajes, aunque EOC recomienda especialmente el publicado por Pepe Ruesga en el número IV de CdU (2ª época). En esta ocasión aportamos una nueva investigación realizada por EOC sobre un caso inédito de presunta abducción, que por sus características, podría aportar nuevos elementos de juicio sobre el entrañable caso de Prospera Muñoz.
Al igual que Prospera Muñoz, Olga L. recordó su presunta experiencia décadas después de haberse producido. Y, como en el caso Muñoz, fue tras encontrarse, casualmente, con el relato de episodios similares que, teóricamente, revivieron los recuerdos que durante lustros habían permanecido ocultos en su memoria. Si Prospera Muñoz creyó recordar una experiencia propia, al conocer los relatos de Antonio Ribera sobre el fenómeno abducción, en el caso de Olga fue la intervención de quien esto escribe, en un programa especializado en la Radio Televisión de Galicia, la que, supuestamente, hizo aflorar en su memoria una experiencia ocurrida en su infancia.
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Prospera y Olga supuestamente fueron conducidas al interior de un OVNI siendo solo unas niñas, olvidando dicho episodio hasta haber entrado en la edad adulta. Y en ambos casos la supuesta abducción no se produjo estando solas, si no en compañía de sus respectivos hermanos. Un varón en el caso de Olga, y otra niña en el caso de Prospera. Olga, como Prospera, decidió acudir a las personas que le habían hecho recordar su experiencia, escribiendo una larga carta en la que relataba su presunta abducción, con todo lujo de detalles. Y de la misma forma en que Prospera escribió a Antonio Ribera, Olga lo hizo con nosotros. Una carta con un relato muy pormenorizado de lo que recordaba haber vivido.
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Tiempo perdido
La carta de Olga parecía muy coherente, y su disposición a colaborar en la investigación de su relato absoluta. Así que tras una breve conversación telefónica se iniciaron una serie de entrevistas personales, que iniciaron una investigación que se prolongaría durante casi dos años. Investigación en la que colaborarían, de forma desinteresada, varios psicólogos, funcionarios e investigadores.Según el relato de la testigo, el incidente debería haberse producido hacia 1969, cuando Olga contaba cinco años de edad, y su hermano, Manuel, siete. Como en el caso de Prospera, la testigo era la menor de los dos hermanos. Los padres de Olga y Manuel se encontraban aquella tarde solucionando unos problemas familiares, y ambos hermanos se habían quedado al cuidado de la familia. Debían ser aproximadamente las ocho de la tarde, porque según los recuerdos de Olga ya había oscurecido.
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Olga y Manuel, y su improvisada “babysiter” habían bajado a la tienda de la esquina de la calle donde se encontraba su domicilio (calle Santo Tomás), de La Coruña, para comprar la cena de esa noche. Tienda que, por cierto, aun existía cuando iniciamos la investigación, aunque fue cerrada definitivamente en las últimas obras que se han desarrollado en la zona recientemente. Mientras su hermano y la “canguro” hacían la compra en el interior de la tienda, Olga habría salido a la calle.Según hemos podido constatar en los archivos históricos del Ayuntamiento de La Coruña, en aquella época la calle Santo Tomas, en los límites del casco urbano, era una zona muy poco transitada. Los autobuses apenas llegaban hasta ella, a pesar de encontrarse en la periferia urbana, a pocos metros del cementerio de la ciudad, y bastante cerca de la Torre de Hercules, histórico referente arqueológico de La Coruña.
El Incidente
Según es testimonio de Olga, cuando ella salió de la tienda, por la calle no circulaba nadie. No se veía ningún movimiento de personas ni de vehículos, lo cual tampoco es extraño dado el aislamiento de esa calle en aquella época. Pero de pronto algo llamó la atención de la niña, siempre según sus recuerdos.“Era una luz en el cielo… era como una estrella. Como una estrella que se acercaba y se hacía cada vez más grande. Así que supuse que era un avión. Corrí a la tienda para avisar a mi hermano; quería que él tambien viese el avión, pero pronto nos dimos cuenta de que aquello era otra cosa”. “Al acercarse más vimos una nave circular, con parpadeantes luces de colores en su base. Volví a entrar en la tienda y, para mi sorpresa, y aunque parezca increíble, todo el mundo estaba como petrificado. Era como si apretases el botón de pausa en un video”. “Cuando regresé fuera con mi hermano, el “platillo” había aterrizado a unos metros de nosotros, apoyado en un trípode. De la cúpula salió una especie de haz de luz, como una rampa luminosa, y seguidamente aparecieron dos seres vestidos con una especie de monos muy ajustados que nos hacían señas para que nos acercásemos…”.
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Según el relato de Olga, ella fue la primera en aventurarse, avanzando hacia el trampolín de luz que salía de la nave, ascendiendo por el y apremiando a su hermano para que la siguiese. “La nave parecía mayor por dentro. Recuerdo que nos separaron. Nos llevaron a habitaciones distintas, pero volvimos a reunirmos al final en una gran sala que debía ser el “cuarto de control”. Lo digo porque allí había tres seres, totalmente vestidos de blanco, manipulando una especie de paneles de mandos. Había también una gran pantalla en la pared, justo al lado de la camilla en la que estaba sentado mi hermano, en la que había unos puntitos unidos por líneas. Ellos nos dijeron que era un mapa estelar, y nos señalaron en él su lugar de origen. Creo recordar que dijeron algo de Aldabarán”.
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A estas alturas del relato los ufólogos e investigadores familiarizados con la historia del fenómeno abducción en general, y con el caso de Prospera Muñoz en particular, ya habrán reconocido numerosos elementos que parecen “calcados” en ambos relatos. La apariencia de los supuestos tripulantes, la mesa camilla, y hasta el mapa estelar, son constantes repetidas en los relatos de los abducidos clásicos, que sin embargo han ido desapareciendo en la casuística más moderna. Todo un elemento de reflexión.
Debemos reseñar también que, a pesar de las numerosas entrevistas que mantuvimos con Olga en el transcurso de esos dos años, y que pueden haber sido más de una decena, jamás encontramos contradicciones ni alteraciones en su testimonio. “La verdad es que en ningún momento sentí miedo. Nos hablaron del futuro de nuestro mundo. De los problemas ecológicos y de un montón de cosas que normalmente una niña de cinco años no puede entender. Recuerdo que cuando salimos de la nave yo sentía que dejaba a unos amigos. ¡Era como si los conociese de siempre! A lo mejor es mi imaginación, han pasado muchos años, pero juraría que justo antes de partir nos dijeron que nos volveríamos a ver. Después la nave se elevo unos metros y salió a toda velocidad. En el momento en que se perdió entre las estrellas, como un puntito más, todo volvió en la tienda a la normalidad…”.
Los analistas y compiladores familiarizados con el caso de Prospera Muñoz, identificarán de nuevo en este párrafo, elementos repetidos en ambos relatos. Opinamos que estas semejanzas no son casuales, y pueden ayudarnos a valorar con mayor precisión ambos casos. Poco tiempo después, según nos relata Olga, regresó al lugar del aterrizaje esperando encontrar aún las huellas del “trípode” en el barro, pero se encontró con las maquinas y los obreros dependientes del Ayuntamiento de La Coruña, que procedían a la pavimentación de la calzada. Dato este que sería fundamental para nosotros a la hora de investigar el caso, ya que realizamos diferentes gestiones y diligencias burocráticas en el mismo ayuntamiento, en el archivo del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo, etc.
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Según la respuesta a nuestra última instancia, donde solicitábamos certificación de la fecha en que se produjeron tales obras, la Sección de Fomento-Negociado de Obras inició las mismas el 17 de mayo de 1955. Olga, a quien hemos de agradecer las facilidades que prestó a nuestra investigación, atendiendo nuestras demandas de información en todo momento, salvo la de someterse a una sesión de hipnosis regresiva, no volvió a tener experiencia posteriores de este tipo. Al menos hasta la fecha. Sin embargo, al buscar en los archivos casuística OVNI similar en la zona encontramos un antecedente que, en nuestra opinión, podría estar relacionado con el caso. Según consta en los anales del CATAG (Catálogo Gallego de Incidentes OVNI) en 1953 y exactamente en el cruce de la calle Santo Tomas con la Avenida de Navarra, se produjo un incidente sospechosamente similar al relatado por Olga L.
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Según nos relató una de las testigos, eran aproximadamente las 21:30 cuando la protagonista, su madre y el conductor del autobús observaron, exactamente desde el mismo lugar donde Olga recordaba haber vivido su experiencia, un objeto con forma de “platillo volante”, idéntico al descrito por Olga, desplazándose a muy corta distancia del suelo, y en dirección a la costa, hasta salir de su radio de visión, descendiendo tras unos montículos. Según la testigo, al día siguiente los medios de comunicación gallegos comentaron el supuesto aterrizaje de un OVNI en la playa de las Amorosas, es decir, en la zona en la que ellas habían visto descender el objeto. Teniendo en cuenta que, según nuestras gestiones en el MOPU y en los archivos del Ayuntamiento de La Coruña, las obras de pavimentación de la calle Santo Tomás se iniciaron en 1955, este incidente OVNI presuntamente si habría tenido lugar antes de dichas obras. Pero casi dos años antes.
Al igual que ocurre con el caso de Prospera Muñoz, el hermano de la testigo declinó en todo momento la posibilidad de prestar declaración sobre el supuesto incidente, siendo tanto Prospera como Olga los únicos elementos probatorios, exclusivamente testimoniales, para sus respectivos relatos. Sin embargo, tanto en Prospera como en Olga encontramos testigos extraordinariamente colaboradores con los investigadores, dispuestos a someterse a todos nuestros análisis.
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En el caso de Olga L. la testigo accedió a someterse a sendos análisis psicológicos en La Coruña y Vigo, sin que se apreciase ningún trastorno de personalidad ni tendencia a la fabulación. Por otro lado, según consta en los archivos de RTVE, precisamente 1969, el año en que Olga cree ubicar su experiencia con un OVNI muy similar al que fue visto años atrás, en ese mismo lugar, fue también el año en que TVE emitía la serie “Los Visitantes”. Una de las primeras series de ciencia ficción proyectada en España, y protagonizada por unos discos voladores muy similares al descrito por la testigo. Una niña que en 1969, con apenas cinco años de edad, sin duda era tan impresionable por las aventuras extraterrestres de David Vincent como el resto de los televidentes. El hecho, constatado por nuestras investigaciones,de que las obras de pavimentación que ella recuerda posteriores al incidente, consten en los archivos del MOPU como realizadas en 1955, dos años después del cuasiaterrizaje OVNI reportado por los vecinos, exactamente en el lugar donde Olga ubica su experiencia, no puede ser una casualidad.
Desde esta perspectiva, el proceso psicológico protagonizado por la testigo, para construir su recuerdo de abducción décadas después de, supuestamente, haberla protagonizado; con todos esos elementos clásicos de los relatos sobre abducciones, sin duda tampoco es una coincidencia. Nosotros nos limitamos a exponer los descubrimientos de nuestra investigación, brindado a los analistas la oportunidad de sacar sus propias conclusiones.
Fuente: El Ojo Crítico
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