El OVNI, o mejor los
informes sobre OVNIs, son historias increíbles contadas por personas creíbles,
como dice Hynek, y la naturaleza increíble de estos informes está en las
características que resultan propias de estas manifestaciones. ¿Cómo explicar
las aceleraciones bruscas, las detenciones por prolongados espacios de tiempo,
los cambios de dirección en ángulo recto y hasta en 180 grados?
Nuestra física actual
no encuentra explicación a estas características a menos que se pise el terreno
de la especulación, lo que nos lleva a querer explicar un fenómeno extraño por
algo que tampoco nos es conocido. Recordemos, por ejemplo, el principio de la
conservación de la cantidad de movimiento, en el que se postula que, cuando a
un cuerpo se aplica una fuerza, el impulso mecánico que le comunica se invierte
en modificar la cantidad de movimiento del cuerpo. Esto es algo que se aplica
para los motores de reacción y para balística, método usado para la puesta en
órbita de nuestros ingenios espaciales. Pero, para ello, es importante contar
con el principio de acción y reacción, lo que nos llevaría a considerar las
frenadas o cambios bruscos de dirección observados en los OVNIs. Este hecho
supondría someter a la supuesta estructura a unas fuerzas de choque, que harían
saltar en mil pedazos al cuerpo más duro. No olvidemos que un cambio de 180
grados en la dirección supondría someter al cuerpo a un choque frontal con otro
que se desplazara en sentido contrario a igual velocidad.
De otro lado tenemos
las altas velocidades desarrolladas por estos objetos. Recuérdense las
asignadas en 1952 tras largos cálculos: 11.520 km/hora. Quince años más tarde
el avión más rápido del mundo –el X-15 americano- alcanza, a gran altura y
propulsado por octorreactores, 7.250 km/hora. Y no digamos si hablamos de las
llamadas naves nodriza, a las que se observa desde casi ras del suelo –caso de
Adrián Sánchez entre Aznalcóllar y Castillo de las Guardas- hasta alturas
superiores a los 80.000 metros; cuando los aviones de combate no superan los
18.000 metros de altura.
Podríamos aportar
varias razones por las que estos fenómenos no son explicables por nuestra
ciencia, tales como:
a)
La luminosidad es uniforme, y parece
encerrada, de contornos perfectamente definidos, que no dejan que la luz se
disperse.
b)
La diversidad de efectos producidos por
los mismos.
Llegados a este punto,
también tendríamos que preguntarnos: ¿cómo explicaría nuestra ciencia la
presencia de objetos de formas circulares? Ningún país ha prodigado esta forma
en sus aparatos convencionales de transporte aéreo. Si estas formas fueran
racionalmente útiles, ¿no habría el hombre hecho uso de ellas?
La imposibilidad de un
hecho como el que plantea el OVNI es evidente a la luz de nuestra ciencia.
Principios básicos son violados por los “no identificados”, por los informes
que sobre ellos se prodigan a diario desde hace más de cincuenta años.
La imposibilidad
astronómica en nuestro espacio más inmediato, la dificultad física de los viajes
espaciales, la contraposición a fundamentos básicos de nuestra física y la
incapacidad biológica, hacen de los OVNIS un hecho imposible.
Sin embargo, como tal
“no identificado” hemos visto que tiene carta de naturaleza y por tanto debemos
admitir un hecho que miles de personas, de toda clase y condición, aseguran
haber visto. Ante ese hecho, y hasta que no obtengamos una respuesta definitiva
- ¿la obtendremos algún día? -, seguiremos interrogando a las estrellas.