Por Martha Jacqueline
Iglesias Herrera
Es
miembro de
National Geographic. Ha escrito multitud de artículos que han sido publicados
en periódicos, revistas y medios digitales europeos y americanos. Ha organizado congresos y conferencias
con la participación de algunos de los mejores investigadores del mundo del
misterio. En 1978 fundó una asociación que llegó a convertirse en una parte de
la historia de la ufología en España.
En internet posee un blog bajo el epígrafe Misterios del Hombre y del Universo.
JK: Para comenzar esta
entrevista quisiera preguntarte: ¿cuál fue el motivo que te llevó a investigar
enigmas y fenómenos inexplicables, y cómo ha evolucionado esta pasión a lo
largo de los años?
En primer lugar, comentarte que mi enigma favorito
siempre fue el fenómeno OVNI y todos lo relacionado con el mismo.
No fui yo quien le busqué a él, sino que fue él el que
pareció buscarme a mí. Recuerdo que ya desde niño sentí una gran atracción
hacia este fenómeno. De hecho, voy a contar una anécdota. Cuando era niño, aquí
en España, las cajitas donde venían las pastillas para dar sabor a las comidas,
traían en su lateral unos puntos que se iban pegando en una cartilla. A la vez
existía un folleto donde se recogían todos los regalos que te podías llevar y
los puntos que necesitabas para cada uno de ellos. Pues bien, mirando el
citado catálogo, vi que había dos libros sobre el fenómeno extraterrestre. Le
solicité a mi madre que me los comprara y, extrañamente, no solo no me puso
ninguna pega, sino que viendo que tenía los puntos necesarios, inmediatamente
se dirigió hacia el punto donde ella hacía habitualmente la compra y me los
pidió.
Aquellos libros eran Astronaves en la prehistoria, de Peter Kolosimo y Los extraterrestres en la historia, de
Jacques Bergier.
Luego, ya de más mayor, encontré una revista
especializada en temas de misterio, Karma-7,
desde donde podía estar al día en todos estos temas y –además– contactar con
gente que también se dedicaba a investigarlos. Posteriormente, también descubriría
Mundo Desconocido del gran Andreas
Faber-Kaiser. Y más tarde, aparecerían varias más.
También, como advertías en la presentación de esta
entrevista, fundé una asociación que llegó a convertirse en parte de la
historia ufológica de España. Y desde entonces hasta hoy.
JK: Como investigador de estos sucesos, ¿cuáles son los métodos
que empleas para diferenciar entre acontecimientos genuinamente inexplicables y
aquellos que pueden tener explicaciones convencionales o científicas
subyacentes?
Es una cuestión compleja. En lo referente al fenómeno OVNI o UAP, como se le denomina actualmente, que es el que ha ocupado especialmente toda mi vida, te diría lo siguiente al respecto: Primero, una investigación continuada en el tiempo de cada acontecimiento investigado, tratando de verificar que no haya contradicción alguna entre lo narrado por el testigo cuando le ocurre el suceso y lo narrado meses o incluso años después.
En segundo lugar,
tratar de comprobar que no haya habido en la zona donde se ha producido el suceso
algún tipo de evento que haya podido llevar a confusión al testigo o haya
podido influir en su visión y, por consiguiente, en su testimonio. Sería
fundamental tener al menos algo de noción sobre varias áreas tales como
astronomía, física atmosférica, aeronáutica, etc.
Y tercero, la
hemeroteca. Siempre es bueno consultar si ha habido algún caso similar en otras
fechas y en otros lugares. Y tratar de buscar similitudes entre ellos.
Y a todo esto –por
supuesto– el contacto personal con el testigo. Usar un poco la psicología para
tratar de constatar, aunque a veces no resulta fácil, si la persona que tienes enfrente
te está contando la verdad o está tratando de colarte un bulo. Aunque, también
hay que decirlo, en la inmensa mayoría de los casos, la gente suele ser
honesta.
JK: En tu experiencia como investigador, ¿has encontrado algún patrón o conexión entre sucesos aparentemente no relacionados?
JK: La divulgación de información sobre estos temas a
menudo se ve obstaculizada por el escepticismo y la falta de aceptación por
parte de la comunidad científica y el público en general. ¿Cómo ves tu papel
como investigador en superar estas barreras y fomentar un enfoque más abierto y
riguroso hacia la exploración de lo desconocido?
En la reciente Audiencia
Pública sobre ovnis celebrada en la Cámara de Diputados de México, Michel Vaillant, ex
asesor del prestigioso GEIPAN de Francia, la sección del Centro Nacional de
Estudios Aeroespaciales dedicada al estudio de fenómenos aeroespaciales no
identificados, nos da una pista muy importante sobre la cuestión.
Tal y como explicó, uno
de los grandes problemas en el estudio de los OVNIS (UAP) es el proceso de
investigación, por un lado y el de búsqueda y estudio por otro, asegurando que
son dos campos diferentes que no deberían confundirse. De la misma forma,
señaló que ninguna organización en el mundo funciona de la misma manera y por
eso es una puerta abierta a las críticas. Si todos tuviéramos los mismos
parámetros podríamos comparar. Es necesario imponer un método de funcionamiento
único para todas las organizaciones. Crear una federación internacional que
agrupe a todas las organizaciones para tener una base de datos, analizar, comparar.
Debe ser un equipo multidisciplinar, ya que no existe una disciplina científica
única que pueda tratar estos fenómenos. Ningún científico puede apoderarse de
los datos, hay que crear una nueva ciencia, la Ciencia de lo Desconocido, que
tenga que ver con todo el fenómeno y que no solamente tenga un ámbito de
investigación sino uno multidisciplinar.
JK: ¿Cuál ha sido la experiencia más inquietante o
desconcertante que has tenido en tu trayectoria como investigador?
A
lo largo de mi vida como investigador de enigmas me he enfrentado a testimonios
de todos los tipos, desde luces en el cielo a contactos del tercer tipo.
Pero
todo ello se empequeñece cuando tú mismo eres testigo de uno de estos extraños
fenómenos.
Recuerdo
que, siendo un adolescente, estando en el campo, muy cerca de mi ciudad, vi
aparecer por detrás de un monte, en la lejanía, un objeto de color rosado, en
forma de puro. Tenía un tamaño del doble de aquel monte.
A
pesar de ser adolescente, otra de las pruebas de mi interés por el fenómeno, me
desplacé hasta el ayuntamiento de mi localidad y pedí si me podían hacer una
copia de un mapa de cotas de la zona. En él se podía observar la altura de
aquel monte, 400 metros. Si el objeto que vi era de un tamaño de
aproximadamente el doble, su longitud debía estar cercana a los ochocientos
metros.
Subió
lentamente, sin que se apercibiera ningún ruido, hasta desaparecer entre las
nubes.
El propio fenómeno OVNI. Decía el gran investigador Aimé Michel que como un ejemplo se podía citar la astronomía. Durante mucho tiempo se creyó que era imposible realizar experiencias. Esto fue cierto hasta principios del siglo XVII, cuando apareció Galileo y dijo: “Vean mi telescopio, se construye así y así y sirve para hacer tal o cual experiencia”. Ese fue un hito porque antes parecía absurdo que pudieran hacerse experiencias en astronomía, por la inaccesibilidad del objeto de estudio.
El caso de la ufología es idéntico,
el objeto de estudio es inaccesible y esto parecería indicar la imposibilidad
de realizar experiencias. Algún día descubriremos que, pese a las apariencias,
es posible. No sé cómo, pero lo será.
Yo
espero que podamos asentar los mecanismos necesarios para intentar llegar a
alguna conclusión sobre un tema que hasta la fecha nos parece inalcanzable.
JK: Al investigar fenómenos inexplicables, es común encontrarse con historias y relatos que se remontan a tiempos antiguos. ¿Cómo manejas la investigación de aquellos que carecen de evidencia tangible o científica, pero que están arraigados en mitos y leyendas transmitidos a lo largo de generaciones?
Es una cuestión muy difícil de explicar
de forma reducida, el tema es muy complejo.
Decía el eminente historiador de las
religiones, Mircea Eliade que sería
difícil interpretar toda una serie de actuaciones insólitas sin recurrir a su
justificación mítica. Con lo cual, se impone naturalmente encontrar una
aceptable definición del mito.
La
tarea no resulta nada sencilla habida cuenta de la extrema complejidad del
término mito en tanto, como realidad cultural, puede ser objeto de criterios
diversos. Pero, como fuere, me remitiré de nuevo al citado historiador, quien
nos sigue diciendo que el mito
cuenta una historia sagrada; relata un acontecimiento que ha tenido lugar en el
tiempo primordial, el tiempo fabuloso de los comienzos. Dicho de otro modo:
el mito cuenta cómo, gracias a las hazañas de los seres sobrehumanos, una
realidad ha venido hasta nuestra existencia...”. Y subraya más adelante: el mito se considera como una historia
sagrada y, por tanto, una “historia verdadera”, puesto que se refiere siempre a
realidades.
Ahora
bien, lo que toca remarcar ahora sería qué podemos deducir acerca del
comportamiento de las sociedades que nos precedieron hace milenios, cuando
nuestros antiguos antecesores se pusieron a atisbar un nuevo horizonte,
descubriendo las siluetas de unos dioses enmarcados en las estrellas.
Al
respecto se ha planteado a menudo, y grosso modo, que la verdadera identidad de
esos dioses hay que buscarla en los fenómenos naturales mal interpretados. Al
respecto, dicen a menudo los más escépticos que todo se trata de pura
charlatanería. Que por muy provocativa que sea, la hipótesis de que nuestro
planeta fue visitado por extraterrestres en alguna época muy remota no es en
absoluto verosímil. Y con eso afirman –además– que nada del testimonio
iconográfico que abunda a lo largo y ancho de nuestro mundo no tiene otro valor
probatorio que el de las pruebas psicológicas proyectivas; es decir, que cada quien
puede ver en una imagen lo que desee. Así pues, como también dijo Carl Sagan: La representación de seres con cabezas
grandes y alargadas, que se parecen a cascos espaciales, podrían muy bien ser
versiones artísticas de unas máscaras ceremoniales que cubren la cabeza o
expresiones de una excesiva hidrocefalia.
Sin
embargo, lo cierto es que el problema es bastante más complicado que eso. Y
tanto es así que de hecho sea lo que fuere, lo que muy frecuentemente se ha
dicho sobre el simbolismo religioso es que existe, indudablemente, otro móvil
cuya complejidad está más que probada.
Por
lo tanto, si lo que se desprende de todo esto es que estos seres, cuya
existencia es evocada a través de los mitos, podríamos preguntamos por la
posibilidad, a la vez que provocadora idea, de que los dioses del mundo antiguo
pudieron ser visitantes extraterrestres. Lo que vendría a convertirse en una
hipótesis preliminar lo suficientemente plausible como para comenzar una
investigación seria.
JK: ¿Podrías decirnos tu opinión sobre el papel de los medios de comunicación en la divulgación de estos temas?
La opinión de los medios de comunicación es muy importante,
siempre que no sea sesgada.
Acabo de escuchar una editorial de opinión de una
buena amiga, Lourdes Gómez, que creo se está convirtiendo por méritos propios
en una de la periodistas e investigadores referentes en el periodismo del
misterio.
En esa editorial, señala, y es totalmente cierto, que hoy día se están produciendo dos periodismos
bien diferentes a ambos lados del Atlántico.
Uno,
el americano, de mente más abierta. Y el otro, el de este lado del Atlántico, en
un país como España, donde se está ejerciendo una mala praxis, donde se están
dando opiniones sesgadas sin consultar todas las fuentes.
Llevamos
unos años en el que la mayoría de los investigadores, con honrosas excepciones,
se están dedicando a desmontar casos, vivir de viejas glorias y lo que es peor,
criticar duramente a los investigadores que abrieron paso hace décadas en estos
temas.
Si
algo nos ha enseñado el periodismo del misterio es que no existe una verdad
absoluta. Que estamos ante temas que aún se encuentran en las fronteras del
conocimiento. Y como decía el filósofo de los ovnis Ignacio Darnaude
Rojas-Marcos, no se trata de creer o no creer. No es una cuestión de creencias
sino de investigación, donde hay que crear un equipo
multidisciplinar que tenga investigadores de ámbitos diferentes para que trabajen
conjuntamente dentro de una misma unidad.
Y
el periodismo, como miembro de ese equipo multidisciplinar, debe ser ecuánime,
debe mantener esa independencia que le permita expresar con absoluta libertad
lo que piensa sobre estos temas. Siempre evitando ofrecer opiniones sesgadas
propias de pseudoescépticos y arpíos.
JK: ¿Cuál es el mayor desafío al que se enfrenta la
investigación de enigmas y fenómenos inexplicables en la actualidad? ¿Cómo
crees que será el futuro de esta disciplina?
Siguiendo con lo que
comentaba acerca de la opinión de Vaillant, en la pregunta cuarta, habría que
crear, como dije anteriormente, un proceso nuevo e interdisciplinario que tenga
investigadores de ámbitos diferentes para que trabajen conjuntamente dentro de
una misma unidad científica. Una ciencia que pueda cuestionarse sobre lo
desconocido, conectándonos unos con otros.
¿Estos fenómenos son
firmas de inteligencia no humana que están visitándonos? Esta pregunta no se
puede ignorar por más tiempo”.
JK: Ya para concluir, ¿qué consejos pudieras darles a
aquellos que transitan por primera vez este camino?
Parafraseando,
nuevamente, a uno de los mejores investigadores del mundo, Aimé Michel, a la
gente que comienza en estos temas les diría que mantuvieran la mente abierta,
lo estudiaran todo y no creyeran en nada. Aunque, personalmente, este último
punto lo cambiaría por “dudar de todo”. Ya lo decía el gran filósofo de los
ovnis, Ignacio Darnaude, en temas tan complejos no se trata de creer o no sino
de investigar.
Agradezco a Pedro por
haber dedicado parte de su tiempo para la realización de esta entrevista.
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