El Proyecto Libro
Azul fue una serie de estudios sobre ovnis por parte de la Fuerza Aérea
de los Estados Unidos (USAF). Fue el segundo renacimiento de este tipo de
estudio, comenzado en 1952, y estuvo activo hasta enero de 1970. El objetivo
del Proyecto Libro Azul era determinar si los ovnis eran una amenaza potencial
para la seguridad nacional. Se recogieron, analizaron y archivaron miles de
informes ovni. Este ha sido el último proyecto de la USAF relacionado con ovnis
que se haya hecho público hasta ahora.
Proyecto Libro Azul
Según Ruppelt, hacia
finales de 1951, varios generales de alto rango muy influyentes de la USAF
estaban tan descontentos con el estado de las investigaciones ovni de las
Fuerzas Aéreas que desmantelaron el Proyecto Grudge y lo sustituyeron por el
Proyecto Libro Azul a principios de 1952. Durante el tiempo que duró Libro
Azul, finalizado en 1969, se recogieron 12.618 informes ovni, y al final se
concluyó que la mayoría eran malinterpretaciones de fenómenos naturales (nubes,
estrellas, etc.) o aviones convencionales. Unos cuantos fueron considerados
fraudes. 701 casos —aproximadamente un 6%— fueron clasificados como
inexplicables. Los informes fueron archivados y están disponibles bajo la Ley
de Libertad de Información, pero los nombres de los testigos y otras
informaciones personales han sido eliminados.
El primer jefe del proyecto
fue el capitán Edward J. Ruppelt. Siguiendo sus órdenes, se creó un estándar
para relatar los fenómenos. Ruppelt acuñó oficialmente el término
"ovni" para sustituir a "platillo volante", más sugestivo y
poco exacto, que había sido usado hasta entonces. Dejó las Fuerzas Aéreas
algunos años más tarde, y escribió el libro The Report on Unidentified
Flying Objects, que describía el estudio de los ovnis por parte de la USAF
entre 1947 y 1955. El astrónomo J. Allen Hynek era el consultor científico del
proyecto. Trabajó para el proyecto hasta su conclusión y creó el concepto que
hoy se conoce como "encuentros cercanos". Era un gran escéptico
cuando comenzó, pero dijo que su escepticismo se suavizó durante la
investigación, después del análisis de unos informes ovni que parecían
inexplicables.
El Comité Robertson.
En julio de 1952, después
de haber recabado durante los meses anteriores información sobre cientos de
avistamientos, se produjeron una serie de observaciones visuales coincidiendo
con detecciones por radar cerca del Aeropuerto Nacional de Washington D.C.
Estas observaciones condujeron a la CIA a establecer un comité de científicos
que incluía a varios físicos, meteorólogos, ingenieros, y un astrónomo (Hynek),
encabezados por el doctor H. P. Robertson, un físico del Instituto Tecnológico
de California. El comité Robertson se reunió por primera vez el 14 de enero de
1953.
Ruppelt, Hynek y otros presentaron las mejores pruebas que habían sido recogidas por Libro Azul, incluyendo una filmación. Después de estar sólo 12 horas repasando 6 años de informaciones, el comité Robertson concluyó que la mayor parte de los casos ovni tenían explicación racional, y que todos podrían ser explicados con una investigación más profunda, que consideraron que no valía la pena.
Ruppelt, Hynek y otros presentaron las mejores pruebas que habían sido recogidas por Libro Azul, incluyendo una filmación. Después de estar sólo 12 horas repasando 6 años de informaciones, el comité Robertson concluyó que la mayor parte de los casos ovni tenían explicación racional, y que todos podrían ser explicados con una investigación más profunda, que consideraron que no valía la pena.
En su informe definitivo,
resaltaron que había numerosos informes de poco valor sobrecargando los canales
de inteligencia, lo cual acentuaba el riesgo de omitir una supuesta amenaza real
a EEUU. Por lo tanto, recomendaron a las Fuerzas Aéreas restar importancia al
tema de los ovnis y emprender una campaña de desacreditación para disminuir el
interés público. Aconsejaron usar los medios de comunicación, incluyendo a la
compañía Walt Disney, y a psicólogos, astrónomos y famosos para ridiculizar el
fenómeno y proponer explicaciones convencionales. Además, los grupos de
aficionados al tema ovni "deberían ser vigilados debido a su potencial
influencia sobre el pensamiento de masas... La evidente irresponsabilidad y el
posible empleo de estos grupos para objetivos subversivos deberían tenerse en
cuenta"
En definitiva, el comité
Robertson recomendaba que la opinión pública fuese controlada mediante un
programa de espionaje y propaganda oficial. Muchos ufólogos creen que estas
recomendaciones son la base de la política de las Fuerzas Aéreas en cuanto al
fenómeno ovni, no sólo inmediatamente después del informe del comité Robertson,
sino también en la actualidad.
Consecuencias del comité
Robertson
En su libro, Ruppelt
describió la desmoralización del personal de Libro Azul al eliminar la
investigación de sus funciones tras la formación del comité Robertson. En
febrero de 1953, como consecuencia de las recomendaciones del comité Robertson,
las Fuerzas Aéreas pusieron en marcha la regulación 200-2, que permitía a los
oficiales de las bases aéreas hablar públicamente de los incidentes ovni sólo
si habían sido convenientemente explicados. Asimismo, todos los casos no
resueltos debían ser clasificados para mantenerlos lejos de la opinión pública.
Ese mismo mes, las labores
de investigación fueron asumidas por la recién formada 4602 AISS (Air
Intelligence Squadron, Escuadrilla de Inteligencia de Aire), dependiente
del mando de defensa aérea. La 4602 AISS tenía el deber de investigar
únicamente los casos ovni más importantes, es decir, los que supusieran un
riesgo para la inteligencia o la seguridad nacional. Estos casos se eliminaron
del programa de Libro Azul, que fue relegado a estudiar los informes más
simples.
El general Nathan Twining,
que impulsó el Proyecto Signo en 1947, era por entonces el jefe de personal de
las Fuerzas Aéreas. En agosto de 1954, recibió la misión de depurar
responsabilidades en el seno del 4602 AISS publicando una regulación 200-2
actualizada para las Fuerzas Aéreas. Además, los ovnis fueron definidos como
"cualquier objeto aerotransportado que, por su funcionamiento, características
aerodinámicas, o rasgos insólitos, no se ajusta a las características de ningún
avión o misil conocido en este momento, o simplemente que no pueda ser
identificado como un objeto común". La investigación ovni fue declarada
secreta por motivos de seguridad nacional, y tenía el objetivo de averiguar
"aspectos técnicos." En la regulación 200-2 se declaraba de nuevo que
Libro Azul podría hablar de casos ovni con los medios de comunicación sólo si
se trataba de fenómenos identificables. Si fueran no explicables, la única
información que debía darse a los medios era que la situación estaba siendo
analizada. También ordenaron a Libro Azul reducir el número de no identificados
al mínimo.
Todo esto se hizo en
secreto. La tarea de cara al público de Libro Azul siguió siendo la
investigación ufológica oficial, pero la realidad era que se había reducido a
una organización tapadera que apenas hacía investigaciones complejas. Se había
convertido casi únicamente en un equipo de relaciones públicas con la misión de
desacreditarlo todo. Por citar un ejemplo, a finales de 1956, el número de
casos catalogados como no resueltos había bajado a apenas el 0.4 por ciento,
desde las cotas del 20 a 30 % de apenas unos años antes.
Cuando el frustrado Ruppelt
abandonó en agosto de 1953, habían reducido su personal a dos subordinados y él
mismo. Su suplente era un oficial no comisionado. Todos los que le sucedieron
como directores de Libro Azul manifestaron apatía o incluso hostilidad rotunda
al asunto ovni, o fueron obstaculizados por la carencia de financiación y apoyo
oficial.
La breve permanencia de
Ruppelt en Libro Azul es considerada como el periodo de máximo apogeo de las
investigaciones ufológicas públicas. Por aquel entonces, las investigaciones
eran tratadas seriamente y tenían el apoyo de las altas esferas. A partir de
entonces, el Proyecto Libro Azul cayó en desgracia, y nunca resurgió.
Informe especial nº 14 del
Proyecto Libro Azul: A finales de diciembre de 1951, Ruppelt se reunió
con los miembros del Instituto Conmemorativo Battelle, un grupo de expertos
establecido en Columbus, Ohio, cerca de la base aérea Wright-Patterson. Ruppelt
pidió a estos expertos ayuda para poder investigar el asunto de un modo más
científico. Así, el Instituto de Battelle fue quien creó el reportaje
estandarizado. Comenzando a finales de marzo de 1952, el Instituto comenzó a
analizar los informes y la codificación de aproximadamente 30 de sus
características en tarjetas de IBM para el análisis informático.
El informe especial nº 14
del Proyecto Libro Azul era un análisis estadístico masivo de los casos
analizados por Libro Azul hasta aquel momento, unos 3.200 cuando el informe
quedó completado, en 1954. Incluso hoy sigue siendo el estudio ufológico más
grande jamás emprendido. Battelle empleó a cuatro analistas científicos, que
procuraron clasificar los casos entre "explicable",
"inexplicable", y una tercera categoría "con información
insuficiente". Los dos primeros tipos se clasificaron a su vez en cuatro
categorías de calidad, de excelente a pobre. Por ejemplo, los casos
considerados excelentes típicamente implicaban a testigos experimentados, como
pilotos comerciales o personal militar entrenado, o múltiples testigos,
corroborando las afirmaciones con pruebas, como detecciones de radar, fotografías
u otro tipo de material tangible. Para que un caso pasara a ser considerado
"explicable", era necesario sólo que dos analistas por separado
tuvieron que estar de acuerdo sobre la solución. Sin embargo, para que un caso
fuera "desconocido", se necesitaban cuatro analistas que estuvieran
de acuerdo. De este modo, el criterio para un "inexplicable" era
bastante riguroso.
Además, las observaciones
fueron clasificadas mediante seis características diferentes - color, número,
duración de la observación, resplandor, forma y velocidad - y luego estas
características fueron ajustadas a los casos explicables e inexplicables para
ver si hubiera una diferencia estadística significativa.
Los resultados principales
del análisis estadístico eran:
- Aproximadamente el 69% de los casos se encontraron explicables o identificables; un 9% carecía de información insuficiente. El 22% se consideraron "inexplicables", algo por debajo del valor inicial del 28% de los estudios de las Fuerzas Aéreas, pero todavía una fracción muy significativa.
- En la categoría de "explicables", el 86% de los fenómenos eran debidos a aviones o globos, o tenían explicaciones astronómicas. Sólo el 1,5% de todos los casos eran psicológicos o casos "de chiflados". Una categoría "mixta" comprendía el 8% de todos los casos e incluía posibles fraudes.
- Cuanto más alta fuese la calidad del caso, más probabilidades tenía de ser clasificado como desconocido. El 35% de los casos excelentes fueron considerados "desconocidos", mientras que sólo lo fueron el 18% de los casos más pobres. Este era el resultado de la antítesis predicha por los escépticos, que por lo general argumentaban que los "inexplicables" eran casos de menor calidad, al implicar testigos no fiables, que podrían ser solucionados si se dispusiera de mejor información.
- En las seis características estudiadas, los casos "inexplicables" se diferenciaron de los "explicables" en un nivel estadísticamente insignificante: en cinco de las seis medidas las probabilidades de que fuese explicable o inexplicable se diferenciaban por casualidad en un 1 % o menos. Cuando las seis características se consideraron juntas, la probabilidad de que coincidiera en uno u otro tipo era de menos de 1 entre mil millones.
A pesar de esto, la
conclusión del informe definitivo del Instituto Battelle declaró era
"sumamente improbable que cualquiera de los informes de avistamientos de
objetos no identificados represente acontecimientos tecnológicos fuera de la
gama de conocimiento actual". Algunos investigadores, incluyendo al Doctor
Bruce Maccabee, quien repasó los datos en profundidad, han advertido que las
conclusiones de los analistas estaban por lo general en desacuerdo con sus
propios resultados estadísticos, mostrados en 240 dibujos, tablas, gráficos y
mapas. Se dice que los analistas simplemente pudieron haber tenido problemas si
hubieran acabado aceptando sus propios resultados, o quizás pudieron haber
escrito las conclusiones para satisfacer el nuevo clima político dentro de
Libro Azul después del comité Robertson.
Cuando las Fuerzas Aéreas
finalmente hicieron público el informe especial nº 14 en octubre de 1955, se
dijo que dicho informe había demostrado científicamente que los ovnis no
existían. Los críticos de esta reclamación responden que el informe en realidad
demostró que el número de "inexplicables" era claramente diferente al
de "explicables" en un muy alto nivel de importancia estadístico. Las
Fuerzas Aéreas también aseguraron, de forma incorrecta, que sólo el 3% de los
casos estudiados eran desconocidos, en vez del 22% real. Incluso afirmaron que
el 3% restante probablemente desaparecería si se pudiera disponer de más datos.
Los críticos contestan sobre esto que no se hizo caso del hecho que los
analistas ya habían agrupado tales casos en la categoría de "información
insuficiente", mientras que tanto los considerados "explicables"
como los "inexplicables" tenían la información suficiente para hacer
una determinación. También los "inexplicables" tendían a representar
los casos de calidad más altos, en los que se tenía la mejor información y
testimonios.
Conclusiones oficiales del
Proyecto Libro Azul
El Proyecto Libro Azul
declaró que las observaciones de ovnis fueron generadas debido a:
- Histeria de masas.
- Individuos que inventan casos fraudulentos para buscar publicidad.
- Personas con psicopatologías.
- Malinterpretación de varios objetos convencionales.
Desde abril de 2003, la
USAF ha indicado públicamente que no hay ningún proyecto inmediato para
restablecer algún programa de estudio ufológico oficial del gobierno.
Nótese que estas
conclusiones oficiales de las Fuerzas Aéreas contradicen las que obtuvo su
propio comisionado en el Informe Especial nº 14 de Libro Azul. Los factores
psicológicos y los fraudes en realidad constituyeron menos del 10% de todos los
casos y el 22% de todas las observaciones. Los mejores casos, permanecieron no
resueltos.
Postura oficial de la USAF
acerca de los ovnis:
Entre 1947 y 1969, las
Fuerzas Aéreas investigaron los ovnis bajo el Proyecto Libro Azul. El proyecto,
con la sede en la base aérea Wright-Patterson, Ohio, finalizó el 17 de
diciembre de 1969. De las 12.618 observaciones catalogadas por el Proyecto
Libro Azul, 701 permanecieron como "inexplicables".
La decisión de interrumpir
las investigaciones ovni se basó en varios factores, como la evaluación de un
informe redactado por la Universidad de Colorado titulado "El estudio
científico de los ovnis", la revisión de este informe por parte de la
Academia Nacional de Ciencias, los casos ovni previamente estudiados y la
experiencia de las Fuerzas Aéreas, que investigó informes ovni entre 1940 y
1969.
Como consecuencia de estas
investigaciones, estudios y experiencias, las conclusiones del Proyecto Libro
Azul eran:
- 1) Ningún ovni sobre el cual hayan investigado las Fuerzas Aéreas ha supuesto ningún tipo de amenaza a la seguridad nacional.
- 2) Las Fuerzas Aéreas no han encontrado ninguna prueba de que las observaciones clasificadas como "no identificadas" representen objetos o principios tecnológicos que vayan más allá de los conocimientos científicos de la época.
- 3) No ha habido ninguna prueba que indique que las observaciones clasificadas como "no identificadas" fueran vehículos extraterrestres.
Con la conclusión del
Proyecto Libro Azul, el establecimiento de la regulación de Fuerzas Aéreas y el
control del programa para investigar y analizar ovnis fueron rescindidos. La
documentación en cuanto a la antigua investigación de Libro Azul fue
transferida a la Rama Moderna Militar, a los Archivos Nacionales y al Servicio
de Registros, y está disponible para la revisión y el análisis públicos.
Desde la finalización del
Proyecto Libro Azul, no ha ocurrido nada que pudiera apoyar una reanudación de
las investigaciones ufológicas por parte de las Fuerzas Aéreas. Considerando el
escenario actual, en el que los presupuestos de defensa disminuyen
regularmente, es improbable que las Fuerzas Aéreas se metan de lleno en un
proyecto tan costoso a corto plazo.
Hay un número significativo
de universidades y organizaciones científicas que han analizado fenómenos ovni
durante reuniones periódicas y seminarios. El interés y la revisión oportuna de
informes ufológicos por parte de grupos privados asegura que las pruebas
auténticas no sean pasadas por alto por la comunidad científica.
Fuente: Expedientes
secretos de OVNIs