Por Michael A.
Persinger
En el caso de que los
procesos lóbulo-temporales estén relacionados con la experiencia del “visitante”,
entonces los patrones fenomenológicos tendrían que ser similares en todas las
experiencias; reflejar eficazmente la función de las estructuras
lóbulo-temporales. Este concepto se fundamenta sobre los hallazgos de la
ciencia neurológica moderna. Se ha demostrado que el perfil de comportamiento
de un ser humano en desarrollo, está en función de la región del cerebro que
demuestra el mayor índice metabólico relativo. Del mismo modo, la experiencia
fenomenológica de un ser humano estará dominada por la porción del cerebro que
tenga una actividad eléctrica mayor.
Hay tres relatos sobre
la experiencia del visitante que constituyen un aporte significativo para el
factor del lóbulo temporal. Son las experiencias de Whitley Strieber en
Communion, un informe clásico sobre los raptos por OVNIs; Agartha, de Meredith
Young, la biografía de un sintonizado que habla sobre una presencia de otra
dimensión, y el Kundalini de Gopi Krishna, una descripción de la urgencia de
una energía mística. En todos estos estos relatos, las experiencias estaban
asociadas con la metáfora predominante de una fuerte sensación de una
presencia, junto con sensaciones de estar flotando, alteraciones en la
percepción (ver auras y rebordes brillantes en los objetos), fenómenos psi
clarísimos, y una profunda sensación de estar adquiriendo significación.
Después de la primera experiencia desencadenante, los sujetos cayeron en una
profunda depresión, seguida de una reestructuración cognoscitiva sustancial.
Ciertos sucesos casuales ocurridos durante la vida de la persona se integraron
y pasaron a tener importancia, los acontecimientos marginales adquirieron una
profunda significación personal, el sujeto tuvo la convicción de ser un
elegido, y surgió en él un deseo de trasmitir este mensaje cósmico a la
humanidad. Invariablemente se consideró dicha experiencia como algo “real”.
A cada relato le
corresponden señales lóbulo-temporales específicas, que reflejan la
localización real de la labilidad eléctrica dentro de las estructuras
lóbulo-temporales. Por ejemplo, la descripción de Strieber se centra
fundamentalmente en sensaciones de aversión (asociadas con olores intensos, una
vigilancia exagerada, e imágenes del esfínter anal), y por ello debería
reflejar actividades anormales en el giro parahipocámpico anterior, con
especial compromiso de complejo nuclear amigdalino y el uncus adyacente.
Una de las
características más comunes de la experiencia con OVNIs es el encuentro con
pequeños humanoides que a menudo tienen cabezas grandes y por lo tanto se
asemejan a fetos. Hay ciertas evidencias que apoyarían la teoría de que se
trata de modificaciones adultas de los recuerdos perinatales.
Las experiencias de
visitantes han sido un fenómeno permanente a lo largo de la historia del
hombre. A menudo se han asociado con una extraordinaria creatividad y un
conocimiento intuitivo acerca de la conducta humana. Las formas de los
“visitantes” han variado de acuerdo con la naturaleza cambiante de la cultura
del hombre. Se presentaron como arpías nocturnas, súcubos e íncubos que
atormentaban y enloquecían a sus indefensas víctimas, o bien como ángeles de la
guarda que prometían la sabiduría prohibida. Sus temas han reflejado la
construcción del sistema límbico humano. Sus operaciones han sido funciones de
los procesos cognoscitivos inconscientes que guían al pensamiento humano.
Cuando el sexo y el pecado eran deseos reprimidos, los “visitantes” se
observaban bajo esa perspectiva. En este momento, cuando los deseos de
inmortalidad se esfuman con los últimos residuos de ilusiones religiosas, las
experiencias de los “visitantes” se han trasmutado de nuevo.