Cuando
las manifestaciones de un fenómeno, cuando unos hechos interesan a determinados
grupos de personas, se crean lo que llamamos especialistas, que con mejor o
peor fortuna acometen el estudio de esos hechos. Estos especialistas llegan a
mantener posturas ante los hechos o, lo que es igual, mantienen unas teorías u
opiniones sobre los principios que los motivan.
Pero
cuando un fenómeno como el de los OVNIS llega a interesar al ciudadano medio,
al hombre de la calle, la opinión o postura de unos grupos bastante
minoritarios no cuenta demasiado, se busca algo más. En estas circunstancias es
cuando se presiona ante los máximos responsables de los distintos países que
conforman nuestro mundo, haciendo que ese interés y esas opiniones se hagan
“oficiales”.
Ya
hemos hablado de los estudios y esfuerzos del gobierno de los Estados Unidos,
representado en sus Fuerzas Aéreas, por dar una explicación al tema OVNI, pero
el interés de los gobiernos era anterior a la fecha que marcó la era moderna de
los mal llamados platillos volantes. En efecto, ya durante los años de la
Segunda Guerra Mundial, tanto un bando como el otro, se hacían múltiples
preguntas en torno a las misteriosas bolas de fuego que, en no pocas ocasione,
habían estado presente en los escenarios bélicos. Al principio todo giró en
torno a explicaciones puramente terrenales y de alto interés estratégico, ya
que se pensaba en nuevas armas de los recíprocos enemigos.
Cuando
la Alemania nazi fue vencida y sus secretos militares comenzaron a ser
desvelados, se comprobó que tales objetos volantes no correspondían a armas
ultrasecretas, es más, se pudo confirmar que también por parte de ellos existía
un alto interés en saber cuál era su real naturaleza.
Cuando
se crea el Proyecto Signo en los Estados Unidos, la situación no había cambiado
estratégicamente mucho, pues entonces se sospechaba no de la Alemania nazi,
pero sí de Rusia.
Pero
si el tratamiento del estudio de los OVNIs ha sido una cuestión ampliamente
debatida en Estados Unidos a nivel popular, Rusia es la otra cara de la moneda
en el asunto, ya que los extremados controles sobre cualquier información de
este tipo han hecho casi imposible un conocimiento claro de la postura oficial
y de la presencia del fenómeno en su suelo, o en su espacio aéreo. Sin embargo,
un refrán dice que cuando el río suena agua lleva, y esto ocurre en la
particular ocasión que nos proponemos conocer. En efecto, si nada o casi nada
se sabía de las manifestaciones rusas hasta la década de los 60, venía motivado
por la convicción oficial rusa de que los OVNIs eran producto de un intento de
guerra psicológica o por el desconocimiento de un procedimiento válido para
tratar el tema.
En
Rusia la prensa no suele hacer declaraciones en torno a los avistamientos que
se producen, como pudiera hacerlo cualquier periódico occidental.
Pese
a ello, en 1967-68 algunos periódicos rusos, como el Izvestia o el Sovietskaia
Latvia, dan algunas noticias sobre OVNIs.
En
1966 se produce un importante congreso matemático, en el que interviene Jacques
Vallée, conocido investigador francés, que como experto en computadoras
pronuncia una conferencia sobre el tema interesando a gran número de
científicos rusos, entre los que se encuentra el doctor Félix Zigel, profesor
de Matemática Superior y Astronomía en el Instituto Aeronáutico de Moscú.
Por
aquellas fechas se produce un hecho importante, ya que la Agencia Tass anuncia
al mundo la detección de una fuente “inteligente” de ondas radiales en la
constelación de Pegaso por parte del radioastrónomo Sholomitski. Esto hizo
posible la reunión que habría de celebrarse el 18 de octubre de 1967, que con
carácter oficial había sido convocada por el Comité de Cosmonautas. En la
misma, y con asistencia de más de 400 personas, Zigel mostró diseños de un OVNI
divisado en el Cáucaso y algunas fotos de objetos desconocidos. Allí se dio a
conocer lo que se llamaría el Comité Stoliarov y se solicitó apoyo de todo
aquel que pudiera representar un apoyo firme para conseguir una investigación
científica sobre el asunto.
Pese
a todo, aquella Comisión o Comité no recibió el respaldo “oficial” al hacerse
público un comunicado de la Academia Soviética de las Ciencias, en el que se
ponía de manifiesto que se trataba de una asociación libre de científicos que
mostraban un interés especial por el estudio de esta materia.
Las
posteriores declaraciones de la Oficina de Física General y Astrofísica, en la
persona del doctor Artsimovich y la del secretario del Comité Nacional de
Físicos Soviéticos, Vladimir Lechkusov, llevó al Comité Stoliarov a suspender
sus actividades.
Pese
a todo, las manifestaciones OVNIs en Rusia seguían los mismos parámetros de
comportamiento que en Occidente, a tal punto que hacían declarar a hombres como
el doctor Ziegel: “La documentación reunida sugiere que el fenómeno OVNI es
real y no puede ser comparado con ningún otro fenómeno conocido, como, por
ejemplo, los fenómenos naturales de la atmósfera”.